Universo paralelo

Gael.

Después del beso y el acercamiento con Leyla no pudimos seguir hablar mucho, su hermana había llegado a la ciudad, y había estado el resto del fin de semana con ella, todo estaba encaminado, ella estaba más cerca mío, falta poco para que todo sea como siempre.

La semana empezó y tenía mucho trabajo, debía supervisar el evento y seguir con el trabajo.

—Ya te dije que no me llames en las horas laborales —hasta podía ver cómo ponía en blanco los ojos.

—No te enojaste, quería saber cómo sigue todo —escucho una exhalación de molestia.

—Ya no quiero hacer más esto, me siento una maldita traidora —aclara con frustración, su voz se escucha cansada

—Vamos, falta poco ya te dije mí plan —insistí, era la única que sabía todo y la necesitaba, Jimena además de ser mí amiga, era la única que sabe todo la verdad, lo descubrió sin querer días antes del accidente de Leyla, me dio unos días para que se lo confiese a mí esposa pero sucedió el fatídico accidente.

—Ya que haces tantos planes, ¿por qué no haces uno en donde reconquistas a tu esposa?. No vi ningún progreso —se escuchaba como se movía de aquí para allá, estaba realmente ocupada, pero no tenía a quién recurrir.

—Fuimos a pasear, y le regalé flores este fin de semana, solo te diré eso —no le diría también que nos besamos.

—¡Oh, por Dios! ¡Por fin te iluminaste! —exclama sarcástica —. Está bien, solo lo haré hasta este fin de semana —inhala profundo está fastidiosa —. Todo tranquilo, hoy fue el único día que vi a Jeremías cerca de tu esposa —me tenso, y como acto reflejo me levanto de la silla como resorte, parece que no entendió mis amenazas.

—Y qué hacía ese infeliz cerca —inquirí un poco alterando apretando la mandíbula, no quería gritar, ella no tenía la culpa.

—Te recuerdo que todos trabajamos en la misma empresa, y en una empresa se conecta un área con otra, ¿me extraña como un empresario como tú no sepa eso? —ironiza, y escucho que sigue trabajando.

—Muy graciosa —digo sin ninguna gracias.

—Te dejo, debo trabajar, no soy dueña de una empresa, si no lo hago el trabajo se me acumula y me atraso. Si llegase a pasar algo de suma urgencia te llamo, de lo contrario déjame en paz, ¿aquí las paredes escuchan? —cortó la llamada antes que diga algo más, iba a dejar de ser tan intenso, el peligro había pasado.

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Leyla.

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—Voy a matarte —fue lo primero que dije cuando entré a la oficina de Arlín, el lunes por la mañana.

—Hola amiga, ¿cómo estás?, ¿cómo fue tu finde?, genial salí con amigos porque a una mala amiga me cansé de llamarla y no me atendió —ironiza bastante molesta —. Ya sé, te arreglaste con tu maravilloso esposo —rueda los ojos, está enojada y no tengo idea porque.

—Muy graciosa —toma la taza de café, se acomoda apoyando la espalda en la silla y me mira.

—¿Por qué vas a matarme? —hace señas con la mano para que le explique mí visita.

—¿Por qué dejaste que me besara, y me acostara con Gael en nuestro primer encuentro? —frunce el ceño, no entendiendo mí ataque, hace un gesto recordando el momento.

—¿Por eso quieres matarme? —rueda los ojos —, en mí defensa llegué tarde a tu fiesta de celebración, además eso pasó hace mucho tiempo ya —se defiende —, espera —me mirá confundida —. ¿Lo recuerdas? ¿Recuperaste la memoria? —interroga un poco alterado.

—Ya quisiera, no —me encojo de hombros —, estuve con él, el fin de semana y me contó muchas cosas —su cara refleja intriga, toma un sorbo de café.

—Muchas cosas, ¿Cómo cuáles? —apoya los codos sobre la mesa, parece muy interesada.

—Hablamos de sus padres, de los míos aunque seguro él ya lo sabía, también de nuestro primer encuentro, y de los siguientes. ¡Por Dios, casi muero cuando lo supe! —me tapo la cara de la vergüenza, aspiro aire —¿Puedes contarme cómo lo conocí? —quería saber su versión, confiaba en ella, jamás me había mentido, suspiro sonoro, se acomodó en la silla para comenzar a hablar.

—Ese día te dieron tu ascenso, por supuesto el que disfrutas ahora —su tono me confunde, no parece muy contenta pero quizás son ideas mías —, yo tenía trabajo atrasado, y no podía ir inmediatamente al bar, te insistí en realizarlo al otro día que era sábado, si te insistía más, seguro no lo hubieses conocido, pero tú querías celebrar ese día, por algo que había pasado —recuerda pero le resta importancia—. A ti te gustaba muchísimo Jeremías, pero el muy idiota no se decidía, entonces te dije que te olvidarás de ese idiota, me caía bien pero no dejaba de ser un idiota, bueno, entonces te aconsejé que salieras con los chicos de la oficina, que encontrarás un chico sexy, lindo y guapo y te olvidarás de él, Jimena obviamente fue contigo y le pedí que te cuidará, sé cómo te pones cuando celebras, bebes sin control, cuando me desocupé y llegue al bar, tú estabas en la pista de baile comiéndole la boca a Gael, regresaste de la mano con él a la barra donde estábamos todos, nos presentaste, me dijiste al oído que me habías hecho caso, me dijiste que irías a casa, me negué para que no cometieras una locura, no me hiciste caso y encima te enojaste conmigo y saliste de allí con él, al día siguiente llegaste con la misma ropa y dijiste que habías dormido con él en su casa y que al otro día tendrían la siguiente cita, nunca más se separaron y seis meses después se cansaron —me señala con un dedo —, no me invitaste a la boda por cierto —su relato escueto y poco animado, pero calculo que era porque no fue a la boda —. Siempre supe que eras una perra —larga una carcajada contagiándome a mí —, sabía que tenías eso muy oculto y salió, y ahora estás casado con alguien muy sexy y guapo. Sabía que mentías cuando proclamabas que era un cliché enamorarse de los tipos lindos. Lo lograste. Ánimos —se acerca y palmea mí hombro —, y .... ¿cómo te fue con él? —dudo en decirle.

—Nos besamos —confieso un poco avergonzada, sonríe pero no llega a los ojos.

—Bien por ti, es tu esposo, y eso hacen los esposos — se levanta de su lugar y sale de su oficina, parecía irritada por algo, bueno, sabía que había una tirantez entre ellos, seguro creía que si me arreglaba con Gael me alejaría nuevamente.