Recordando Tu Amor

Capitulo 5. Realising the truth.

-A ver, en una escala del uno al diez, ¿Qué tan guapo lo describirías?

-¿En serio, Lissie?

-Solo di un número. No lo pienses tanto.

Estábamos en un café cerca al instituto. Era mi día libre del trabajo así que habíamos decidido tomarnos la tarde libre para pasar el rato Lissie, Scott y yo. Habíamos llegado una hora atrás y Lissie no paraba de preguntarme sobre el chico que había conocido hace dos días en mi trabajo en la playa. Se lo había contado apenas en la mañana y se enfureció de una manera espantosa. Me dijo que yo no era una chica que tuviera mucho movimiento en mis relaciones y que por lo tanto, ese acontecimiento no era algo como para pasar por alto durante dos días, y que lo haya hecho sin ningún remordimiento, la enojaba aún más.

Me hizo retratarle literalmente cómo era Evan. Sin mentir, me sentí siendo interrogada por una policía desquiciada que intentaba saber cómo era el rostro de un asesino realmente peligroso que solo yo hubiera visto. De acuerdo, lo admito, es demasiado, pero es que una hora de interrogación es para desesperarse un poco ¿No creen?

-Bien. Bien. Un… Seis ¿Tal vez?

-¿UN SEIS? ¿ESTÁS DEMENTE? Si ese chico es tan castaño cómo me dijiste, tan alto cómo me dijiste, tan guapo cómo me dijiste…

-Creo que en ningún momento te ha dicho que sea guapo, Liss. -replicó Scott.

-Scott, cómo se nota que no eres chica. No ha tenido que decírmelo para que supusiera que le gustó ¿O no es así, querida Val?

Scott inmediatamente volteó a mirarme y quedó a la expectativa de una respuesta, que sin hacer mucho esfuerzo, sabía que deseaba que fuera negativa.

-Scott tiene razón Liss. Siempre andas viendo cosas donde no las hay. Eres una exagerada. Solo dije que no estaba para nada feo y que tenía una sonrisa linda.

-¿Ves? Solo dijo que tenía una… ¿Qué? ¿Sonrisa linda?

Scott volteó de nuevo a mirarme esta vez con los ojos bien abiertos.

-Eh… Si. –Titubeé- Era linda como la de Liss, o la tuya, incluso la de Kit. Era un “Linda” generalizada Scott.

El volvió su vista hacia el batido que tenía enfrente y se dispuso a beberlo mientras sus orejas se iban tornando de un rojo oscuro.

Mi relación con Scott siempre ha sido la de un mejor amigo y una mejor amiga desde los trece años. Él fue de las personas que me aceptó aun cuando yo era la rara y desamparada niña nueva de la escuela. Siempre lo he querido como un hermano y apoyo incondicional, y sé que por su parte también soy como la suya, su "pequeña hermana menor".

Scott suspiró -¿Podemos cambiar de tema? Pueden volver a hablar de potenciales machos para su futura reproducción cuando yo no esté presente, gracias.

Lissie soltó una carcajada y empezó a contarnos la historia de cómo su abuela materna se había pasado de copas en la reunión familiar que tuvieron, y cómo había dañado uno de los autos porque lo había chocado contra la cerca de una de las casas vecinas. Claramente no fueron graves los daños excepto una rotura de muñeca que se generó al momento del choque. Nos estaba contando sobre cómo tuvo que pasar todo el día en el hospital de su tío mientras le hacían la cirugía a su abuela, cuando en ese momento me entró un mensaje.

Era Evan.

Si. Otra cosa que no le había dicho a Lissie era que Evan me había pedido mi número después de que pasáramos el resto de la tarde hablando en la cabina.

Sus palabras exactas fueron:

-Sé que eres demasiado… discreta para pedirme mi número y sé que lo quieres, por eso, te propongo que me des tú el tuyo y así el que tiene que pasar por la vergüenza soy yo.

Me crucé de brazos.

-¿Qué te hace pensar que me da pena? ¿Por qué simplemente no quiero hacerlo?

Él se acercó y me susurró mientras exponía una más de sus sonrisas.

-Porque no has parado de buscar con tu mirada mi celular, y sé que te parece raro que no lo tenga a la mano como generalmente sucede hoy en día.

Yo volteé a mirarlo y me alejé un poco. Espacio igual a pensamientos claros.

-¿Pero por qué tiene que ser…?

-¿El celular? –me interrumpió- Porque no dejas de mover el tuyo de una mano a otra como intentando que no se te olvide algo que tiene que ver con él.

-Pero eso no dice…

-Tu sí que no pierdes una –volvió a interrumpirme mientras soltaba una carcajada- Esta bien. Puede que me haya equivocado sacando conclusiones. Pero, ¿lo he hecho? ¿Me he equivocado?

Me quedé mirándolo y poco a poco fui soltando una sonrisa mientras negaba con mi cabeza.

-Escúchalo bien, porque no pienso repetirlo. Tienes razón. Eres la primera persona, aparte de mis amigos y mi madre, que le doy la razón, así que no te acostumbres.

Y era cierto. Para nada era normal que le estuviera permitiendo ganar una batalla, pero como dicen por ahí, lo importante es ganar la guerra.

Evan soltó otra carcajada y se bajó de un salto desde el suelo de la cabina hacia la playa. Sacó una libreta que traía en su mochila y allí anotó mi número. Luego se despidió con un “Nos volveremos a ver” y dio media vuelta para alejarse hacia donde estaba su hermano.

Desde ese día nos habíamos estado texteando en varias ocasiones. Como en ese momento, donde me acababa de enviar el mensaje que normalmente abría todas las conversaciones.

“¿Cómo está el mar, Sirenita?”

Sonreí a la pantalla de mi celular y lo puse debajo de la mesa para poder contestar sin que mis amigos se dieran cuenta.

“Todo muy tranquilo. No ha habido ninguna novedad desde hace dos días cuando un joven, un poco demente, decidió ir a nadar después de haber comido un elefante en salsa BBQ y correr un poco para bajar esos kilitos de más.”

Le envié el mensaje y volví a subir la mirada para intentar captar la conversación entre Lissie y Scott, cuando vibró de nuevo el celular.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.