Recuérdame.

Capitulo 24 Mi antigua esposa.

Leyla.

Cada vez que tocaba sus labios perdía el sentido del espacio tiempo, lo único en lo que mi mente pensaba era que no quería que esto terminará, quería fundirme tanto en él para que seamos uno solo. Y estaba bien era lo correcto, Gael era mi esposo. ¿Cómo no me di cuenta antes? Había perdido mucho tiempo.

No sé si antes sentía lo que ahora, quizás era más intenso y desde que toqué sus labios, sentía como si hubiese estado mucho tiempo en abstinencia, era una adicción que no quería superar. No sé si esto era tan bueno o era yo la que me derretía con sus caricias

—¿Algunas vez lo hicimos en tu oficina? —pregunto entre sus labios aferrándome a su camisa, él larga una risita divertida ante mi mención.

—No, no solías venir seguido —responde antes que introduzca mi lengua en su boca saboreandolo.

—Que Leyla más aburrida —me quejo dando pasos hacia atrás arrastrándolo conmigo.

—Quizás todavía te sientes tensa —¿Tensa? No me sentía precisamente tensa, sí me sentía necesitada pero de él. Comprendí su cuestionamiento, prácticamente recién se había ido mi padre, y todo fue muy intenso, pero eso solo había aumentado mi libido.

—¿Tú estás tenso? —interrogue deteniendo mi labor de desabrochar un botón de su camisa —. Porque te aseguro que tengo una técnica de relajación muy efectiva —susurro entre sus labios aún —, de hecho me sirvió mucho hoy —le recuerdo, otra risa divertida de su parte mientras mi espalda baja choca con lo que creo es su escritorio —, además es muy divertido —me levanta y apoya mi trasero arriba del escritorio haciendo que largue un gritito de sorpresa, se acomodó entre mis piernas. Lo acerco a mí para besarlo y luego bajo mis manos al cinturón de su pantalón para desabrocharlo, yo me había puesto un vestido haciendo más fácil su labor de levantalo, lo había planeado, por supuesto, quería más de él, quería todo.

Y cuando entró en mi y toqué el cielo con mi manos, me olvidé dónde estaba y que no era lo correcto gritar hasta que Gael me tapó la boca con su mano. Y cuando terminamos agotados y adoloridos por la mala postura pero por el exelente sexo, entendí que no era solo sexo, era algo más, era hacer el amor. Amor, este sentimiento estaba creciendo en mí a pasos gigantescos, hoy terminé de entenderlo.

—¿Quieres tomar algo? —ofrecí luego de un rato, Gael había empezado a trabajando, no quería salir aún de su oficina porque me daba vergüenza enfrentar a Kiara, seguro escuchó mis gritos y los ruidos extraños para una oficina —. Voy por un café —señalé afuera.

—Le pediré a mi secretaria que los traiga —tomo el teléfono para llamarla.

—No, iré yo, seguro después de que desaparecimos casi todo el día, se encuentra muy ocupada —explique, él asintió con la cabeza y salí nerviosa para enfrentarla.

Pasé por su lado y le dí un asentimiento rápido de cabeza dirigiéndome a la cocina lo más deprisa posible para preparar el café, cuando me di medía vuelta en la puerta la encontré a escasos centímetros míos, dí un respingo por la sorpresa.

—¿Necesitas algo?.

—No, solo quiero hacer café —señalé la cafetera.

—Me alegro que las cosas se hayan arreglado entre ustedes —ella sonrió mientras yo estaba roja de la vergüenza, ahora entendía porque jamás lo habíamos hecho en la oficina —. Gael se encontraba perdido sin ti, Hugo y yo estábamos muy preocupados por él, por tí, por ustedes, fue muy difícil para él verte en esa cama, sin que lo recuerdes.

—Lo sé ahora —hago una sonrisa triste.

—¿Cómo te encuentras después de ver a tu padre? —cuando estuvo mi padre vi a Kiara muy preocupada por mí, y me di cuenta que mis celos eran infundados, pero si la vieran me entenderían, es una mujer muy hermosa. Exhalé y reconocí.

—Me quedé preocupada la verdad, temo que cumpla sus amenazas —explique con sinceridad, sabía de lo que es capaz con tal de salirse con la suya, el cuerpo de mis hermanas y el mío lo cercioran, toda su frustración la descargaba con nosotras, a mi hermana la obligó a casarse con alguien para sacar un beneficio económico, yo huí antes.

—Si están unidos todo es posible —aseguró.

—¿Hace cuánto que conoces a Gael?.

—Desde la infancia, fuimos al colegio juntos y también a la universidad, allí conocimos a Hugo, nos hicimos amigos, con el tiempo nos enamoramos y cuando me embaracé nos casamos.

—¿Tienes un hijo? —pregunté asombrada, ese cuerpo parecía jamás haber estado embarazada.

—Cierto que no lo recuerdas, Adams, se llama mi hijo, tiene cuatro años.

—Me encantaría conocerlo.

—De hecho te extraña mucho, siempre pregunta por ti y cuándo volverá a verte, eran bastantes unidos —relata sonriente.

—Sería bueno juntarnos, y conocer a los amigos de mi esposo. Ahora la casa está llena de personas, Renata, mi hermana.

—¿Guadalupe? —por supuesto que ella ni nadie de mi nueva vida la conocía —. Vino ayer para hablar con Gael —no me habían dicho nada de eso —. La conocí, es muy agradable.

—Sí, así es mi hermana —dije terminando de apoyar las tazas en una bandeja y caminando hacia la salida.

—A nosotros nos encantaría que visiten nuestra casa, claro si lo desean —invitó con dudas y esperanzas.

—Por supuesto, me encantaría —acepté y caminé hacia la oficina.

Gael.

Quería liberarme del contrato con ese viejo infeliz, no me importaba tener que pagar indemnización, o ir a la cárcel por daños, lo único que me preocupaba era la estabilidad de Leyla, si el viejo presentaba cargos, ella también lo haría y no quería que colapsará, su pasado la atormentaba y avergonzaba por partes iguales. Ella era fuerte, pero por una extraña razón no podía enfrentar a su padre, lo había hecho en escasas ocasiones, el día que huyó de su casa y hoy. Por eso debía romper lo más rápido posible toda relación comercial con él.

Estaba releyendo el contrato y había hablado con mis abogados para romper todo vínculo, quería salir lo menos dañado posible si era necesario.




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