Recuérdame.

Capitulo 18 Cayendo en su propia trampa.

Y yo pensé como una ilusa que esto sería fácil, estoy quieta mirando al techo, sin poder pegar un ojo, tengo los nervios de punta, todo lo sucedido estos últimos días no dejan de repetirse en mí cabeza.
Mañana enfrentaré al idiota de Jeremías, sé que tengo la mayor parte de culpa por no detener sus coqueteos y regalos en un inicio, pero en ese momento me sentía tan confundida. No entiendo porque le dijo todo eso a Gael si entre nosotros no pasó nada, solo un beso que no correspondí, y regalos que no rechacé. Bueno viéndolo de ese modo todo es mí culpa. Por eso aclararé todo con él, igualmente me parece muy cobarde lo que hizo.
Por otro lado está lo de mí hermana, estuve pensando y primero hablaré con mis padres, quizás si hablo con ellos cambien de opinión y desistan de querer casarla. Quizás el tiempo los cambió y ya no son tan rígidos y estrictos como antes.
Y no olvidemos los recuerdos que tuve antes de ir al hospital, cada vez que me esfuerzo por recordar empieza a dolerme la cabeza. Quiero saber que significan esas imágenes, y solo hay una persona que puede quitarme la duda.
Por otro lado está Gael que duerme a mí lado, estoy sin querer mover ni un solo músculo para evitar tocarlo, ¿como terminamos durmiendo los dos en la misma cama?.
Me puse mí pijama que consistía en una remera larga mientras él estaba terminando de asearse en el baño de mí habitación, untaba crema en mí cuerpo como todas las noches, hasta que él salió de ahí, solo con un pantalón pijama y el torso desnudo. Juro que no quise que su fragancia se impregne en mis fosas nasales, juro que no quise que su cuerpo se tatuara en mis pupilas. Agradecí cuando apagó la luz, aunque la habitación no estaba completamente oscura, se acostó en la cama improvisada de colchas superpuestas, y se tapó con una frazada cubriendo su cuerpo.
Me acosté boca arriba tapándome hasta el cuello, pero él se empezó a mover de un lado a otro buscando una posición más cómoda que obviamente no encontró haciéndome sentir fatal, después de todo era mí hermana la que había usurpado su cuarto y su cama. Y lo que me hizo sentir peor fue recordar que había pasado la noche anterior durmiendo en un pequeño sillón. Cuidándome.
—Si quieres puedes dormir en la cama —ofrecí no muy convencida en voz baja.
—¿Y dónde dormirás tú? —interrogó con dudas desde su improvisada cama.
—También aquí —dije con dudas.
—No, no te preocupes, estaré bien —dijo dándose la espalda.
—Vamos Gael, estás incómodo y no nos olvidemos que pasaste mala noche en el hospital durmiendo en un duro sillón —insistí.
—¿Estás segura? —su voz sonó con incredulidad.
—Vamos, somos dos personas adultas que dormirán en una misma cama —me senté —. La cama es lo suficientemente grande para caber los dos. Solo tengo una condición —lo sentí mírame —. Solo ponte una remera por favor.
—No quiero incomodarte —declinó mi oferta.
—Vamos, si te hace sentir más seguro pondré una barrera de almohadas entre ambos —bromeé palmando el lado vacío de la cama, levantó la cabeza para mirarme —. Es broma Gael solo … —invité golpeando el lado vacío.
—Está bien —accedió, se acostó boca arriba y miraba el techo con interés, parecía pensativo y tenso.
—¿Puedo saber que te sucede? —interrogé poniéndome de costado para mirarlo mejor. Lo sentí exhalar.
—No pasa nada —dijo serio sin mírame.
—Si es por mí hermana te prometo que le buscaré un lugar donde vivir lo más rápido posible —mis palabras hacen que me mire ceñudo.
—¿Quién crees que soy? —dijo molesto —, sé que no me conoces y ni me recuerdas, pero te he demostrado que me importas, me importas tú y todo lo que pasa contigo —dijo muy molesto sentándose en la cama.
—Lo sé —dije culpable —, me lo demostraste.
—Entonces porque mencionas eso —espeto.
—Porque estás muy distante conmigo, casi no me hablas y estás molesto y muy serio.
—¡Quieres saber qué me pasa! —dijo entre dientes molesta, se levanta de la cama y comenzó a caminar de un lado a otro.
—Sí por favor —suplique en voz baja
—Pasa que mañana te encontrarás con Jeremías, y realmente no sé qué sucede entre ustedes, no sé si seguirás con él fingiendo que no pasa nada o seguirán con ese jueguito del coqueteo y los regalos —me levanté de la cama también.
—Tienes razón me encontraré con él —larga un bufido molesto —, pero porque trabajamos en la misma empresa.
—Sí, por supuesto —larga irónico.
—Pero no pasará nada entre nosotros —entiendo sus planteamientos y tiene razón en desconfiar de mí, pero hice una promesa y la voy a cumplir.
—Claro te creo, como no pasó nada todo este tiempo —espeta sarcástico.
—Mira Gael, te entiendo, entiendo tu desconfianza, tu malestar y tu enojo porque realmente me lo merezco. Me comporté muy mal contigo y lo reconocí y te pedí perdón con eso, si pudiera volver el tiempo atrás lo haría y lo arreglaría, pero no puedo. Pero te prometo que no volverá a pasar nada entre él y yo. Prometo respetar este matrimonio de ahora en adelante.
—¡Cómo lo hiciste anteriormente! —reclama y tiene razón, pasó la mano por el cabello jalando un poco.
—No pasó nada entre nosotros, te juro que no le correspondí el beso. Pero te entiendo, solo déjame demostrar que no te miento —él exhala frustrado, niega con la cabeza.
—¿Por qué el afán de querer que siga trabajando en la empresa? —cuestiono aun molesto.
—Porque ya no significa nada para mí, es indistinto si está o no, además no es justo que por algo personal sea despedido, es bueno en su trabajo —aclaro, por su expresión no me creyó pero no podía enojarme, su desconfianza me la había ganado a pulso —. Ahora por favor podemos dormir, no estamos descansando correctamente y mañana hay que trabajar.
—Está bien, pero mejor dormiré en la cama improvisada —señala.
—Por favor Gael —suplico —. Solo dame una oportunidad para demostrarte que te digo la verdad —se queda parado mirando su cama —. No quiero que duermas ahí por favor. Prometo no tocarte y poner un muro de almohadas, o dormir en los pies —propongo.
—Está bien. Solo durmamos —se acuesta en la cama dándome la espalda.
Y así fue como mí esposo cedió a dormir a mí lado. Me sentí mal por dormir enojados. Ya no tiene caso negarlo, este hombre provoca muchas cosas en mí, y ahora solo me queda remediar las cosas.
Trato de no respirar profundo para que no me invada su fragancia masculina. Él se encuentra boca arriba con su respiración acompasada, en un brazo descansa la cabeza marcando los músculos y el otro a un lado, lo único que puedo ver es eso porque accedió a colocarse una remera.
No sé cuántas ovejas conté, pero no me está dando resultado y siendo ya las tres de la madrugada no puedo pegar un ojo, mientras él después de la discusión apenas apoyó la cabeza en la almohada se durmió. No lo culpo, hace rato que duerme mal. Quizás si cuento sus músculos pueda lograr dormir. O este hombre emana testosterona o mí cuerpo tiene vida propia, ni siquiera me rozó y mí temperatura subió, mirarlo como un plato bien apetecible no me ayuda para nada.
A las cuatro de la madrugada decido lo más silenciosa posible levantarme para darme una ducha con agua fría, al salir me miro al espejo con una toalla en mí cuerpo y la otra en la cabeza, estoy hecha un asco por no pegar un solo ojo en toda la noche, tengo ojeras y una expresión de cansada como si no hubiese dormido en años. Me maquillo con tranquilidad y peino sin usar el secador para no despertarlo. Ya a las seis salgo del baño encontrándolo en la misma posición, bajo las escaleras para preparar el desayuno, hoy será un día muy largo.
.
Gael.
No sabía a qué estaba jugando Leyla, pero su actitud me confunde. Cambió de la noche a la mañana, no sé si fueron ciertas sus palabras de anoche o solo lo hace para despistarme y apenas vea a ese infeliz correr a sus brazos. Si hace eso, ya no insistiré más, dejaré que sea feliz con ese infeliz. Pero, debo darle el beneficio de la duda, después de todo está era su oportunidad de regresar con él y sin embargo está aquí y pidió perdón.
Hace mucho que no duermo tan bien, ella es la única que produce paz en mí vida. Cuando ella está conmigo tengo esa sensación de que todo estará bien, que todo se solucionará.
Ni bien me despierto no la vi en la cama, me cambio y bajo a desayunar, la encuentro en la cocina preparando el desayuno, apenas me ve, esboza una sonrisa, una que hace rato no veo dirigida a mí.
—¡Buenos días!.
—Hola.
—Siéntate preparé el desayuno —me siento y ella sirve café en mí taza mientras ella toma mate. Observo su cara y la noto un poco ojerosa.
—¿Todo bien? —pregunto con dudas —, te noto cansada.
—No dormí bien anoche, estoy un poco preocupada por Guadalupe —se encoge de hombros—, si empieza a trabajar no tendrá tiempo de estudiar, hoy en día no existen trabajos de medio tiempo, perderá el año —confiesa, es extraño que me cuente las cosas que le preocupan, pero veo que quiere cumplir su promesa.
—Tranquila lo solucionaremos.
—Pero no se levantó para ir a la facultad, creo que quiere dejarla.
—Ayer me dijo que tenía unas semanas de vacaciones, hoy se levantaría a buscar trabajo. Pero como no lo hizo quizás decida dormir por hoy. No te preocupes todo saldrá bien.
—Gracias —toma mí mano sorprendiéndome —, gracias por todo lo que haces.
—Eres mí esposa —le recuerdo, es extraño que no contradiga eso, al contrario aprieta mí mano.
—Debo irme —se levanta del asiento —, debo hacer unas cosas antes de entrar a trabajar —miro la hora y aún es muy temprano.
—Espera yo te llevo, es temprano aún.
—Gracias, pero debo hacer algo antes.
—¡Te vas a encontrar con Jeremías! —espeto enojado.
—No, prometí respetar este matrimonio. Lo veré, pero en la empresa dónde está lleno de personas. Prometí jamás volver a estar a solas con él, pero trabajamos juntos y nuestras áreas se conectan, no podemos dejar de vernos —explica tranquila mirándome a los ojos, no puedo creerle todavía —. Pero para dejarte más tranquilo, vamos juntos, esperaré que termines de desayunar —se sienta de nuevo y sigue tomando su infusión.
Cuando termino subimos al auto y empiezo a conducir.
—¿Cuándo tomarás la presidencia de H&L? —inicia la conversación.
—Por ahora Lombardi seguirá siendo el presidente, yo tengo que resolver algunos asuntos en mí empresa —respondo girando a la izquierda.
—¿Se fusionarán las dos empresas?.
—No lo pensé la verdad, pero es difícil manejar dos empresas al mismo tiempo. Ese fue el principal motivo de mí ausencia en la casa y no quiero eso —explico.
—Entiendo. Si solo me lo hubieses dicho quizás las cosas serían diferentes.
—Tienes razón y lo siento.
—Ya no importa Gael, yo tampoco me comporté muy bien contigo. Ambos guardamos secreto, pero es bueno porque me di cuenta de muchas cosas —suelta cuando llegamos a la empresa.
—¿Cómo cuáles? —interrogo.
—Ya lo verás —desabrocha su cinturón de seguridad —. Ahora es tarde y debes llegar a tu empresa, no porque seas el jefe debes llegar tarde —me sorprende dándome un beso en la mejilla y desciende del auto —. Adiós —saluda asomándose por la ventanilla da media vuelta y camina hacia la entrada. Esto es muy raro, ella está volviendo a ser la misma de antes.
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Leyla.
Decidí cambiar de planes después del planteamiento de Gael, entiendo su desconfianza, solita me lo gané a pulso. Decido empezar a solucionar primero los problemas dentro de la empresa.
Cuando llego a mí oficina se encuentra esperándome Jimena que ni bien me ve se pone de pie y viene a mí encuentro.
—Leyla, lo siento, yo le dije que te cuente todo, y me prometió decírtelo antes del evento —explica con la voz quebrada.
—Jimena, yo era tu amiga, y tú me traicionaste, eras una maldita doble agente que ibas con el chisme a Gael diciéndole todo lo que pasaba en esta oficina —le digo sus verdade.
—Lo sé, perdóname —dice llenándose los ojos de lágrimas —. Le dije que te siga la verdad, no quería meterme.
—Pero lo hiciste. Me fallaste como amiga. Hubiese entendido si me advertían en cuanto a Jeremías, pero tú guardaste muchas secretos de Gael.
—¡No me correspondía decírtelo!.
—Pero tampoco te correspondía escucharlo a él y contarle todo —le corto —. Mira ya está. Y no tiene caso hablar del asunto. Nuestra relación será de secretaria a jefa…
—Pero Leyla…
—No —levanto la mano para detenerla —. Después de todo no recuerdo que hayamos sido amigas, y desde que nos volvimos a ver solo mostraste traicionarme, y aunque no lo creas entiendo la óptica de Gael, se sentía inseguro, pero de ti no lo entiendo, si eras mí amiga cómo aseguraste, sabrías que odio las mentiras y la traición. Es mejor dejarlo así por ahora.
—Pero… —dice sollozando.
—Puedes traerme los pendientes del día —ordeno entrando a la oficina y cerrando la puerta, me desplomo y apoyo la cabeza en el respaldar mirando el techo, ya solucione un problema solo faltan tres.
Escucho gritos afuera y me levanto para saber lo que sucede, al abrir la puerta me encuentro con la persona que quería ver.
—Le dije que no puede atenderlo —grita Jimena evitando el paso a Jeremías.
—Parece que no es así porque está aquí —dice despectivo —Hola —sonrie.
—Te equivocas Jimena —la miro seria cruzándome de brazos —, sí quiero hablar él —ella menea la cabeza y aprieta los labios.
—Parece que la lamebotas del jefe se equivocó.
—Disculpen los dejo solo entonces —dice entre dientes levantándose.
—No, no te vayas, quiero que haya testigos de esto —doy unos pasos para acercarme a él —. Eres un idiota —Jeremias no se esperaba mí reacción, me mira desconcertado —. ¿Por qué le dijiste a Gael todo eso?.
—Solo te quiero cuidar. Además para que nos deje en paz y podamos estar juntos.
—Si querías cuidarme como dices, no le hubieses mentido. No me hubieses expuesto, y sobre todo me hubieras dado el tiempo que te pedí para ordenar mis ideas. Para recuperar la memoria.
—¡No te entiendo! —inquiere confundido.
—Si le querías contar del beso que me diste también le pudiste contar que no te correspondí. Qué te aclaré que era una mujer casada y te pedí que no me regales flores.
—No te vi muy convencida de eso —dice sarcástico —. Solo le dije la verdad.
—Se la dijiste a medias. Ahora entiendo que eres un cobarde que lo único que te importa eres tú. No quiero nada que venga de ti. Nuestro trato será solo profesional.
—Espera, que te hizo cambiar tanto —cuestiona confundido dando un paso hacia mí.
—Darme cuenta de la clase de persona que eres —levanto la mano para que no se aproxime —. De ahora en adelante nuestro trato será estrictamente de trabajo.
—¡Qué pasó, tu espectacular esposo te llenó la cabeza, te manipula y ahora vienes con todo esto! —eleva la voz y Jimena se levanta de su asiento.
—No lo metas a él, solo me demostró la verdad. Ahora vete de mí oficina —ordeno señalando la puerta, él furioso sale azotando la puerta.
—Leyla…
—No, no quiero escucharte —la detengo, entro a mí oficina busco la cartera y salgo allí, necesito solucionar otros asuntos.




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