Jueves 7 de enero, 2016.
Danek.
Termino de aplicarme el pintalabios rosa. Hace un año empecé a dejarme soltar, sabiendo que aquí no iba a ser tan oprimido como en "casa". Peor hace tan solo unos meses que me permití salir con maquillaje en público. Descubrí que me gusta como el rosa Barbie contrasta con mi piel morena. Al igual de como la sombra amarilla hace que mis ojos cafés resalten.
En lo que sí avancé desde que llegué a Los Ángeles es en mi vestimenta. Varios de mis amigos y amigas me han instruido más, dándome diferentes opiniones y perspectivas haciéndome crecer en gustos e ideas para involucrar en mis diseños. Este año he mejorado mucho para mi propio bien.
Al fin estoy sintiendo más amor a mi persona y se siente como el paraíso aceptar cada parte de mí.
Me coloco las zapatillas de plataformas blancas y me paso la correa de mi mochila favorita por el hombro.
Salgo de mi departamento compartido. Bien, si consigo el trabajo, en unos meses puede que pueda rentar un apartamento para mí, en el cual no voy a tener que vivir con personas que no hablan mi idioma.
Bajo las escaleras con prisa y salgo de mi calle con la misma velocidad. No es un barrio particularmente...santo. La verdad es que no extrañaría este lugar. Lo que sí extraño es mi teléfono.
Llego al metro justo a tiempo para tomar el tren. Los minutos pásan como si fueran horas y mi pierna se mueve inquieta.
Si califico para el trabajo, podré avanzar y estar cada vez más cerca de lanzar mi propia línea de ropa de vanguardia.
Claro que entrarás, eres genial Danek, lograrás cualquier cosa que te propongas.
¡Por todo lo sagrado! Llegaré tarde a la entrevista. Salgo del tren en mi parada y salgo del mugriento metro. Este lugar es asqueroso.
Tengo que caminar medio corriendo para llegar al menos cinco minutos antes al edificio de Kate McNamus. Si no consigo esta oportunidad, no sé qué haré. Todo lo que he querido desde que salí de Minnesota hace dos años. Desde eso he trabajado en un restaurante en la ciudad, pero no quiero desperdiciarme ahí.
Camino lo más rápido que puedo. Cruzo una de las plazas atiborradas de personas. Puedo ver el edificio de la diseñadora de moda desde el centro de la plaza. Paso junto a un grupo de bailarines que parecen practicar frente a la academia de Brendon Kinsey. Me gustaría quedarme a observarlos, pero voy demasiado retrasado.
Los observo mientras camino, pero eso me hace chocar contra una persona y botar mi carpeta al suelo.
Observo a la persona contra la que choqué.
— Lo siento.
— ¡¿Estás ciego?! — Él levanta su mirada— Es que tenías que ser maricón— suelta el chico con desagrado al isntante.
No está solo. Hay tres chicos más con él y dos chicas. Los seis me observan con cara de desagrado.
— No quería hacerlo.
No tengo por qué darle explicaciones, pero siento que debo hacerlo.
— Pues lo hiciste, ¿no? — Dice una de las chicas— Paria asquerosa, deberías fijarte por donde vas la próxima vez.
— Si es que no hace que lo maten antes, por la forma en la que viste... Indecente. Que seas así no significa que los demás tengamos que aguantarte a ti y a tu gentuza.
Siento un nudo en la garganta.
Ya llevaba tres meses sin que alguien me mirara feo o dijeran cosas demasiado alto a mis espaldas. No dejo que sus palabras vacias y llenas de odio me afecten.
"No hay nada malo en que me guste lo que soy, porque él me hizo perfecto. Así que mantendré la cabeza alta y llegaré lejos".
Sé que es un cliché gay citar a Lady Gaga, pero esa frase es la que me ayuda a pasar de este tipo de momentos. No voya negarme, no voy a explicarme ni a excusarme porque soy hermoso, perfecto y mi preferencia sexual no cambia lo que soy. Es solo una parte de mí y no la voy a ocultar ni a eliminarla solo para agradarle a las personas que piensan que eso importa en algo.
Levanto mi barbilla y me agachó para recuperar mi carpeta, pero una mano delicada la aleja de mí.
Levanto la mirada y veo a una de las chicas del grupo del cavernícola. Ella enarca una ceja cuidada y sonríe con sorna. Le extiende mi carpeta al chico con el que choqué. Ella me regala una mueca de lastima fingida.
— Dibujitos de vestidos— dice observando uno de mis bosquejos— ¿Lo vas a usar?
Sus amigos ríen.
No digo nada. No quiero alargar este desagradable encuentro. Tengo menos de tres minutos para estar en las puertas del edificio donde me van a entrevistar.
Intento tomar mi carpeta de vuelta, pero él se echa para atrás.
— Venga ya, aberración— Toma una de mis dibujos y lo hace un puño— ¿Quién te va a defender? ¿Dios? — vuelve a reír— Como si fuera a responder siendo así como tú.
Ese sí que es un golpe bajo.
Él toma un montón de mis dibujos y empieza a tirarlos al suelo uno por uno, frente a mí. Sus amigos sonríen mientras él lo hace, como si eso fuera divertidísimo y súper ingenioso.
— Mariquita asqueroso.
Dice, mientras sigue votando mis bosquejos y estos se alejan con el viento.
— Dejen de llamarme así.
Él tira el resto de los papeles antes de responder.
— ¿O qué? — Pregunta uno de los chicos— ¿Me darás un vergazo? Ahí me buscas cuando te bajen las bolas.
— Probablemente tiene más pelotas que tú, James.
Una chica con ropa deportiva aparece de un lado y observa al tal James. Él se pone pálido cuando ella avanza a mi lado y me entrega un montón de mis hojas.
— Mare.
— Jamie— canturrea— Dime, ¿Qué hacen? — Se vuelve y me observa— Hola.
Yo no le devuelvo el saludo.
Ella fija su mirada en el suelo, donde hay al menos diez de mis bosquejos. Se agacha y empieza a recogerlos. Yo me le uno. Ella se incorpora y me da mis dibujos, luego se vuelve a observar a mirar a los chicos.
— Entonces— Posa su mirada de nuevo en mí— ¿Qué hacen?
— Nada.