Recuérdame

»Final« ↫

"Nos pertenecíamos"

Pensó Zara aliviada.

Solo había una puerta que los dividía del uno del otro.
Una puerta que decidiría su destino.
Luke empezó a regresar a aquella puerta.

—Tiene que abrirla —Le decía Zara a la chica encargada de cerrar aquella puerta—. Tiene que abrirla. Por favor.

Sus ojos seguían lagrimosos, todo el tiempo que estuvo buscándolo se empezaba a sentir más vacía, como si le estuvieran arrancando un pedazo de ella.
Cuando lo vio entrar por aquella puerta se alivió, pero a la vez se preocupó, si él no hubiera volteado... Zara en aquellos momentos lo hubiera perdido.

—No puedo abrirla señorita —Dijo la azafata sin prestarle mucha atención—. El vuelo esta apunto de despegar, y aparte no tienes un pase de abordar.

El corazón de Zara empezó a romperse.
Este no podía ser el fin de ambos.
Solo no podía.
Una puerta lo decidía.
Una puerta que no podía ser abierta.

Luke se dedicaba a observarla confundido.
"¿Qué hace aquí?
¿A venido por mi?
Claro que si, pero está llorando... "
Era lo que Luke pensaba.

Luke empezó a tocar la puerta. No una ni dos veces, varias veces provocando mucho ruido por el lugar.
Esto sorprendió a la Azafata, pero la hizo enojar.
Ella abrió la puerta muy molesta.

Y entonces antes de que la Azafata pudiera reclamar.

Luke sabía porque Zara estaba ahí.
Lo sabía mejor que nadie.

En cuanto se abrió esa puerta, Luke no lo pensó dos veces.

No sonrío.
No corrió abrazarla.
No le dijo nada.
No golpeó al chico de alado de ella.
No hizo nada eso.
Hizo algo mejor.

Se lanzó hacia ella y la beso.

La beso de una manera tan pasional que Zara se sorprendió, al inicio ella no comprendía lo que estaba sucediendo, apenas habían abierto aquella puerta y pocos segundos después lo tenía enfrente de ella dándole un beso.

Pero a Zara ya no le importaba gritar, lo cierto era que ella ansiaba ese beso desde hace mucho tiempo y ahora que lo tenía, no podía dejarlo ir.
"No de nuevo, no nunca más".

Lo tomo del cuello y lo beso con la misma pasión que Luke había comenzado.
Luke la tomo por su cintura tratando de que sus cuerpos quedarán más cerca.

No hubo palabras, sólo acción.

Y ahí comprendió Luke aquella frase que venía escuchando desde hace años.

"Las acciones valen más que mil palabras"
"Un beso valía más que hablar"

Luke tenía un caos en su cabeza, no entendía del todo la situacion, aun asi algo en el comprendia que esto era real.
Sabía que ella había regresado por él, y que él no se volvería a ir estando a lado de ella.

Lo cierto era que el lugar a donde pertenecía Luke era alado de ella. Era ahí donde debía de estar para siempre. Podía confirmarlo con su presencia.

Zara no quería que se fuera nunca más, y no estaría dispuesta de que el destino los volviera a separar.

Cuando se separaron de aquel beso tan emotivo, lo primero que hizo Zara fue sonrojarse y trató de disimularlo cubriéndose la cara con su cabello.

Luke sonrió y apartó ese mechón de su cara viéndola de esa forma tan peculiar.

—Luke... No quiero que te vayas, no de nuevo —Empezó a decir Zara con mucho trabajo—, por favor.

—No lo haré de nuevo, te lo prometo. Mi pequeña.

Zara le sonrió.
Sus lágrimas seguían ahí.
Luke trató de limpiar sus lágrimas con cuidado.

—Ahora que todo está bien... —Empezó a hablar Luke—. ¿Quién demonios es él?

Lo decía mientras apuntaba a Alan, él le sonrió y eso provocó que Luke se enojara.

Zara empezó a reír con loca.

—Te lo explico en el camino —Le dijo mientras le daba un beso tierno en sus labios.

Y lo tomaba de la mano.
Luke no estaba seguro de aquel chico desconocido todavía para él.

Pero en ese instante no le importaba nada, solo le importaba que Zara había vuelto.
Y solo por él.

Empezaron a caminar de regreso a su casa mientras que Zara le contaba quién era Alan.
Luke se sentía avergonzado por haber confundido al primo de Zara con su nuevo novio. Pidio disculpas, demasiadas como para hacer reir a Zara todo el camino.

Zara disfrutaba de que él estuviera tomando su mano.

Ella sabía que no lo podía soltar lo suficiente, porque si lo soltaba un poco, se podría escapar y jamás regresar. Ella no se podía dar el lujo de soltarlo nunca más en la vida.

Porque al final de todo ellos se pertenecían.




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