Martes 5 de marzo, 2019.
¿Elise nos regañó por robarle los brownies? No. Yo sabía que no lo iba a hacer, pues desde que llegué, ha intentado que yo y Nicholas nos mantengamos más unidos o algo así la escuché hablar con Lianne hace unos días en el teléfono. Sabía también que si no me robaba los brownies, papá lo iba a hacer antes, o incluso Tyler, con su mala costumbre de robar la comida siempre. Lo que hablé con Nicholas solo fue coincidencia, porque si hubiera pasado tiempo más antes, podría haber jurado que Elise preparó todo solo como excusa de que ambos estuviéramos más tiempo juntos.
Luego de dejar la bandeja vacía y limpia en su lugar con Nicholas pegado a mí, recordándome que no me salvaría de la furia de Elise. Luego de eso se marchó cuando Emily entró a la casa haciéndome caras mientras le decía a Nicky que la ayudará con algún proyecto o no sé qué. Me reí del apodo luego de que se marcharan, pues no quería más enjaches de Emily.
Y ahora, la mañana siguiente, solo me concentro en no vomitar todos los brownies y cuando llego al granero, visiblemente demacrada, Nicholas está igual, incluso peor, que yo. Su mirada se centra en mí y en mis pijamas probablemente llenas de vómito.
— ¿Crees que Elise nos haya intoxicado a propósito? —Suelta en forma de saludo.
Me detengo a unos pasos de él, pues está la probabilidad de que le vomite en los zapatos.
— Probablemente.
Observo la hora en mi celular. Las ocho de la mañana. Nunca tuve una resaca, bueno, nunca tuve una resaca que se comparara a lo horrible que esto es. Me siento mareada y tratando de estabilizarme, mi teléfono se me escapa de las manos.
— Déjame...—Empieza Nicholas.
— No—Lo interrumpo—, estás peor que yo.
Me agacho despacio, intentando no irme de cara al suelo. Tomo el teléfono, pero no me pongo de pie. No puedo, si lo hago vomitaré. Me quedo ahí, como congelada, ordenándome no vomitar, pues si lo hago todo terminará en los zapatos de Nicholas y eso no será del agrado de ninguno de los dos.
— ¿Mare? —Escucho a Nicholas—¿No te puedes levantar?
Niego, lo que empeora el mareo y las ganas de vomitar. Él murmura algo sobre ayudarme a hacerlo (al parecer estar enfermo lo hace más simpático), pero intento impedírselo, sin embargo sigo sin poder hablar ni negar sin saber que vomitaré. Pero, puedo escuchar su quejido cuando se agacha un poco para ayudarme e inmediatamente escucho sus arcadas.
Siento un líquido algo espeso bajar por mi cabeza y espalda; el olor a vómito me inunda e instantáneamente me hace tener arcadas. Es cuestión de segundos cuando yo vomito también. No puedo procesar lo que pasó mientras me recupero, poniendo la cabeza en el piso de madera, rodeada de mis brazos. Siento líquido escurriéndose por mi cara y caigo en cuenta de que Nicholas me vomitó encima, luego yo le vomité en los zapatos, precisamente blancos.
Empiezo a llorar de frustración. Yo solo quería brownies, no quería terminar enferma con vómito que no es mío encima. ¡En mi cabello! Abro mi boca para tomar aire, pero solo consigo que algo del asqueroso vómito entre en mi boca. Eso solo consigue que siga con mi berrinche. Me siento, probablemente también en vómito, todavía llorando, pero con la casi boca sellada.
Nicholas está recostado en la mesa de trabajo, componiéndose. Lentamente dirige su mirada inyectada en sangre en mi dirección y se empieza a reír. Se carcajea. El muy idiota se burla de que estoy embarrada en su vómito y en el mío. Eso solo me da más arcadas, pero nada sale. Al parecer ya estoy vacía, y, al parecer, todo lo que ocupaba Nicholas era verme en una situación humillante para curarse.
A lo que puedo, alzo mi mano y le enseño mi dedo medio. Eso solo aumenta sus risas.
— Observa tus zapatos.
Él lo hace y la risa lo abandona. Esperemos y se le manchen los zapatos, por maldito.
Segundos después Nicholas vomita varias veces y, al principio me sentí bien, por el karma, pero luego de ya un rato en lo mismo, me siento mal por él. Por lo que llamo a Elise.
— ¿Dijiste que...? ¡Dios mío!
Ella nos ayuda regresar a la casa y acicalarnos. Está de más decir que duré más de lo que quiero admitir en lavarme el cabello. Además, logré deshacerme de otra de las horribles camisetas de Loryn. Cuando salgo del cuarto de baño, Elise me llama y me dice que me quede en la sala de televisión. Al parecer Nicholas está en otro cuarto de baño.
Antes de que Elise salga de la sala la llamo.
— ¿Nos intoxicaste?
— No, Dios mío, claro que no— Dice ella—, pero esto es tan conveniente para mí.
Con eso deja la habitación.
Tiempo después Nicholas entra y se sienta al otro lado del sillón. Ninguno de los dos dice nada mientras vemos televisión, nada en particular, la verdad. Quiero que se vuelva a repetir lo de la última vez que nos encontramos en una situación muy similar, pero no pasa. Elise llega varias veces a tomarnos la temperatura o simplemente a preguntarnos cómo estamos. Sé que lo hace, además por sus instintos maternales, porque le encanta hacerse cargo de las personas, además de su pasado de enfermera. De todas formas, así fue como llegó a esta casa.
En algún momento, Elise nos dice que Jesse vendrá con unos medicamentos.
— ¿Sabes que sí recuerdo? —Dice de la nada Nicholas—Cunado me hiciste una cresta. Cuando crucé el pasillo vi...vi una foto y lo recordé.
No puedo evitar reír, y no lo dejo de hacer cuando, mágicamente, Elise se asoma por el umbral ante las risas. Sabrá solo Dios cuanto tiempo llevaba ahí esperando a que algo pasara.
— ¿Cómo dejabas que yo te cortara el cabello? — Pregunto.
— Confianza, supongo.
— Lo que más me sorprendía era que cada vez yo te mentía de que sabía hacerlo, tú te la creías.
Él sonríe.
Me alegra un poco, y me halaga, que recuerde cosas referentes a mí. Es en parte, no un consuelo, sino algo más, algo que me hace sentir un poco mejor conmigo misma.