Se bajó del tren, con una maleta llena de ilusiones y ninguna moneda.
Su determinación como forma de enfrentar las adversidades, y su sonrisa como escudo.
No tenía ningún plan, ni ningún proyecto de futuro. Tampoco una idea de lo que haría a continuación.
Pero no sentía miedo ante la improvisación, sabía que lo que le esperaba en el futuro no podría ser peor que lo que dejaba en su pasado.