Recuérdame.

Capitulo 14 Verdades

Leyla.
Ni bien llego a casa busco una valija y la abro sobre la cama, meto con furor todo lo meramente necesarios, la mayoría de las cosas, por su valor económico seguro me las habrá regalado él o eso había escuchado, y como no quiero deberle nada, dejo la mayoría de las prendas, que las done o haga una venta de garaje. No me interesa. No quiero nada de él, me mintió, ocultó cosas importantísimo, y por lo manipulador que descubrí que es, seguro dirá que el médico prohibió que me de información, si hubiese sido por eso lo entendería, pero él me mintió mucho antes, cuando nos conocimos. No me lo dijo estando de novios, o cuando nos casamos. Al final es más desconocido de lo que creí. Maldito loco.
Arlín y Jeremías me había querido traer hasta casa, pero decidí que un taxi sería lo más conveniente, por varios razones, primero no quería que Gael los viera y los acuse que me llenan la cabeza, provocaría otro escándalo, y dos cada vez que intento ir con Arlín en su auto comienzo a sentirme asfixiada. Es mejor evitar esos conflictos.
Cuando estoy terminando escucho de lejos que alguien entra a la casa, así que trato de apresurarme, voy de un lado a otro juntando algunas cosas y cuando estoy cerrando la maleta la puerta de la habitación se abre.
—¿Qué haces? —su voz se oye confundida pero también molesta, no lo miro, sigo con lo mío —. Te pregunté qué haces —levanta la voz haciendo que lo miro a la cara, noto que su rostro está descompuesto, tiene los labios en una línea, el ceño fruncido y las manos en puño, no está contento y lo noto muy molesto, no lo entiendo, la ofendida debería ser yo.
—No creo que hay que ser un genio para saber que estoy haciendo. Me voy —señalo la maleta con una mano —. ¡Me mentiste Gael! —le recuerdo porque al parecer el que sufre de amnesia es él.
—Yo no te menti, solo te oculté algo que no es lo mismo —no puedo creer su caradurez, es muy pobre su argumento, bajo la maleta de la cama y hago un paso.
—Para mí es exactamente lo mismo —espeto muy molesta, doy otro paso.
—¿Lo mismo? ¿Segura? —pregunta irónico acercándose a mí muy molesto —, ¿es lo mismo?, ¿cómo tú me ocultaste que tu amigo te envió flores y se besaron? —abro los ojos con sorpresa y quedo en shock, no sé cómo se enteró de eso, Jimena nunca lo supo y por cómo se lleva con Arlín no creo que ella se lo haya dicho.
—Cómo te enteraste —digo con dificultad, jamás pensé que se enterará de eso, él se aleja unos pasos, pasa la mano por el cabello desordenandolo, tiene el traje desaliñado y no lo veo bien, me hace sentir culpable, porque viéndolo de ese modo, yo lo engañe y lo mío es peor, aunque me sentí culpable y no seguí el beso, igual besé a Jeremías, engañé a Gael, ni siquiera se lo comenté, pero en mí defensa al igual que él tampoco tuve tiempo, él no estuvo en la casa, casi ni nos vimos. No sé justifica maldición.
—Por qué tu amiguito, se encargó de refregármelo en la cara como mí esposa —remarca esa palabra —, aceptó sus atenciones e incluso se besó con él —no puedo creer que Jeremías se lo haya dicho, acaso siempre fue su plan, no sabía que utilizará todas sus armas para separarme de Gael. Me quedo muda e inmóvil en el mismo lugar, cómo se atrevió a decir eso.
—Creí que lo que unía a este matrimonio era la fidelidad —continúa dolido —. Pensé que eras una persona con principios y que tu pérdida de memoria no había alterado eso, que te tomabas a este matrimonio con la seriedad que se debe, pensé que eras una persona integra —baja la voz, lo observo y siente pesar —, sé que al principio me comporté como un idiota, y aunque sé que no es suficiente estás últimas semanas me estuve esforzando para reconquistarte, no estaba haciendo un buen trabajo me doy cuenta, pero no puedo creer que te vayas a los brazos de ese idiota, después de todo —aspira oxigeno y me mira con ojos llenos de tristeza —. Te amo Leyla, como jamás ame a una mujer, y si hice las cosas que hice fue porque siempre recalcaste que el dinero arruina a las personas, que eso les hizo a tus padres —me recuerda y tiene razón siempre pensé eso, mis padres siempre fueron una basura porque es lo único que les importa. Pero él tiene razón, yo lo traicioné.
—Debiste decírmelo. Si no me lo dijiste antes debiste decírmelo ahora —sentencio mirándolo fijo a los ojos.
—Lo sé y me disculpo. Pero esa empresa no me pertenecía hasta hace unos meses, por eso mi ausencia de este tiempo, tenía problemas con la junta directiva, los demás socios no querían reconocer el trabajo de mí padre, y todo se complicó cuando tuviste el accidente, con mí ausencia se negaron aún más —esas palabras me hacen sentir culpable, las enfermeras y los doctores daban hincapié que él se quedó siempre a mí lado los días de mí internación.
—¿Cómo quieres que confíe en ti? —articulo.
—Eres bastante hipócrita —suelta y tiene razón, me sorprenden sus palabras —. Yo por lo menos reconozco mí error y doy la cara, me estoy disculpando, mientras tú me ocultaste que él te besó, ni siquiera se te pasó por la cabeza que se te insinuaba, yo jamás te traicionaría de esa manera —sé cómo se siente porque me siento de la misma manera, siente que lo he traicionado. Jamás en estos meses lo vi tan molesto y jamás, sobre todo, me había hablado de esa forma.
—Pero está bien, si quieres hablar y aclarar todo… —de pronto la cabeza empieza a doler terriblemente, es un dolor muy fuerte y punzantes que atraviesa todo el cráneo, siento como si la estuvieran partiendo en dos, me pongo en cuclillas, tomo la cabeza entre mis manos, como si esto pudiera menguar el dolor, me duele, me duele mucho, puedo escuchar a Gael que al verme dice mí nombre desesperado, se encuentra al lado mío agachado tratando de contenerme.
—Vamos al hospital —ordena mientras me levanta entre sus brazos, siento como baja las escaleras, atino a sujetarme entrelazando mis manos por detrás de su nuca para sujetarme, para no caer.
Flashes de imágenes se reproducen sin dejar que la cabeza deje de doler.
.
Gael
Siento miedo, siento el mismo temor que cuando me comunicaron que Leyla tuvo el accidente, el mismo temor del de mis padres, no quiero perder a más personas, ella no deja de llorar y quejarse del dolor de cabeza, toda la ira y frustración pasó a un segundo lugar, me preocupa ella, me preocupa que esto sea algo grave, una secuela que dejó el accidente y no haya salido antes.
Siento que moriré junto a ella si le pasa algo, no podré vivir sin ella.
Apenas aparco el auto al hospital, bajo y la tomo entre mis brazos, ella se la nota alterada, llora por el dolor y no deja de temblar, camino lo más rápido que puedo y cuando llego a la entrada grito que necesito una camilla, una enfermera y un camillero se acercaran y mientras la revisan le cuento lo sucedido, ella se queja del fuerte dolor de cabeza, llegamos a un cubículo la recuestan y me avisan que irán por el médico, cuando este llega junto con la enfermera, le relato todo nuevamente, le dan un calmante intravenoso para que se tranquilice, ella poco a poco se va quedando dormida.
El doctor me indica que su médico neurólogo la vendrá a ver mañana e igual ordenó estudios de rutina, quedará en observación, los estudios se los realizarán mañana, así que me acomodo en el sillón y me cubro con el saco, me espera una larga noche.
Estoy cansado, había trabajado mucho está semana en ambas empresas y con los preparativos del evento había descansado poco, sabía que Leyla dormiría toda la noche por el calmante que le pusieron, y viendo en retrospectiva ella tiene razón, debí decirle toda la verdad, pero era cierto todo lo que le había dicho. Si bien era el heredero de la empresa de mis padres, al morir ellos tan repentinamente, y luego yo al estar tan mal, los demás socios habían tomado todo el control de la empresa, más aún cuando un año antes yo había fundado mí propio empresa, no me veían como un aliado, más bien como un rival. Todo estaba en manos de mis abogados, también del buen amigo de mí padre y ahora mí socio, el señor Lombardi, quién me ayudó y apoyó mucho para recuperar la presidencia. Jamás consideré que mis padres murieran a tan temprana edad, y que dejarán sus negocios al azar, que tuvieran documento sin firmar, pero por fin después de tres años lo logré.
Para ese tiempo sin ellos fueron meses tristes y estuve muy depresivo, y entonces conocí a Leyla y todo cambió.
Siento que alguien toca mí hombro, somnoliento abro los ojos y me encuentro con la enfermera quién me sonríe.
—Lo siento, pero necesito que salga unos minutos —me incorporo y siento como todo el cuerpo me duele, hace meses que estoy durmiendo terriblemente mal. Estiró mí cuerpo hasta que salgo de la habitación, unos minutos después sale y me deja entrar otra vez, son las seis de la mañana y hace tres que llegamos y estabilizaron a Leyla. Busco en mí teléfono las noticias, y veo el evento, algunas son críticas buenas y otras no, los paparazzi hablan del enfrentamiento entre Jeremías y yo . Maldición.
—¿Qué hora es? —su voz hace que la mire, tiene el maquillaje un poco corrido, pero aún así no deja de verse hermosa.
—Hola, son las seis y media —dejo el móvil en el sofá y me acerco a la cama —. ¿Cómo te encuentras? —ella se sienta un poco en la cama, me siento a un lado.
—Mejor, me dolía terriblemente la cabeza —acaricia la sien con el pulgar.
—Me asusté mucho —confieso.
—Lo siento —se acomoda mejor en la cama —. ¿Te quedaste aquí toda la noche? —pregunta incrédula, entiendo que no me conoce, de lo contrario jamás haría esa pregunta.
—Por supuesto, no iba a irme a casa sin ti.
—Lo siento —por fin dice apenada —, juro que no te traicioné, no seguí el besé de Jeremías, algo dentro de mí se negaba a hacerlo, sentí que te estaba traicionando, pero no te la agarres con él, por favor no lo despidas —juro que quiero hacerlo, apeló a su amnesia para tratar de conquistarla, él sabe que ella recuerda estar enamorada de él, me duele que lo defienda.
—¿Lo de las flores, chocolates y demás cosas son ciertas? —baja la cabeza apenada, eso significa que lo es. No quiero que me mienta. Los dos no hablamos por un rato, acomodo mis ideas. Tengo mí orgullo, no es grato saber que accedió a las atenciones de él, pero también pienso que ella no me recuerda, pero a él sí. No sé qué hacer, debo soltarla pero no puedo.
—Lo siento, de verdad lo siento. Me siento confundida y juro que no quise lastimarte, prometo Gael que el tiempo que estemos casados respetaré este voto —sé lo que significa, ella piensa divorciarse eventualmente. Mis ojos se cristalizan porque aunque me enfurecí, no quiero perderla, porque no la culpo totalmente, estoy seguro que Arlín y ese tipo estuvieron presionando —. ¿Puedo saber porque me ocultaste lo de la empresa?.
—No es porque no confío en ti, tampoco me interesa el dinero, lo que te dije anoche es cierto. Después de la muerte de mis padres me deprimí mucho, y me ausente, había documentos sin firmar y me quisieron quitar la empresa, pero por fin después de tantos años puedo decir que la recuperé. Para mí no tenía sentido decirte algo que no sabía si era mío —confieso, me levanto y camino unos pasos para alejarme —. Cuando mis padres murieron me sentí fatal, como te dije sufrí de depresión, me sentía solo, pero de pronto tú llegaste, estuviste conmigo y me devolviste las ganas de vivir, de luchar, eres tan importante para mí Leyla que no te lo imaginas —le confieso sin mirarla a los ojos, no quiero que vea lo vulnerable que me siento ahora.
—Siento mucho todo eso —aspiro aire y los mantengo en mis pulmones, quiero tragarme las lágrimas que quieren escapar.
—¿Qué sucedió anoche? —cambio de tema luego que me compongo.
—Tuve como algunos flashes de mí vida —es bueno, pero también sabrá porque tuvo el accidente y me llena de terror eso, sobre todo por como estamos, si recuerda no dudará en abandonárme, pero es mejor que lo sepa ahora.
—¿Qué recordaste? —interrogo antes de confesar todo.
—Estaba con Arlín y discutimos, después vi otra que lo hacía con Jeremías, y por último contigo, flashes del accidente, pero era como si hubiese tenido varios, se veían diferentes. Nada tiene sentido —si las tiene, creo que es mejor que de una vez por todas le diga la verdad —. No sé si son memorias o pesadillas —dice en una exhalación confundida.
—Son recuerdos —afirmo y ella me mira a los ojos.
—También tuve flashes de nuestra boda —titubea, trago grueso, eso es genial.
—¿Qué recordaste?.
—Qué estaba frente a un espejo vestida de blanco, sonreía muy feliz —aparta la mirada y queda pensativa y yo en silencio.
—Qué sentiste —digo después de unos minutos —. Al recordar, que sentiste —vuelvo a preguntar, quiero que diga que recuerda que me ama.
Ella inhala profundo y lo suelta despacio.
—Es difícil decirlo con exactitud —susurra.
—Solo dilo por favor Leyla —pido por lo bajo, su mirada es dubitativa y su mirada esquiva.
—Solo fueron flashes, imágenes sin sentido que seguro significan algo pero no sé exactamente, no recordé episodios, solo eso que te conté —todo es tan frustrante —. Lo siento de verdad, lo siento me hubiese encantado recordar todo —un silencio invade el lugar por varios minutos, ninguno de los dos se atreve a mirarse a los ojos —. Dijiste que sabías lo que significaban esos recuerdos, dime qué significan por favor—suplica expectante mirándome a los ojos. Es hora de revelar toda la verdad.
—Está bien, hablemos —camino de nuevo hasta la cama pero me siento en una silla que se encuentra al lado.
—El accidente…
—Señores Hidalgo —interrumpe el doctor haciendo que no pueda hablar —, la llevaremos a hacerle los estudios, mientras cuéntame que sucedió.
Camino allí, le cuento todo, el porqué de nuestra discusión, el doctor frunce el ceño no agradándole nada lo que escucha, ella le cuenta también los flashes de sus recuerdos pero no dice nada, solo escucha atentamente. A Leyla le hacen una tomografía, Electroencefalograma y otras más, cuando le realizan todos la llevan a su habitación y la dejan descansar, solo hay que esperar los resultados y lo que el doctor aconseje y por fin nos iremos a casa.
—Ya están los resultados —dice entrando el doctor —. Leyla todo salió bien, solo deben tratar de hablar sin discutir, el estrés evita la recuperación de la memoria. Por favor tengamos paciencia. No tienes nada grave, es solo partes del proceso —siento un gran alivio —. Si tienes otro episodio no duden en volver, por el momento no forcemos las cosas, por favor —con eso él se retira y ella empieza a cambiarse de ropa le había pedido a Carlota que le traiga ropa para ella, es de tarde y solo tenía el vestido de la noche anterior, es de gala, seguro no se sentiría cómoda.




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