Recuérdame.

Capitulo 3 De vuelta a casa.

Paso una semana más internada y por fin el día más temido por mí llegó, hoy me darían el alta. El doctor explicó que por mis reacciones es mejor descubrir por mí misma mí vida pasada, que se me cuente lo imprescindible, y que no me atosiguen con recuerdos, hay muchas cosas que quiero saber y muchas no, quiero recordarlas a medida que pase el tiempo. Arlín desde ese día que apareció en el hospital no se separó de mí, hemos vuelto a hacer la de antes, venía a verme todos los días después del trabajo, desde ese día no le pregunté por nuestro distanciamiento, otra que viene a verme a diario es Jimena, que cuando ve a Arlín noto su malestar, pero seguro son celos, en cuanto al tal Gael tampoco se separó de mí, no sé si trabaja o pidió días en su trabajo. Habla poco, pero se nota que es muy cariñoso. No es que me haya dado demostraciones de cariño, pero me habla de manera muy dulce que me incómoda.

—No entiendo porque visto así ahora —me señalo confundida —, no recuerdo haber usado vestidos tan caros desde que salí de la casa de mis padres —articulo confundida —, no tengo tanto dinero, solo soy una empleada, sí es que conservo mí empleó todavía —hablo confundida para mí.

—Yo creo que estás hermosa —dice, él detrás mío poniéndome totalmente incómoda, de hecho es lo único que ha hecho estos días, la forma en que me mira como me habla.

—Entonces… —giro y lo miro —, vamos.

—Solo esperamos las últimas indicaciones del médico y vamos —asiento y me vuelvo a sentar en la cama.

No he preguntado nada de mí pasado cercano salvo las que recuerdo mucho antes del accidente, lo haré cuando llegue a casa, decidí que es mejor no estresarme antes de tiempo.

Resultó que Gael sí es mí esposo por lo menos de papel, lo único que exigí ver es el certificado de matrimonio, no me iba a ir con él sin ninguna prueba, no sé si es un psicópata, un asesino serial o explorador de trata de personas, el certificado decía que llevamos dos años casados y él comentó que estuvimos un año de novios, según él nos casamos enamorados, de hecho me mostró una foto de nuestra boda que se nos ve realmente felices, pero a partir de allí, no quise saber más nada, quería que me den el alta médica y si me alteraba no lo iban a hacer.

—Leyla —entra el médico con unos papeles en la mano —, te vas de alta como sabrás, por favor nada de estrés —recalca mirando a Gael —, solo respondan algunas cosas que pregunte, no la fuercen, si estos días tienes dolores de cabeza muy fuertes, algún episodio de estrés postraumático, o algún síntoma fuera de lo común, ven a verme inmediatamente, conmigo tienes turno dentro de un mes, aquí te doy las órdenes de los estudios para traerlos en la próxima consulta, recuerden seguir con su rutina de siempre, eso le ayudará a recuperar la memoria más rápido, pero trabajar espera a quitársele el yeso —le entrega a Gael las órdenes —. ¿Ya tienen turno con el psicólogo y el psiquiatra? —asentimos —. Muy bien. Buena suerte —sonríe y nos estrecha la mano —. Y por favor señor Hidalgo, mucha paciencia y comprensión, no la fuerce a nada que no quiera, ya hablamos de eso —él asiente.

Doy una fuerte exhalación cuando el médico se retira de la habitación, Gael toma mí bolso y caminamos hasta la salida en completo silencio, y es en ese instante que me pregunto a dónde iremos, o donde viviré yo, mí último recuerdo fue compartir departamento con Arlín, me detengo de golpe en plena salida del hospital.

—Disculpa, pero no sé a dónde iremos —cuestiono nerviosa, o sea tengo que ir con este hombre.

—A nuestra casa —declara.

—Pero yo no te conozco, no podemos vivir juntos —explico preocupada.

—Ya escuchaste al médico, seguir la rutina y tu rutina es en casa conmigo, seguramente de a poco los recuerdos llegarán —inhalo y exhalo profundamente, aunque no me agrada la idea tiene razón, si mí vida antes del accidente es con él debo hacerlo para recuperarme más rápido. Después de unos minutos de pensarlo digo.

—Está bien —siento una exaltación aliviada de su parte —, como regresamos, en colectivo, Uber, taxi.

—Traje mí auto —me señala un renault Mégane del 2008, lo tiene en buen estado, eso indica que no somos ricos, bueno nunca lo fui pero tenía esperanzas, caminamos hacía el auto y él me toma sorpresivamente de la mano, pego un respingo por la sorpresa y quito la mano bruscamente —. Perdón fue la costumbre.

—Perdóname tú a mí —colocó la mano en el pecho —, no lo esperaba —él asiente dolido y caminamos en un silencio incómodo, cuando llegamos abre la puerta del auto.

—Gracias —expreso subiéndome en el asiento del acompañante, él rodea el auto y se acomoda, arranca el coche y comienza a conducir, después de un largo silencio pregunto —. ¿Siempre eres así de caballero?.

—Siempre lo fui contigo —sonríe mirando el camino —, ¿por qué? —pregunta confundido.

—Es solo que no estoy acostumbrada —admito.

—Siempre te abro la puerta del auto —me mira —, disculpa me olvidé por un segundo que no recuerdas nada tu vida conmigo —suena un poco dolido y no sé cómo sentirme al respecto, exhalo y miro por la ventana, el corrido no se me hace para nada familiar.

—¿Dónde vivimos? —logro decir después de unos minutos.

—Al este de la Ciudad —menciona.

Esas fueron las únicas palabras que dijimos en el auto, fueron la media hora más larga de toda mí vida. Las casas eran bonitas un barrio muy limpio y ordenado.

—¿Cual es la casa? —interrogo cuando estacionamos.

—Esa —me señala una hermosa casa, salga del vehículo observándola, parece muy acogedora, Gael baja el bolso de la parte trasera del coche y camina hacia la casa, me quedo observándola.

—¿Vamos? —estira la mano invitándome. Dudo, pero al final accedo.

—Sí —me apresuró a caminar, él busca en su chaqueta las llaves y abre la puerta, hace unos pasos al interior y me mira porque no hago ningún movimiento. Tengo miedo.

—Te quedarás ahí mirando desde afuera, o puedo mostrarla —asiento con dudas y doy unos pasos al interior, él deja el bolso en un perchero que está al lado de la puerta y camina.




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