Leyla.
Después de una semana sin venir a trabajar, me presenté, en mi rostro ya no quedaban rastros del golpe y en la espalda solo un pequeño moretón. La seguridad de la empresa se había intensificado, haciendo más seguro el lugar, era por mí, lo sabía, pero de verdad lo agradecia, no quería que mi padre vuelva a ingresar, había ventajas de que tu propio esposo sea dueño de la empresa.
Hoy Gael me informó que haría una reunión de personal para presentarse como nuevo socio, lo había hecho en la fiesta pero no personalmente. Todos los empleados estaban nerviosos y andaban de aquí para allá preguntando por el paradero de la empresa, no me lo habían manifestado, pero no dejaban de mirarme con intriga. Lo único que sabía era que no despediría a nadie, no quería incidir en nada, él era el dueño, no yo.
—¡Qué carajos te pasa! —espetó muy molesta Arlin cuando entró a mi oficina —, por qué no me dijiste que Gael se presentaría hoy como el nuevo socio.
—Lo siento, lo olvidé.
—Lo siento lo olvidé—me arremeda
—Oye que te pasa —le cuestiono mirándola fijo.
—Últimamente estás muy rara, pensé que solo necesitabas pensar no que nos ignorarías a Jeremías y a mi. Me cansé de llamarte para hablar contigo y lo único que conseguí fue evasivas. —reclamó muy molesta parada junto a la puerta.
—Ya te dije Arlin que quería darle una oportunidad a mi matrimonio —explique siguiendo con mi trabajo, no entendía porqué estaba tan molesta —. ¿Por qué lo odias?—le pregunté, no es que Gael no tenga defectos, pero abunda en cualidades.
—No lo odio, pero esto pasa siempre que estás con él, te alejas de mí y ya casi ni hablamos, dejo de existir para tí —ella jamás demostró celos de sus amistades, pero después de saber nuestro distanciamiento podía entender su reacción —. Te fuiste por una semana y no hablamos —era cierto. Me levanté para quedarme cerca de ella.
—Estuve ocupada —me excuso porque también era cierto.
—Leyla, estuve para ti estos últimos meses en los que no recuerdas nada y ahora de la noche a la mañana no hablas conmigo y ni siquiera respondes un maldito mensaje. Solo me preocupo por ti —dijo un poco más calmada.
—Lo siento —viéndolo de su óptica yo también estaría molesta, le tomo del hombro para tranquilizarla —, además de lo que mi padre me hizo, estuve muy ocupada con Guadalupe, con Gael la estuvimos ayudando con lo del nuevo departamento y todo eso. Te prometí siempre ser amigas. Lamentó estar tan distraída —me disculpé con sinceridad y ella se ablandó un poco —. Prometo estar más presente para ti —prometí.
—Está bien —largo un suspiro, se sentó en la silla, caminé para sentarme enfrente de ella —. Qué sucedió con Jeremías, porque ese cambio tan repentino, pensé que te gustaba.
—Ya te lo expliqué, quiero dejar ese tema a un lado —suspire cansada.
—No te entiendo, me parece un buen partido —insistió.
—Arlin —le advierto, es mi amiga tiene que entender —, por algo me case con Gael, además… —por como hablaba de él temí contarle todo lo que había pasado entre nosotros —, nos dimos una oportunidad —dije por lo bajo.
—A qué te refieres, el otro día dijiste que daría todo de tu parte pero…
—Lo amo —largue por primera vez, sentía eso, era increíble hacerlo sobre todo después de todas mis reglas autoimpuestas, era increíble como él había roto todos mis esquemas, seguramente eso había sentido antes, por eso toda nuestra relación fue tan intensa, y lo es ahora.
—¡Qué! —grito levantándose de golpe poniendo sus manos sobre el escritorio, aprieta la mandíbula —. Esto no puede estar pasando otra vez —susurro pero logré escucharla.
—A qué te refieres —indagué por lo que había salido de sus labios y se sintió un poco nerviosa pero en un segundo su expresión se relajó pero no del todo, un poco recurrente en ella últimamente.
—Es por todo lo que te mencioné en un principio. No quiero que dejemos de ser amigas —estiró la mano para tomar la mía.
—Lo prometo.
—Solo dime qué no volviste a confiar en Jimena —sonó a súplica.
—No, no lo hice, sabes que no soporto la traición viniendo de una amiga. Pero es una excelente asistente —reconocí.
—Prométeme que no dejarás que hable nada malo de mí —apretó mi mano.
—Por supuesto que no.
—Es una maldita arpía manipuladora —si había traicionada mi confianza pero no me parecía nada de lo que ella decía. También estaba lo que Jimena me había dicho sobre ella y su novio, por eso no me incumbiría en sus temas —. ¿Sabes si tú esposo hará reformas?.
—No me dijo nada. ¿Qué crees, que te va a despedir? —bromee
—No dudaría —rodó los ojos, no entendía porqué tenía ese concepto de él, algo había pasado entré ellos y quería saber que era.
—¿Qué pasó entre ustedes? —inquirí, Arlin me mira arrugando el ceño.
—No sé a lo que te refieres —se hizo la desentendida.
—Porque siempre haces esos comentarios sobre él —afirmé y ella rodó los ojos.
—Hemos tenido nuestras diferencias, prefiero no hablar de eso, es entre él y yo —por más que le insista no me dirá nada.
—Está bien —le preguntaré a Gael las diferencia que tiene con mi amiga. Arlin quedó pensativo unos segundos.
—Cuando te refieres a la oportunidad te refieres en la cama, como un matrimonio con todas las reglas —soltó
—Sí, a esos que duermen juntos y todo eso —admití, siempre nos contamos todo, de sus novios y de los míos, hizo una mueca que no pude descifrar bien.
—Tengo que volver a trabajar —se levantó de golpe del asiento y antes de abrir la puerta giró sobre sus talones y me miró —. No descartes la idea de Jeremías y tú, él de verdad te amo y estoy segura que te hará más feliz que Gael —salió sin dejar que le diga una palabra, no entendía totalmente porqué quería que le dé una oportunidad a Jeremías, ella seguramente sabía la razón por la no lo había elegido en el pasado, todo era muy raro. No seguí pensando más en ello y seguí trabajando.