Sábado 2 de enero, 2010
Leigh.
Veo a Mare sentada en la misma piedra de siempre. La piedra más grande que pudo encontrar en, seguramente, todo el bosque y ahora está llena de puntos azules. Sé que escogió la piedra más grande porque planea hacer esto durante mucho tiempo y si hubiera escogido otra de las muchas piedras medianas repartidas por el rededor del lago, las llenaría en poco tiempo.
Me acerco y tomo asiento junto a ella.
No habla mucho cuando está aquí. Es para poder escuchar la más mínima cosa que esté al alcance de sus oídos. Incluso su respiración es silenciosa. Teme escuchar no escuchar algo, perderlo. No me imagino cuantos desilusiones se habrá llevado en los diez meses que ha estado viniendo a este sito a diario.
— Creí que ibas a estar con Clayton.
Enarco una ceja y me vuelvo a verla.
Mi familia y yo no celebramos navidad este año. Es simplemente demasiado doloroso y extraño, pero creo que el Sr. Langdon intentó celebrarla con Mare y Elise. Elise le dijo a mamá que ella no se lo tomó a mal y que incluso se vio como si lo disfrutara.
Después de esa declaración me sentí extremadamente curiosa. Mare no celebró su cumpleaños, no celebró Halloween ni el Día de Acción de Gracias. Tampoco creo que haya algo diferente con navidad. Es más, debería ser el día que menos quería celebrar, pero por alguna razón lo hizo.
Por eso me metí en su casa mientras Elise y ella no estaban. Me topé con el Sr Langdon durmiendo en el sillón de la sala, lo qu ese traduce a que tampoco estaba. Así que subí a su habitación y busqué su diario sin desordenar hasta que lo encontré en su casa llena de zapatillas viejas.
Lo leí y algo en mí se aflojo, o tal vez se quebró.
"Decidí que voy a empezar a vivir por los dos, porque, por más que no quiero pensarlo, no sé si él está pasándola bien en dónde sea que esté. Halloween pasó y no me atreví a disfrazarme sin Nick. Luego vino el Día de Acción de Gracias y fue lo que me hizo pensar: ¿este año tengo algo que agradecer? Y sí, sí tengo que agradecer que mi mejor amigo estuvo conmigo durante nueve años. Y aunque ahora no está a mi lado, yo estoy con él, donde sea que esté. No hay distancia que pueda romper una amistad tan fuerte y decidí que si no lo siento conmigo, él, no me importa cómo, me sentirá junto a él. Por ahora, celebraré cada festividad, cada cumpleaños y fiesta como si ambos estuviéramos ahí."
Es obvio que si Mare se entera, me mata. Pero no tiene por qué hacerlo, no es como si alguien más supiera. Pero, de igual manera, lo que ella escribió ahí me hizo cambiar un poco más mi perspectiva de todo este asunto.
No obstante, sigo sin creerme que revisé el diario de una niña de trece años. Me sentí estúpida, pero luego eliminé el pensamiento. Primeramente porque a mí nunca me importó que Mare sea cuatro años menor. Tampoco que yo sea una adolescente de 17 que sale a comer y a hablar con una niña de trece. Mare me cae muy bien y es bastante madura para su edad; Mare es como mi hermana pequeña no es que no me importe Emily, pero ella no hace más que comer, dormir y ver "Los Rugrats". Detesto es programa, es horrible.
— ¿Celosa?
— ¿De qué él tenga que soportarte más que yo? — Pregunta— Por supuesto...
Al menos el sarcasmo sigue ahí.
— Traje pintauñas.
— ¿Acaso quieres arriesgar tus manos?
Ruedo los ojos y rio. Hace unos meses, cuando le dije que me arreglara para ir a mi primera cita con Clayton hace seis años. Decir que quedé como un payaso es poco. Además, en este momento, Mare detesta a Clayton más de lo que nunca la había visto detestar a alguien.
— Es para que yo te las pinte a ti— digo y agrego—. No al revés. Ni en un millón de años.
Saco el pintauñas azul y ella mi extiende su maño. Sus uñas están cuidadas, pero sus manos llenas de callos. Principalmente porque ha estado practicando acrobacias más que anteriormente.
— ¿Por qué te gusta tanto ese tipo?
— ¿Clay?
Mare enarca una ceja.
— ¿Acaso hay otro del que no sepa? — Pregunta— No le diré, de todos modos. Me gustaría verle la cara de payaso cada vez que me encuentre con él.
Ruedo los ojos nuevamente. Empiezo a pintarle las uñas.
— No hay nadie más— Mare pone cara de decepcionada. Le pellizco el dorso de la mano. Ella solo enarca una ceja para que continúe hablando—. Él...es un buen chico. No intenta alocarme ni quiere llevarme a fiestas. No hace nada que no me gusta. Es divertido y lindo. Me respeta— digo—. Eso me agrada.
— Es como la sopa sin sal.
Pauso el movimiento de mi mano y levanto mi mirada para mirarla.
— No sabe a nada— Suelto una carcajada—. No, estoy hablando en serio. Clayton es todo soso.
Aclaro mi garganta y suspiro. Hay algo que Mare no sabe y que no creo que vaya a saber hasta que alguna de las dos no esté a punto de morir.
— A veces es mejor soso que peligroso, Mare.
— ¿A qué viene eso?
Notó el cambio en mi voz. Notó el cambio en mi expresión y la tensión de mis hombros.
— Nada— indico—, solo que en el...amor tienes que tener mucho cuidado. Sé que uno muchas veces no decide cuando sentí amor, pero eso no quita que tengamos que ser descuidados con él. Eso solo serviría para lastimarnos.
Ella traga sonoramente y me pregunto si no debí haber dicho eso.
— uno muchas veces no decide cuando sentí amor, pero eso no quita que tengamos que ser descuidados con él. Eso solo serviría para lastimarnos.
— Papá amaba a mi mamá, por eso se casaron. Tus padres se aman, por eso se casaron — comenta —. ¿Amas a Clayton?
Mantengo toda mi atención en sus uñas. Me concentro en que mi agarre sea firme y no mostrar de más.
Muchas veces olvido su edad y que no entiende muchas cosas que yo sí. Tengo que ser más cuidosa con lo que hablo con ella, como decirle las cosas.
— No lo sé.
— ¿Le quieres?
— Creo que lo hago.