Recuérdame.

Capitulo 25 Pillados.

Leyla.

Me había quedado en casa unos días, el labio se seguía inflamado y la mejilla morada, no quería que me vieran así mis compañeros de trabajo, pero el verdadero motivo era pensar que mi padre podría volver a aparecer, por eso acepté en seguida cuando el señor lombardi me propuso hacer reposo unos días, además aproveché para estar con mi hermana. Ya le habíamos dado la noticia a Guadalupe y aunque ella al principio fue renuente a aceptar, lo hizo, prometiendo pagar cada centavo.

Arlin me llamó para preguntarme porque no había ido a trabajar y le expliqué que me tomaría unos días debido a mi estado, la note un poco molesta pero no hablamos mucho. Jimena me cubriría, era excelente en su trabajo, cuando regrese le daría unos días para que descanse correctamente.

Cuando mi semblante estuvo mejor fuimos a cenar con Kiara y su familia. Confirmé aún más que ellos eran amigos de Gael, ella realmente estaba enamorada de él y él de ella. También me enteré la verdad de su historia, ella era hija de una empleada de los padres de Gael, tal como había dicho Kiara, habían pasado su infancia y adolescencia juntos, eran como primos, ella estudió pero no pudo terminar porque quedó embarazada del pequeño y se casaron, gael le dio trabajo en su empresa como su asistente, ella sigue estudiando para terminar la universidad. Mientras que él, Hugo, tiene una empresa que Gael le ayudó a construir, que no es muy conocida, pero de a poco está emergiendo.

No puedo creer todo lo que Gael hace por los demás, como se preocupa y ayuda. Este hombre es increíble, y lo mejor de todo y más importante es que si ellos no lo hubieran mencionado jamás me hubiera enterado, él era reservado con lo que hacía, es más él los intentó silenciar cuando comenzaron a contarme.

Gael era muy generoso.

Ahora entendía el cariño que ella manifestaba hacia él, y también entendía su familiaridad y respeto, convenciendome aún más que no debía tener celos.

Gael se mostró cariñoso y muy atento con el niño, jugó y se divirtió mucho, como un niño pequeño más. Conocí una faceta más de mi esposo.

Mientras tanto ayudé a Kiara con la cena aunque ella no quería al principio, insiste y terminó aceptando, indague un poco de mi pasado, y me comento un poco pero comenzó un dolor punzante en mi cabeza obligándome cambiar el tema.

Mientras regresamos a casa no podía dejar de mirarlo, y si antes me parecía atractivo ahora me parecía aún más, era increíble tener dos en uno, belleza y buenas cualidades.

—¿Qué sucede? —indagó mirándome de reojo —. Desde que salimos me estás mirando cómo queriendo preguntar algo —por supuesto que no le iba a decir que me excitaba todo lo que había descubierto de él, pero sí solté algo que después de verlo con el niño rondaba en mi cabeza.

—¿Alguna vez pensamos en tener hijos? —me miró desconcertado, no entendiendo mi pregunta —. Digo… es evidente que te gustan —suspiro.

—Hemos hablado del tema sí —hizo un gesto con la boca y dudó en responder.

—¿Pero qué? —interrogué.

—No quieres tener hijos, asumes que no quieres ser como tus padres —siempre pensé eso, no estaba seguro si podía darles una buena crianza, ser cariñosa, parece que en algo seguía siendo la antigua Leyla.

—Pero, ¿y tú quieres? —interrogué, yo sabía lo que quería pero no sabía lo que pensaba él. Se encogió de hombros.

—No lo sé —sabía que mentía.

—Sí sabes, dime la verdad —insistí, dio un suspiró.

—Mis padres, eran exelentes, fueron cariñosos, se preocupaban por mí y me demostraron amor en todo momento, me aconsejaron y me enseñaron todo lo que soy hoy. Siempre pensé en ser un padre como ellos —dijo un poco nostálgico, la realidad es que conocía muy poco de ellos, y lo que sabía era que fueron muy buenos.

—Es difícil para mí pensar en hijos con los padres que tengo —reconocí un poco cabizbaja.

—Entiendo —expresó comprensivo —. Jamás te obligaría a hacer algo que no quieres, eres tú la que quedará embarazada, eres tú la que tendrá los síntoma, eres tú a la que le crecerá el vientre, eres tú la que dará de mamar y pasaras con el niño la mayor parte del tiempo.

—¿Acaso piensas dejarme todo el trabajo? —bromee, él por unos instantes dejó de mirar al frente y me miró confundido.

—Quieres… quieres tener hijos —soltó desconcertado.

—No sé, recién me casé, y me gustaría que nos conozcamos más antes de dar ese gran paso —Gael me miró muy asombrado, aparco el coche a un costado y se abalanzó a mi muy hambriento y pasional, jamás lo había visto de esta manera, me habia beso muy intensamente cuando hicimos el amor la primera vez, pero nunca así. Sus besos húmedos empezaron a deslizarse por todo mis mejillas hasta llegar a mi cuello, cuando quise darme cuenta él estaba sin camisa y yo también, bajo la tira de mi sostén y se apoderó de mis senos, inclinó mi butaca para ponerse encima mío, al ser de noche las calles estaban vacías. Mis uñas se clavaron a su espalda, y cuando estaba por levantarme la falda unos golpes en la ventanilla hicieron que nos separemos, pero Gael no sé quitó de arriba mío para que no vea el que estuviera afuera mi desnudez, lo mire nerviosa y con miedo, con los ojos grandes. Me puse su camisa encima porque la blusa no sabía dónde había quedado, rápido y bajé la falda, cuando me vio cubierta se separó de mí, una luz de una linterna y de la patrulla a escasos metros del auto de Gael, hizo que nos pusiéramos muy nerviosos. Era un oficial de la policía, bajó la ventanilla.

—¿Sucede algo señor? —preguntó el oficial muy serio asomándose por la ventana, levantó una ceja cuando lo vio sin remera. Mis mejillas están rojas de vergüenza.

—No, nada oficial, mi esposa no se sentía bien —mencionó y puse mala cara, creo que no ayudaba mucho la ropa desarreglada y lo despeinados que nos encontramos. Él oficial me miró analítico no creyendo una palabra, que vergüenza, se había dado cuenta lo que estábamos a punto de hacer.




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