Todos los años, a mediados de primavera, el pueblo se prepara para el festival de las flores.
Las costureras tienen mucho trabajo, confeccionando los vestidos de las niñas que quieren ser princesas. Las más pudientes, compran sus vestidos en la ciudad.
La señora Amanda no deja de sonreír, es la mejor época, vende todos los canastillos de flores... comprará ropa nueva para Lucas, para ella y para su esposo. También surtirá la despensa. El señor García también obtiene dinero extra por el arreglo de las carretas que se usarán en la festividad, son adornadas con vistosos colores y tienen la misión de recorrer todo alrededor de la plaza. Con el dinero obtenido comprará zapatos para Lucas, para su esposa y para él... también comprará materiales para arreglar el techo de la casa, para que el próximo invierno no los pille desprevenidos. Quizás le compré algo extra a su hijo, quien no ha faltado ningún día a clases.
Durante toda la semana se hicieron concursos en la escuela para elegir a la niña más bonita y talentosa.
Las niñas practican sus talentos, algunas cantarán y otras bailarán. Isabel cantó ante toda la clase. Todos la aplaudieron, haciendo que sonriera y ante esa sonrisa muchos suspiraron, las niñas candidatas a princesas se molestaron y alegaron que una niña que llegó al salón a mitad de año no puede ser princesa de las flores.
Nino la toma de la mano y les saca la lengua a las niñas que siguen con los berrinches...—no les hagas caso, Isabel—, ella sonríe, no le interesa ser princesa de nada, aunque... Lucas fue escogido para bailar el vals con la princesa. El caballero es quien mejor baila.
Pero Lucas prefiere dormir. De todas maneras Isabel se divierte haciendo guirnaldas junto a Nino quien no deja de hablar, Isabel ríe, mientras Lucas dormita a su lado.
—Las señoras del pueblo hornearán toda clase de delicias, —dice, Nino, con entusiasmo.
—Solo piensas en comer, dice otro niño acercándose.
Nino hace una mueca, toma de la mano a Isabel. — No hables con él, Manolo es un niño malo, a menudo levanta las faldas de las niñas.
Manolo esboza una pícara sonrisa. —Nino está celoso.
Isabel los mira con curiosidad.
Nino se puso rojo. —¡Tonto!
Isabel pestañea y luego sonríe. —Ustedes dos se llevan muy bien.
Manolo hizo una mueca, luego él y Lucas se fueron a jugar a la pelota con otros niños.
Isabel escuchó hablar a otras niñas, que si tejen pulseras con hilos de colores para regalar a sus enamorados, el amor durará por siempre.
—¿Sabes tejer pulseras, Nino?
—No, y ¿tú?
Isabel se encoge de hombros, ella tampoco sabe tejer pulseras.
Los dos suspiran.
Pero no se desaniman, Nino buscó el costurero de su madre. Sonríen, se afanaron en unir las hebras y dar forma a las pulseras. A ratos los hilos se enredan entre sus dedos
Otro día.
Lucas tuvo que ayudar a su padre a reparar las carretas, también ayudó a su madre a cargar los canastillos con flores y dejarlas en el mesón de exhibición, las que se venden casi al instante.
Se necesitaban muchas flores para adornar las carretas.
Mientras, Isabel continúa con su ardua tarea de entrelazar los hilos. Nino hace una mueca, la pulsera de Isabel está muy bonita, en cambio, la suya no tiene forma alguna.
Isabel sonríe y lo anima. —No importa que esté un poco torcida, lo importante en que la hiciste con amor.
Lucas tiene que ensayar el baile con la niña que fue elegida princesa. No tiene ánimos de bailar con ella. Si pudiera bailaría arriba de una nube con su precioso ángel.
Más tarde, cuando los ensayos terminaron y salen de la escuela, Lucas e Isabel caminan un buen rato en silencio, la niña mira el suelo, el niño patea las piedras del camino.
—¿Salió bien el ensayo?, —preguntó Isabel.
Lucas se encoge de hombros. —Supongo, —contesta sin mucho entusiasmo.
—Yo quiero bailar contigo, dijo Isabel. Sus mejillas están sonrojadas.
Lucas sonríe.
—Será todo un honor, —dijo haciendo una reverencia, como todo un caballero.
Isabel sonríe.
Las calles están adornadas con flores y cintas de colores, al igual que la iglesia y el cura da las bendiciones. Se escucha música en todos los rincones. Las chicas esperan el momento preciso para regalar las pulseras a sus enamorados. La carreta que lleva a la princesa recorre al rededor de la plaza, Lucas va a su lado. El señor y la señora García sonríen, su hijo luce pantalón y camisa nueva, la niña lo toma del brazo, el niño se suelta, ella vuelve a agarrarlo, provocando la risa de los mayores. Lucas está enfurruñado, su madre le hace gestos para que sonría, pero nada. Además, que los otros niños de la escuela, se burlan y le gritan ¡príncipe!... Lucas hace muecas, quiere bajarse y golpearlos, no es príncipe... Él es un caballero de capa y espada...de pronto sonríe al ver a Isabel entre la gente. La carreta sigue avanzando, Lucas se mueve al otro extremo de la carreta, se sube a la baranda para poder verla.
La música dejó de sonar, cuando la carreta se detiene, se supone que Lucas debe ayudar a bajar, a la princesa, pero está más interesado viendo donde quedó su ángel. La gente ríe. Haciendo muecas, Lucas, ofrece su brazo, como lo haría un caballero, caminan juntos. La música comenzó. Comienzan a bailar un vals, en uno de los giros, pudo ver a Isabel, que haciendo un puchero, corrió y se perdió entre la gente. Todos comenzaron a reír, cuando el niño agarro a otro compañero de la escuela y lo dejó bailando con la niña en su lugar. Fue todo muy rápido, el señor García ríe, pero deja de hacerlo ante la molestia de su esposa. Esa niña es la hija de un alto funcionario de la municipalidad. La señora Amanda está resolviendo el futuro de su hijo. Anne solo observa.
Luego en la colina.
El caballero y el ángel están sentados, uno al lado del otro... se escucha la música desde allí... Lucas hace una mueca, se quita los zapatos, son nuevos y le aprietan. Además, tuvo que correr detrás de Isabel, que al parecer había usado sus alas. Está a su lado y no dice nada. Las campanas comenzaron a replicar.