Recuérdame.

Capitulo 6 Distanciamientos.

Leyla.

Al día siguiente todavía estaba molesta, por lo sucedido ayer, me encerré en la habitación y no baje hasta el siguiente día, ni siquiera había cenado, pero hoy debía pasar parte de la mañana con él, iríamos al banco y me daría las claves suyas y las mías, además debía ir al psicólogo y al psiquiatra.

Subimos al auto sin decir una palabra, él solo me miraba de reojo y yo exhalaba sonoro con molestia cada cierto momento.

Me llevó a desayunar a un lugar muy bonito que recuerdo muy bien, de hecho es mí favorito, y estoy segura él lo sabe por eso me trajo aquí.

—Sé que te gusta mucho este lugar —dice de manera dulce una vez que nos sentamos, parece que quiere arreglar las cosas.

—Sí —yo no estaba dispuesto a hacerlo, desde que me levanté y nos vimos, a sus preguntas respondo con monosílabos. Él inhala profundo reteniendo por unos segundos el aire en sus pulmones y los exhala.

—Lamento mucho lo ocurrido ayer —se disculpa sinceramente —, solo tenía miedo que te pasara algo, Carlota me dijo que saldrías pero no que acompañada, por eso estaba alterado, temí que te hubieras perdido, y que te pasara algo, era muy pronto para salir a mí modo de ver, recién acabas de salir del hospital, temí que te descompusieran y no tuvieras manera de comunicarte conmigo, eso es todo —si supiera que fue justamente lo que sucedió —, no quiero controlarte, solo me preocupo —se oía sincero, y escuchando su punto de vista y recordando lo que sucedió ayer en el auto de Arlín tenía razón, mí malestar se esfumó.

—Está bien, acepto tus disculpas —no tenía caso seguir enfadada, porque si me conoce bien como dice, sabe que soy bastante orgullosa y me cuesta pedir disculpas.

—Gracias —toma mí mano y me sonríe de manera tierna y con ese brillo en sus ojos que me ponen realmente incómoda, hace un poco de cosquillas en mí pecho pero lo ignoro, no lo recuerdo, de manera disimulada le quitó la mano y tomo la carta y le prestó toda mí atención como si mí vida dependiera de eso —Qué pediré —carraspeó para salir de este incómodo momento, pasando la mirada de un lugar a otro sin ver nada en realidad. Cuando por fin me decido hacemos nuestros pedidos.

—Me encanta este lugar —reconozco en voz alta, es un lugar sencillo pero cálido, es más había trabajaba aquí cuando huí de casa, lo hacía mientras terminaba mis estudios, me ayudaba a pagar la mitad de la renta y a cubrir con mis gastos.

—Lo sé, el señor Lorenzi y esposa te envían saludos y pronta recuperación —no puedo creer que lo conozca, ellos se portaron excelente conmigo.

—¿Los conoces? —cuestiono incrédula.

—Claro Leyla, sé todo sobre ti. Me trajiste aquí y me lo presentaste —bueno, eso confirma que era amor y no un contrato, de lo contrario no lo hubiese hecho.

—Es raro no encontrarlos aquí —digo un poco desilusionada señalando con la cabeza la caja, cuando entre creí que podría verlos y preguntarles muchas cosas de Gael, me desilusionó un poco no verlos.

—Se fueron a ese viaje que tenían planeado hacer cuando se jubilaran, quisieron regresar cuando se enteraron, pero no encontraron pasaje de vuelta luego te mejoraste y les dije que no haría falta, que yo te cuidaría bien —ahora entendía porque no me fueron a ver al hospital.

Después de desayunar fuimos al banco, vimos mí estado de cuenta, pedimos una nueva tarjeta porque la mía no servía debido al accidente, la clave la obtendría cuando me llegara la tarjeta, después del banco fuimos al hospital. Allí me vio el psicólogo primero. Él especialista me preguntó acerca de mí pasado, y le conté los problemas con mis padres, cómo fue que me alejé de ellos, y que había hecho terapia. Me preguntó por la información nueva de mí vida de la que me había enterado y lo que me costaba entender, como lo de mí amiga Arlín y de mí matrimonio, que no lo recuerdo, le conté de mí crisis de ayer cuando subí al auto de Arlín y que no sentí lo mismo hoy cuando subí al de Gael.

—Es por un trauma, seguro lo del accidente, debemos esperar, pero cuando tengas una crisis debes ver al neurólogo inmediatamente —dijo contundente.

—Tengo cita para dentro de unas semanas —le recuerdo.

—Te citaré para después que veas al neurólogo, cuéntale tu episodio, Esta consulta es de rutina, quizás tu memoria se niega a recordar por algún trauma relacionado, pero veo que quiere recordar, quizás el trauma se deba ya sea con tus padres tu amiga o tu esposo, eso el tiempo lo dirá, tu inconsciente lo guardo y por lo visto quiere sacarlo, pero necesita tiempo, la mente humana es muy difícil, no es como tu brazo —lo señala —, que le coloca yeso y con el tiempo se cura, la mente necesito más tiempo, y es más compleja. Si querés seguir un tratamiento y contarme de tu pasado, puedes verme.

—Si me ayudará a recuperar la memoria está bien. No sanamos muchas cosas, pero nos tratamos esporádicamente aunque por lo visto las cosas entre nosotros cambiaron un poco creo que desde que me casé, o por lo menos escuché eso en el hospital —no sabía cuándo y cómo había cambiado las cosas con ellos, eso debería preguntarle a Gael, porque por el trato que se dieron en el hospital era como si se conocieran bastante, y nuestra relación mejoró.

—Hice un diagnóstico y le enviaré al psiquiatra, atiendete con él —me dio la orden y me indicó el consultorio.

El psiquiatra vio los estudios que el neurólogo y la psicóloga les enviaron, y explicó que me vio por rutina que mí problema de amnesia no necesita ningún medicamento, pero si concordó con lo que el neurólogo me dio por si me dolía la cabeza, y así terminó la mañana. Ya era la hora del almuerzo. Gael me dejó en la casa y fue a su trabajo. Necesitaba un medio de transporte, no quería que él siguiera lidiando conmigo, ya había perdido mucho tiempo en el hospital y debía trabajar.

Los días subsiguientes casi no lo vi, se iba temprano y regresaba tarde, Jimena vino a visitarme después del trabajo y se iba cuando Arlín llegaba, me extrañaba la hostilidad que existía entre ambas si antes eran buenas amigas, pero Jimena no mencionaba nada, mientras Arlín solo insinuaba lo mal amiga que había sido con ella, pero no especificaba por lo que habían dejado de serlo.




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