Gael.
No sabía cómo reaccionar, era lo que quería, pero jamás imaginé que después de tanto rechazo en un principio, por fin había logrado enamorarla.
Sus palabras quedan levitando en el aire, la miro con extrañeza aunque mi corazón no deja de latir con fiereza. Su semblante cambia a uno más serio y confuso, el ambiente se vuelve tan silencioso que creo que se podría escuchar hasta el aleteo de una mariposa, se apresura a hablar.
—Entiendo que no me creas y que quizás para ti es muy pronto y no…
Se encuentra nerviosa, eso hace siempre cuando los nervios la traicionan, se apresura a hablar y trata de justificarse, pero la silencio con un beso intenso, y me dejo llevar olvidándome en el lugar en donde me encuentro, un carraspeó nos hace separar de golpe, sus mejillas se tiñen de rojo porque al igual que yo también se había olvidado que estamos en la empresa, sus mejillas se tiñen de rojo en cambio yo hago una sonrisa al ver de quién se trata.
—Te buscaba —dice con voz dura Arlin con el semblante inexpresivo dirigiéndose a Leyla, sabía lo que había tratado de hacer estos últimos meses que mi esposa perdió la memoria, conocía bien sus artimañas y por un segundo pensé que les habían dado resultado.
La verdad me alegro que nos viera, por eso rodeé mi brazo en su cintura, la atraje a mí y noté su ceño fruncido ocultando su fastidio.
No podía entender que leyla haya decidido dejar pasar y perdonado todo lo que nos hizo, no sabía tampoco si Arlin le había dicho toda la verdad a mi esposa, porque conociendola no perdonaría semejante traición por más amiga que fuese, quise indagar pero no le saque información, y no quise presionar porque sería contraproducente, para ella era seguía siendo su amiga leal e incondicional, pero solo era una arpía que sabía engañar bien y ocultar su verdadero ser. Jamás me agradó desde que nos conocimos, su mirada era extraña y sabía que ocultaba algo, y por supuesto que todo salió a la luz, rompiendo el corazón de mi esposa, era una lástima que tenga que pasar por eso de nuevo, porque era inevitable que Arlin no podía ocultar lo que verdaderamente es, no como lo había hecho antes, me iba a encargar de eso, aunque Leyla me odie.
Siento cómo Leyla se relaja un poco, pero antes que diga algo hablo yo.
—Está ocupada —explico con ironía, Arlin hace una mueca de disgusto pero no me responde.
—Cuando termines —se dirige a ella —, ¿Puedes ir a mi oficina? —no era una sugerencia, pero lo hacía creer así.
—Claro —hace una mueca de sonrisa y mira hacia otro lado mientras Arlin se aleja de nosotros —. ¡Qué vergüenza! —dice apenada toda ruborizada, largo una risita haciendo que me mire seria.
—No te enojaste estás muy ruborizada —toco su mejilla con un dedo —, me encantas —trato de acercarme de nuevo pero lo impide colocando una mano en mi pecho.
—Uno de los jefes podría haberme visto, ¿Sabes lo que pasaría si eso sucediera? Casi muero cuando escuché su carraspeó —explica ruborizándose aún más si se puede.
—Te recuerdo que estaba besando a uno —bromeo y ella golpea levemente mi brazo
—Tú me haces hacer locuras —niega con la cabeza culpandome y señala con un dedo mi pecho.
—Yo —me hago el ofendido tomando su mano haciéndo que me abrace quedando a escasos centímetros.
—Sí, tú, me haces hacer el amor en lugares prohibidos e hiciste que te amé en tan poco tiempo, que dentro de mi lógica y mis principios es imposible —finge quejarse.
—¿Te arrepientes de hacérmelo dicho? —interrigo.
—No, solo te lo estoy reafirmando -- me mira a los ojos —. Todo es cierto. Te amo —elevo la comisura de mis labios y trato de acercarme —. Pero aunque te amé, es mi lugar de trabajo y no es correcto —abro la boca para refutar —. Aunque seas el jefe. Ahora vete —se aleja de mí.
—¿Pretendes que ante semejante declaración te deje así nada más? —protesto, no es eso lo que quiero, quiero fundirme en sus labios.
—Entonces nos vemos en casa —dice divertida alejándose de mí, la sigo y cuando se encuentra cerca de los sanitarios la empujó entrando allí, por suerte no hay nadie. Larga un gritito ante la sorpresa —. ¡Qué haces estás loco! —chilla. La subo al lavado me coloco entre sus piernas y la aprieto hacia mí.
—Sigues siendo muy mala —la reprendo entre risas, le doy un beso en los labios y bajo a su cuello, ella al principio se resiste pero luego se deja llevar dándome acceso, rodea con sus piernas mi cintura atrayendome a ella.
—No vamos a hacer el amor aquí Gael —susurra agitada.
—Solo repite que me amas —suplico entre besos.
—Te amo —susurra más agitada, su mano toma mi cabello y me acerca más a ella.
—No voy a poder seguir controlándome si sigues así —una voz desde el exterior hace que nos separemos, la bajo apresuradamente y cuando me percató como estamos en el baño de los hombres la llevo hacia un cubículo cerrando la puerta. Voces desde el exterior se escucha hablando del nuevo jefe y haciéndose preguntas de mi repentina aparición como nuevo socio, y si habrá reformas, terminan y se marchan.
—Eso estuvo cerca —dice soltando una exhalación —. Te dije que a tu lado corro constante peligro —me acusa.
—Ya que estamos aquí podemos—insinuó ella golpea mi hombro.
—Basta —rie —, ahora sal de aquí y dime cuánto no haya nadie afuera —ordena como la mandona que es.
—Ok, pero esto no queda aquí, seguimos en casa —le guiño un ojo y la dejo parada allí.
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Leyla.
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—Hola —ingreso a la oficina de Arlin con una sonrisa.
—Ah, hola —dice inexpresiva sin mírame, espero unos segundos pero al no decir nada carraspeó llamando su atención.
—¿Qué querías decirme? —levanta una ceja recorriéndome con la mirada no muy contenta.
—Entiendo que tú marido sea el dueño de la empresa pero no es correcto que te revuelques con él en las instalaciones de la empresa —expresa despectiva, abrí la boca ofendida —. Si usted no dan el ejemplo esto será un descontrol —señala mi cabello e inmediatamente saca de un cajón un espejo y me lo lanza, me miró en el y me avergüenzo al ver mi aspecto desaliñado. Como si hubiese tenido intimidad . ¡Qué vergüenza! Siento mis mejillas arden, repaso en mi mente si alguien me vio, pero no recuerdo haberme cruzado con alguien.