Recordando mi Primer Amor

Capítulo 4

Es una agradable mañana.

Las copas de los árboles se mecen y las flores silvestres perfuman el entorno.

Lucas dibuja en el suelo, trazos abstractos, cuando crezca quiere ser ingeniero o arquitecto, pero los estudios no van con él... bosteza.

Algo llamó la atención de Isabel, escuchó un sutil ruido entre las ramas silvestres, se asombra y sonríe cuando ve unas largas orejas y un cuerpo esponjoso que se mueve sigiloso entre la hierba y los tréboles. Gatea siguiendo a un conejito, cuando lo pierde de vista regresa al lado de Lucas.

—¡Vi un conejito!

El muchacho estaba muy perezoso aquella mañana.

—¡No te duermas!, —rezonga Isabel.

La niña hace pucheros, mientras Lucas toma una siesta.

Isabel se queda al lado de su somnoliento amigo, mirando las hojas de los árboles que parecen susurrar, el movimiento del pasto, como los juncos se doblan en la orilla del riachuelo, y los pajaritos trinan ruidosos.

—Quisiera volar y tocar las nubes.

Lucas sin abrir los ojos. —Eres un ángel, puedes volar.

Isabel se levanta la blusa, puedes ver, ¿mis alas?

Lucas se incorpora, seguro, se puso nervioso al ver la espalda de un ángel, pero, no hay alas. —Seguro se te cayeron cuando naciste, dice convencido.

La pequeña suspira, mirando el cielo con los ojos entreabiertos.

—Si no puedo volar, ¿me bajarás las nubes?

Lucas promete, algún día, bajarles nubes de algodón.

Aquella tarde, luego de asegurarse que Isabel entrara sin ser vista a la mansión, Lucas camina lento, de regreso a su casa, todo parece tener más colores.

Su madre está en la cocina. —Lávate las manos, cenaremos en cinco minutos.

—Donde has estado muchacho, —pregunta, el señor García mientras lustra sus botas.—No vas a la escuela, no ayudas a tu madre, podrías decirme ¿qué es eso tan importante que haces, para que dejes tus deberes de lado?, dame una buena explicación.

Lucas respira hondo e inconscientemente lleva sus manos al trasero, seguro su padre le enseñará el cinturón, pero él nunca dirá su secreto.

—También tuve tu edad, y me gustaba escapar para jugar con mis amigos, pero nunca fui irresponsable. Primero los deberes, para las personas como nosotros, no existe el ocio. No importa la edad que tengas, el carácter se forma desde pequeño, —dijo poniéndose de pie.

Lucas respiró hondo, no dirá nada. Su padre le revuelve el cabello, —debes cortarlo, aprende a ser responsable y haz que me sienta orgulloso.

Luego de aquello cenaron en silencio.

Lucas piensa en las palabras de su padre. Él es responsable de un revoltoso ángel.

Su madre mencionó algo sobre semillas, hablaron de plantas y flores, Lucas puso atención, es un tema que le interesa... algún día tendrá el invernadero más grande y el más hermoso para Isabel.

Mientras tanto en la mansión...

Isabel está molesta, una sirvienta insiste en quitarle la ropa y bañarla.

—Puedo hacerlo yo misma. ¡No soy un bebé!, —dice mientras comienza a correr por toda la habitación. Para después saltar en la cama.

El ama de llaves, llega en ese momento. Isabel respiró profundamente. —No te tengo miedo, ¡bruja!.

El ama de llaves, sale indignada de la habitación, va directo al despacho del señor Johnson. Le comenta sobre el mal comportamiento de la niña.

El señor Johnson respira hondo, cerrando un libro de contabilidad, —es lo que me faltaba— dice entre dientes, se levanta del escritorio y con paso firme camina hacia la puerta, en la entrada principal lo espera un carruaje, mira al ama de llaves. —Volveré en dos semanas. Me ocuparé de Isabel a mi regreso.

Esa noche...

Lucas, tumbado en su cama, escucha el canto de los grillos, observó el botón de una flor, y como son de bonitas las mariposas, cosas que nunca antes le habían llamado la atención, cosas que a su ángel le gustan, pero que carecen de belleza cuando Isabel está cerca.

Qué son todos esos sentimientos tan revueltos en su cabeza que finalizan con un agudo dolor de estómago, que siendo doloroso...no lo es.

Su madre le lleva un vaso de leche tibia.

—Sueña con angelitos, querido mío, dice acariciando su cabello.

Lucas se acomoda en su mullida cama, cierra los ojos y sueña, no con ángeles... sueña con su pequeña, querubín.



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En el texto hay: primer amor

Editado: 08.01.2024

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