El día estaba nublado y grandes gotas de cristal caían de él directas al suelo.
No parecía haber esperanza de vislumbrar el sol antes del anochecer.
Pero la naturaleza siempre sorprende, y a través de las densas nubes, unos débiles rayos consiguen llegar hasta los globos que decoran las calles.
El estallido de colores es impresionante, casi hipnótico.
Las gotas siguen cayendo y el espectáculo que representan te deja paralizado.