Recordando como amar

Prologo

Sophie

—Estás embarazada, Sophie.

—¿Qué? Imposible. Debe ser un error.

—Estás de doce semanas.

Niego con la cabeza no pudiendo aceptar ese veredicto.

—No, repita la prueba y que dé negativo.

Me quedo mirando a la doctora con la boca abierta. No es posible, no ahora. Apenas tengo veintitrés años, acabo de terminar la Universidad y tengo una gira programada para exponer mis pinturas en diferentes galerías del mundo. No puedo tener un bebé.

No nos olvidemos que el hombre con quien salgo no es fan de los compromisos. Por más que dijo que sería exclusivo conmigo, no somos una pareja formal. Apenas salimos juntos en público. Sin olvidar que ni tocamos el tema de los hijos.

—Si no quieres al bebé, hay opciones…

Alzo la mirada hacia la doctora y niego con la cabeza.

¿Opciones? No pienso dar a luz al bebé y abandonarlo como mi madre biológica hizo conmigo. Sé lo que es pasar parte de tu vida sin entender porque tu madre no te quiere. No pienso hacerle eso a mi hijo.

Hice de voluntaria en un orfanato en Londres y vi con mis propios ojos el abandono de niños. Yo no sería capaz de hacer algo así, ni siquiera asegurándome que tenga una buena familia.

Abortar tampoco es una opción. No podría vivir conmigo misma si hiciera algo como eso. No juzgo a las mujeres que lo hacen, incluso comprendo algunos casos y siento pena por ellas, pero yo no voy a hacerlo. El bebé no tiene la culpa de mi irresponsabilidad y la de su padre.

—No me interesan las opciones. Asumiré mi responsabilidad.

—Está bien, Sophie. Programaremos una ecografía para ver al bebé y luego las visitas.

Escucho con atención las indicaciones de la doctora, agarro mis bolsas, abandono el consultorio y subo a un taxi con dirección al departamento de Ragnar.

No sé como se tomará la noticia y si estará feliz o no. No tengo idea si se hará cargo o me dejará sola, pero es el padre y debe saberlo. Me aterra la idea de pasar por el embarazo sola y criar a mi hijo por mi cuenta en caso de que Ragnar no quiera saber. Si bien no pienso obligarlo a nada.

Ragnar y yo nos conocimos un año atrás en una de mis exposiciones. Él es el director de una de las galerías de arte más importantes de París y dijo quedar impresionado con mis pinturas. Esa noche hablamos mucho, me invitó a cenar y lo rechacé. Varias veces me invitó y seguí rechazándolo durante un mes hasta que me ganó por cansancio. Fuimos a cenar y nos besamos al llegar a mi departamento, después de ahí empezamos a salir juntos.

Tuvimos algunas peleas donde recordé porque no quise salir con él al principio y era por ser mujeriego y coquetear con cualquier mujer. Su insistencia por salir conmigo me hizo creer que yo era diferente y reafirmé mi postura cuando le pedí exclusividad después de verlo besando a otra y él accedió. Lo único que no pude conseguir hasta hoy es que me considere su novia. Dijo que podía darme exclusividad sin títulos ni presiones. Acepté, estaba enamorada de él y quería que estuviéramos juntos. Sin embargo, nunca hablamos del futuro ni nada relacionado con ello.

Alguna vez toqué el tema y él decía que aún somos jóvenes. Yo más que él, puesto que soy cinco años menor que él. Supongo que tiene razón, o al menos la tenía, porque ahora no hay nada que hacer. El bebé viene en camino y en menos de siete meses estará aquí.

Ahora comprendo que el cansancio extremo, las náuseas y los mareos no son por el estrés y los nervios de mi primera gira, sino por una vida que crece dentro de mí.

Apoyo la mano sobre mi vientre sin poder creer que estoy embarazada. Pensaba que las pastillas eran efectivas.

El taxista me avisa que hemos llegado a la dirección, le entrego el dinero y me bajo. El departamento de Ragnar está en el segundo piso y muchas de mis cosas están ahí a pesar de no vivir juntos. He pasado más tiempo en su departamento que en el mío. Si no me he mudado por completo es porque nos gusta tener nuestro espacio. Su departamento es lujoso en comparación al mío que está lleno de pinturas.

Tomo aire y lo exhalo poco a poco mientras ingreso al edificio antiguo. Subo al ascensor y salgo al pasillo con los nervios acumulados en el centro del estómago.  

No tengo idea como voy a darle la noticia, solo se lo diré y ya. No puedo imaginar su reacción, pero debe saberlo.

Saco la llave del departamento, la introdujo en la cerradura y apenas entro escucho gemidos provenientes de la habitación.

Por un momento, mientras camino despacio a la habitación, me olvido del embarazo y que es el motivo por el que estoy aquí.

La escena ante mis ojos es muy clara y me deja tan asqueada que no puedo quedar mirando. Me doy la vuelta y salgo del departamento permitiendo que mis lágrimas corran libres por mis mejillas.

No puede ser. Él prometió que no estaría con ninguna mujer mientras estuviera conmigo y yo le creí. No puedo evitar preguntarme a mí misma ¿Cuántas más hubo?

En cuanto salgo del edificio, comienzo a caminar hacia alguna parte sin rumbo fijo, sintiendo que el mundo se viene abajo.



#1163 en Novela romántica
#413 en Chick lit
#445 en Otros
#159 en Humor

En el texto hay: romance, drama amor, paternidad inesperada

Editado: 04.06.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.