Era de mañana, Garreth no había pasado una buena noche debido a los recurrentes sueños que tenía sobre ese joven. La alarma del despertador sonó temprano ya que sería su primer día de clases como estudiante de educación media superior. Sin mucho ánimo se levantó de la cama, tomó una ducha, preparó el desayuno, él cocinaba para sí mismo todos los días y por las noches también para su madre. Terminó sus deberes matutinos y aún tenía tiempo suficiente para llegar al colegio, en lugar de tomar el autobús prefirió caminar, su paso era lento a diferencia del resto de las personas que transitaban por la acera, las paradas de autobús estaban repletas y los automóviles también se desplazaban deprisa, lo normal para un lunes por la mañana.
El chico de cabello blanco no prestaba atención al ajetreo que ocurría a su alrededor, caminaba ensimismado, sin ilusión alguna de llegar a su nuevo colegio. A pesar de que iniciaba otro ciclo y vería caras nuevas tenía claro que no sería diferente de los años pasados. Garreth no tenía amigos, se le dificultaba acercarse a otras personas, iniciar una conversación, solo con Duke había logrado compenetrarse, con él podía conversar tranquilo, pero ya no estaba más a su lado.
Garreth atravesó las puertas del colegio, el prefecto que cuidaba la entrada lo reprendió por el largo y color de su cabello, pero por ser el primer día lo dejó pasar con un aviso. Su cabello blanco solo le traía problemas, Garreth pensó en la posibilidad de regresarlo a su color natural, ya que solo la nostalgia le hacía conservar el color blanco.
Al entrar se dirigió hacia el muro donde se encontraban las listas de los grupos asignados. Por su estatura no tuvo dificultad de verlas, aunque había más estudiantes delante de él. Se dirigió al edificio de los de primer ingreso, en el trayecto se encontró con varias miradas curiosas y percibió algunos murmullos. Estaba acostumbrado a que las personas lo observaran de forma extraña y que hicieran comentarios que no escuchaba con claridad, por ello dejaba de prestar atención a su entorno y se aislaba en sus propios pensamientos.
Garreth estuvo revisando el número de cada aula hasta que encontró la suya. El bullicio dentro del aula se detuvo brevemente cuando ingresó, debido a la incómoda atmosfera, seleccionó el primer pupitre vacío que vio, uno que estaba cerca de la puerta. Los asientos que se encontraban a su alrededor estaban vacíos, ninguno de los que entraron justo después de él ocuparon alguno de esos lugares. Garreth observaba los pequeños grupos de jóvenes que se habían formado alejados de él, se sentía aislado de sus compañeros, imaginaba que lo juzgaban por su apariencia, su cara de pocos amigos y su intimidante mirada no le eran de ayuda, la mañana estaba resultando tal como él esperaba.
—«Espero que este día acabe pronto» —pensó Garreth decaído.
Faltaban pocos minutos para que iniciara la primera clase, Garreth tenía la mirada baja cuando se percató de que alguien ocupó el pupitre que se encontrado al lado, por el uniforme que vestía era evidente de que se trataba de un chico. Por acto reflejo dirigió su mirada hacia esa persona, el rostro de ese joven lo desconcertó.
—«Ese cabello, esos ojos… no puede ser» —reflexionaba Garreth sin creer lo que veía.
El joven tenía el cabello rojizo y unos claros ojos azules, los cuales resaltaban por su pálida piel. Garreth estaba asombrado, creía seguir soñando o que la falta de sueño le creaba ilusiones. Se quedó observando fijamente a ese chico de singular aspecto, el cual al percatarse de ello giró su cabeza hacia Garreth haciendo que sus miradas se encontraran.
—H-hola, ¿te acuerdas de mí? —titubeó Garreth. El joven pelirrojo lo observó en silencio.
—Lo siento, pero no te conozco —respondió distante.
—Estas bromeando, ¿cierto? —Garreth preguntó desconcertado.
—Creo que me estas confundiendo con otra persona, nunca te había visto antes — respondió con voz monótona.
Para Garreth, la respuesta de ese chico fue como un viento helado, uno que recorrió bruscamente todo su cuerpo. No podía creer lo que escuchaba, porque para él ese chico que tenía frente a sus ojos era Duke, su apariencia era similar, también lo era su voz, pero el tono y esa fría mirada lo confundían.
—«¿No es él?, pero es idéntico…»
Estaba aturdido por las palabras de ese joven, el rostro de Garreth reflejaba la enorme tristeza que sentía al darse cuenta de que ese chico no era la persona que aparecía constantemente en sus sueños. El joven pelirrojo contempló el decaído semblante de Garreth con detenimiento.