Recuérdame

1.- “Mi vida antes de ti” [Pov Garreth]

Desde que tengo memoria he considerado que mi existir no tiene ningún sentido. He conocido personas a lo largo de mi vida, pero no he sentido que mi existencia dejara huella en ninguna, por el contrario, se han olvidado de mí, incluso aquellos que consideraba cercanos. No tenía una sola persona a la que pudiera llamar “amigo”, pero ¿cómo podría esperar que alguien más sienta cariño o aprecio por mí, si ni mis padres lo sintieron?

No conocí a mi padre, y no fue porque hubiera muerto trágicamente o porque mi madre lo alejara de mí, tampoco porque él me hubiera buscado y yo no quise conocerlo. Fue él quien no quiso conocerme, y eso lo decidió mucho antes de que yo naciera. Quizá él presintió la clase de persona que sería y decidió que no valía la pena sacrificarse por alguien así.

En cuanto a mi madre, ella fue el único familiar que tuve. Siempre trabajaba mucho para poder mantenernos, eso podría sonar como un noble sacrificio hacia su único hijo y tal vez lo era, pero no lo vi de esa forma. Con el tiempo entendí que no solo se esforzaba tanto para tener el dinero suficiente, sino que lo hacía para no verme más tiempo del necesario. El cariño que ella alguna vez me demostró fue poco y no recuerdo si alguna vez me cuidó al estar enfermo. Solo vienen a mi memoria las ocasiones en que mi madre me regañaba a gritos, supuse que hacía todo mal ya que recibía constantemente gritos y malas caras, o la recurrente frase de “eres igual a él”

Conforme pasaban los años, era menos el tiempo que veía a mi madre, llegaba muy noche y siempre cansada o mal encarada. Al principio la esperaba hasta que llegase, pero al verme en lugar de que su ánimo mejorara se volvía peor, me gritaba por cosas que no comprendía, a veces sonaba como si discutiera con alguien más. Ella era así, pero no importaba cuan mal me tratara, imaginaba que así era nuestra relación, si ella se enojaba o gritaba lo soportaba hasta que no lo toleraba más y le respondía de mala manera. A pesar de todo la quería demasiado, era mi madre.

Al iniciar mis años de escuela primaria, pensaba que sería divertido convivir con otros niños de mi edad. Solía escuchar que los años que pasas en primaria son los mejores que se tendrán en la vida y que los amigos que haces en esos años son para siempre. Eso sonaba muy bonito y sencillo, pero para mí esos años no fueron así.

En el colegio me sentía como un espectador, con una sensación similar a cuando se mira un programa de televisión, ves como los personajes interactúan entre ellos, pero uno no puede interferir o entrar en ese mundo. Así los miraba yo, estaban tan cerca, pero a la vez se percibían muy distantes. No sabía que decir o cómo actuar para agradarles a mis compañeros, por lo que pasé todos esos años en solitario.

Crecí aislado de todo y todos, jugaba solo, pasaba la mayor parte del tiempo en casa, veía poco la televisión ya que mi madre me castigaba con frecuencia y debía hacer todos los deberes del hogar. Durante esos años tuve muchas dudas, me sucedían cosas que no me podía explicar y no tenía a alguien cercano para preguntarle. Con mi madre era imposible, con mis compañeros ni pensarlo y los maestros daban miedo, siempre tan grandes y distantes, como si fueran monstruos gigantescos. Imaginé que nadie se molestaría en prestar atención a mis tonterías.

No me consideraba un niño inteligente, no obtenía premios ni reconocimientos, no era de ese tipo de estudiante que los profesores deseaban tener el grupo completo, pero tampoco era un niño que causara problemas, no interrumpía ni peleaba en clase. Era alguien invisible, alguien con el que se puede tropezar y no se piensa que es una persona si no un objeto extraño. Como no destaqué por mi inteligencia ni por causar problemas, los profesores no recordaban mi cara mucho menos mi nombre.

Cuando terminé la primaria me propuse que al iniciar en mi nueva escuela todo sería diferente, me esforzaría para que los maestros me reconocieran y haría muchos amigos. Habría chicos como yo, empezando de cero, y podría hacer de la secundaria una mejor etapa de mi vida.

Cuando faltaban pocos días para que comenzaran las clases, caminaba por la acera cuando me topé con un grupo de personas que parecían no ser de mi ciudad, ni siquiera del país. Llamaban mucho la atención por el color de sus cabellos, ya que estaban teñidos de colores extraños. Nunca se me había ocurrido que se pudiera teñir el cabello de un color que no fueran los “normales” y menos que un chico pudiera pintarse el cabello. Me pareció algo interesante y quise intentarlo, así que busqué un establecimiento donde realizaran ese tipo de trabajo.

Decidí teñirme el cabello de color blanco, ya que consideraba que era el color que mejor me representaba. El color de mi cabello atraía la atención de las personas a mí alrededor y pensé que mi plan había funcionado, pero no resultó como esperaba. Los comentarios que lograba escuchar no eran agradables, aunque al fin notaban mi existencia me pareció molesto, así que traté de ignorarlos.




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