Ragnar
Pensaba pasar la tarde con Sophie y conociendo más a Luke y no ha sido así. Sophie está pintando y me dejó solo en la sala con nuestro hijo, quien está hipnotizado con la película y ni me habla. Me calla cuando intento decir algo. Es como estar solo sin estarlo.
Me recuerda a mí cuando me concentro en algo. Me puedes hablar y no voy a prestar atención, y si intentas llamar mi atención, voy a callarte.
Aun así, me agrada estar con el pequeño. No importa que me quede sentado a su lado sintiéndome como un objeto decorativo, deseando que Sophie estuviera con nosotros.
Me dedico a observar el departamento, fascinado por el lugar con diseño original. La sala es amplia y tiene un juego de sofá de color rojo que combina con los adornos, las cortinas del mismo color y el enorme mural de la pared con tonalidades en rojo, azul y amarillo. Un cuadro del perro de la infancia de Sophie. Lo reconozco muy bien.
La cocina es moderna y amplia porque a Sophie le gusta cocinar. Varias veces me preparó la cena y recuerdo que cocinaba muy bien, dejó de hacerlo de un día para el otro. Supongo que por haberla plantado una noche. Tuve mis motivos, los cuales no sirven para justificar y me hace ver como un patán. Realmente fui un patán y me repudio a mí mismo por haberlo sido con Sophie. Las demás mujeres no me importaban y creo que ni a ellas les importaba, pero Sophie siempre fue diferente y no supe como mostrarle que lo era.
Suelto una exclamación cuando la gata negra salta encima de mí y franelea su cara contra mi pecho.
Luke voltea la cabeza y ríe.
—¿Le tienes miedos a los gatos? Moxie no hace nada, le gustan los mimos. —dice mi hijo agarrando a la gata y colocándosela en su regazo.
Ya veo, a la gata le gustan mucho los mimos. Se mueve toda ante las caricias de Luke.
No les tengo miedo a los gatos y no me molestan, solo que prefiero mantener la distancia. Pueden ser traicioneros y lo sé con base en una mala experiencia.
Luke vuelve a ignorarme, por lo que decido levantarme y usar la excusa de que necesito ir al baño, aunque el pequeño ni se da cuenta de que no estoy sentado a su lado.
Entro en el baño, me lavo el rostro y al salir me acerco a la puerta media abierta, donde encuentro a Sophie de pie frente a un caballete con el pincel en la mano.
Se ve hermosa, incluso con el cabello recogido en un chongo despeinado y una camisa enorme manchada de pintura. Muchas veces la observé mientras pintaba. La concentración y la manera de mover el pincel en el lienzo con tanta seguridad, me atraían, dejándome maravillado. Podía pasar horas observándola.
En aquella época podía acercarme, abrazarla, besarla y terminarla desnudando para luego hacerle el amor. Hoy no cuento con ese privilegio. Estoy seguro de que si me acerco más de la cuenta me meterá el pincel en la boca.
—¿Qué haces? —me sobresalto por causa de Luke, este ríe.
—Miraba a tu madre pintar.
—¿Y eso qué tiene de interesante? —cuestiona haciéndome reír.
—Lo entenderás cuando seas mayor y te guste una mujer.
—Que asco—Luke abre la puerta y entra como si nada. Sophie cruza la mirada con la mía por un momento y luego la fija en su hijo—. Mamá, Moxie tiene hambe.
Sophie deja todo y sigue a su hijo para darle de comer a la gata, yo no los sigo, sino que entro al lugar. Es una especie de habitación estudio. De un lado hay varias pinturas, un caballete, pinturas y lienzos. Del otro lado una enorme cama, dos mesas de noche y un gran armario. Y, al igual que la sala, está decorada con tonalidades en rojo.
—¿Qué haces?
Volteo hacia Sophie.
—Lo siento. Tenía curiosidad por las pinturas—miento—. Siempre me he sentido fascinado por ellas. Ansío saber cual es la pintura que expondrás para revelar tu identidad.
—No estoy segura. Trabajo en ello.
—Tu color favorito es el rojo.
Ella me observa y asiente.
—Es un poco obvio. —ríe.
—¿Tú decoraste el lugar?
—No, mi amigo Steve lo hizo, quien trabaja para mi tía Summer.
—Tal vez podrías pasarme el contacto para que se ocupe de mi departamento frío y minimalista. No soy bueno para la decoración.
Sophie agarra el pincel al colocarse frente al lienzo.
—Mientras a ti te guste. Mi hermano Tyler también tiene un departamento frío y minimalista, y a él le gusta.
—Supongo que me da igual. Lo único que no falta son pinturas en las paredes—me acerco a un cuadro, es el retrato de una mujer rubia que se parece a Sophie—. ¿Tu madre biológica?
—Sí, no sé porque la pinté.
—Tiene una mirada triste y vacía. Tienes el don de expresar con tus pinturas.
—La mirada que tenía cuando la vi por última vez… No quiero hablar de ella. ¿No deberías estar con Luke?
—Está enfocado en el perro bombero, el perro policía y los otros perros. He estado sentado al lado de él durante una hora y obtuve más atención de la pared y de Moxie que de él.