Gael.
Mientras conduzco hasta la empresa, no puedo dejar de pensar en la persona que se encuentra a mi lado, quién apoya su mano en la mía y no deja de acariciarla. Todo pasó muy rápido y cuando creí que todo estaba perdido, que Leyla no volvería a amarme, ella cambia y comienza a actuar de esta manera desestabilizándome, no mentiré diciendo que no lo soñé estos últimos meses, porque lo demostré hace unas horas amándola para que me recordara. Si bien me dijo que cambiaría nunca pensé que lo hiciera de verdad.
—¿En que piensas?.
—En que no sé si esto es real —digo sin pensar largando una exhalación, ella hace una mueca de vergüenza y pena —, disculpa —me arrepiento en el instante.
—No, discúlpame tú, debió de ser difícil para ti tanto como lo fue para mí, perdón por ser tan egoísta, pero fue muy extraño despertar y enterarme que pasaron tres años de mi vida, que estoy casada y que no lo recuerdo —muerde su labio —. Hubiese sido genial recuperar la memoria inmediatamente después del accidente, pero no entiendo porque no recuerdo nuestro pasado juntos. Me encantaría ser la Leyla que tú conociste, pero las cosas ahora son diferente, creo que debemos conocernos bien —piensa unos segundos—, bueno en realidad hace unos minutos nos conocimos bastante bien —empieza a reírse contagiándome —, eres un hombre excepcional Gael —se enseria mirándome fijo —, te preocupas tanto porque mi demostrándomen cuánto te importo, sin importar mi pasado —lo último lo susurró, es algo que siempre le dio vergüenza hablar, le costó mucho confiar en mí y confesarlo, pero las marcas en su piel no se pudieron ocultar por mucho tiempo, cuando no quise que apagara la luz cuando haciamos el amor, entendí por qué nunca usaba vestidos con escotes, desde allí odié al maldito de mi suegro, desde ese día prometí protegerla.
—Es porqué te amo Leyla —le recordé frenando en un semáforo.
—Lo sé —sonrió, no me correspondió, pero sabía que estaba yendo por buen camino —. Gracias por hacerlo de manera tan intensa —desabrocho el cinturón de seguridad para besarme, la atraje hacia mi para profundizar el beso, deseaba estar con ella, debía aprovechar todo lo que me daba, no sabía si cuando descubriera la verdad decidiría quedarse. La verdad, debía decirle la verdad. Los claxon de otros autos resuenan para que avancemos haciendo que nos separemos y sigamos moviéndonos.
Al llegar a la empresa Leyla se pega a mí tomándome la mano, y haciéndome notar que sentía celos, con ese gesto demostraba que le importaba, de lo contrario no le importaría nada, cómo lo demostró semanas atrás.
Al abrirse las puertas del ascensor mi secretaria ya estaba allí esperando, se puso nerviosa cuando vio a Leyla junto a mi.
—No sabías que venías con tu esposa —dijo incómoda, por supuesto a Leyla no le agradó para nada su comentario.
—Por qué, querías que mi esposo viniera solo —escupió molesta haciendo un paso en dirección a Kiara.
—No, no,.no por favor no me malinterpretes —negó eufórica con ambas manos, conocía bien a Leyla y sus celos, la charla que tuvimos esa vez no fue pacífica por parte de Leyla y para mí secretaria le fue ardua la labor de hacerle entender que jamás se fijaría en mí, era la esposa de uno de mis mejores amigos —, solo… que… —empezó a explicar nerviosa —, es tu padre quien se encuentra furioso esperando por Gael, y por como se refería a tí supe que todo estaba muy mal, sé el temperamento que tu padre se carga —terminó de explicar.
—Ok disculpa—se disculpó enseguida —. ¿Qué crees que haga mi padre aquí? —cuestionó un tanto nerviosa, la furia que demostró con Kiara había desaparecido, ese hombre la intimidaba.
—Llegó al piso gritando y exigiendo verte —sigue explicando Kiara.
—La próxima vez, llama a seguridad para que lo saquen.
—Está bien disculpa —se lamentó —, cómo es familia de tu esposa no sabía qué hacer.
—Por favor trae un té Kiara —ella camina apresurada desapareciendo del lugar.
—¿Qué crees que quiera? —pregunta Leyla nerviosa.
—No lo sé, pero quédate aquí por favor, no quiero que te exaltes ni te pongas nerviosa, además si vuelve a tocarte no responderé —le doy un beso rápido en los labios y doy unos pasos a mi oficina.
—¿Estarás bien? —pregunta preocupada deteniéndome, me vuelvo a acercar.
—Prometo que sí, solo quédate aquí y espera. No me hará nada, lo prometo —ella asiente no muy convencida le doy un beso en la frente y camino hasta mi oficina, dónde me espera la persona más despreciable que existe.
—¡Qué haces aquí! —increpo apenas abro la puerta.
—Vine a ver a mi querido yerno —dice con tanto tranquilidad como si jamás hubiese pasado nada —. Seré breve —apoya la espalda en el respaldo del asiento —. Tus abogados se contactaron conmigo diciendo que quieres terminar nuestros contratos, así que vine a negociar —suelta una sonrisa irónica, lo conozco bien a este viejo me quiere chantajear.
—No tengo nada que evaluar, es mejor finalizarlo —explico con seriedad sentándome enfrente suyo.
—Finalizarlo un carajo —sentencia —, no incumplí con ninguna pauta, esto es personal —asevera furioso —, y eso es ilegal.
—Por supuesto que es personal, ¡no quiero nada contigo después que te atreviste a tocar a mi esposa! —espeto apretando la mandíbula.
—¡Y tú qué hiciste! —se señala el ojo morado —. Mira, no me interesa la hija de pu..
—¡Quieres que te golpee de nuevo! —grito furioso, por supuesto que lo haré si sigue insultando a mi esposa —. ¡Vete de mi empresa! —ordeno levantándome de mi asiento —, ¡por supuesto que no quiero tener ni un vínculo contigo maldito infeliz!.
—Parece que te olvidaste de nuestro trato —articula fingiendo desinterés, me tenso —. No me quedaré callado, le diré la verdad a mi hija —amenaza. Sabía que era capaz de hacerlo, solo contaría su verdad y solo para separarme de ella.
—Recién la insultabas y ahora es tu hija, eres un bastardo —digo hastiado —. Quieres hacerlo, hazlo —animo a qué lo haga aunque no era lo conveniente, prefería ser yo quién le cuenta lo que realmente sucedió a Leyla.