Recuérdame.

Capitulo 28 Aniversario.

Gael.
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Llegué al lugar, llamé a Leyla pero no respondía, seguro con él ruido del lugar no escuchaba su móvil.
Mis intentos de persuasión no habían funcionado para que no saliera con Arlin, no me molestaba que lo hiciera, pero no con ella, cada vez que lo hacía, algo malo pasaba.
Esperé un tiempo pero era extraño que no saliera y que no respondiera mis llamadas siendo ella misma quién me lo había pedido. Así que decidí entrar, caminé buscando a mi esposa por todo el lugar, mis sentidos se alteraron al no verla por ninguna parte. Hasta que por fin la vi, no me gustó para nada la escena, es más, me llené de ira, Leyla estaba apartada en un lugar oscuro con Jeremías, él la sostenía muy pegado a él, y mientras más me aproximaba más comprometida era la situación.
Caminé con furia, no podía creer lo que veía, que ella me hago esto después de decirme que me ama y hacer el amor todas las noches, ¿Acaso todo era mentira para verse con este tipo sin que yo lo sospeche? ¿De verdad no me ama después de demostrarlo tan apasionadamente? Ella no era así, no se hubiese entregado si no lo sintiera, o eso era lo que creía yo.
Mi pecho se llenó de dolor y de ira y estaba dispuesto a irme, si ella no sentía lo mismo por mi era mejor dejarla libre, ya no quería luchar sin ningún resultado.
Pero antes de regresar a casa algo me impulsó a enfrentarlos, me aproximé con una furia incontenible y antes de llegar me convencí que lo golpearía. A unos pasos de llegar analicé más detenidamente la situación, había algo raro, ella tenía los brazos extendidos y parecía…¿ inconsciente?. Mi furia se incrementó y está vez no solo lo golpearía, ahora estaba decidido a matar a ese infeliz.
Cuando llegué lo tomé del brazo y lo aparté.
—Oye estamos ocupados —dijo sin mirarme, ella quedó sobre el sillón desparramada sin abrir los ojos confirmando mi teoría.
—¡Qué… —él por fin me mira —. ¡Qué carajos le hiciste a mi esposa! —grité acercándome a él para golpearlo.
—Oye yo no le hice nada, la encontré por casualidad, la vi mal y me preocupé —explicó pero no me convenció. Que conveniente, ironizo.
No era casualidad que él esté en el mismo lugar siendo que ella me había asegurado que estarían solas. Esto era obra de Arlin.
No lo dejé que me siga mintiendo, tomé a Leyla entre mis brazos y la saqué de allí inconsciente. La deposité con cuidado en el asiento del auto y le coloqué el cinturón de seguridad, no podía siquiera mantenerse estable. La lleve a casa cuidando de que no se ahogue. Ya en casa la cargué hasta nuestra habitación y la dejé en la cama, la cubrí con una colcha porque la sentí temblar y me acosté junto a ella, mientras me aseguraba que estuviese bien, no sé en qué momento me quedo dormido.
Sentí que se removía y me incorporé en la cama preocupado, quizás quería vomitar o algo.
—Hola, lo siento —se disculpa apenada, se encuentra acostada de lado mirándome a los ojos —. Anoche bebí mucho y no recuerdo cuando llegaste —hizo un gesto avergonzada.
—¿Cómo te sientes? —la interrogue mirándola detalladamente.
—Me duele terriblemente la cabeza —puso la mano en la cabeza e hizo un gesto de dolor —, quiero ir al baño pero no me puedo mover —aclaró.
—Yo te ayudo —me levanté y la guíe hasta al baño, la ayudé a quitarse el pantalón y a sentarse en el excusado.
—Lamento mucho todo Gael —dice arrepentida —. ¡Qué vergüenza! Te prometí tener cuidado y terminé borracha —en sus rostros se puede notar su arrepentimiento.
—Te veías muy mal anoche —aclaro con voz firme ayudándola a levantarse, se apoya en el lavado y comienza a asearse. Tanteo, quiero saber que es lo que ella sabe.
—Lo sé, por eso te pido disculpas, no está bien que tú esposa llegué a casa borracha —ella pensaba que solamente se había alcoholizado.
Comenzamos a lavarnos los dientes.
—No creo que solo sea alcohol Leyla —sentencié.
—¿A qué te refieres? —pregunta incrédula.
—A que la bebida que te dieron tenía droga —me mira extrañada.
—Eso no puede ser, estuve toda la noche con Arlin y solo bebí con ella, te aseguro que ingerí mucho alcohol, por eso mi estado —la mire levantando una ceja insistiendo con mi pensar—. Mira, entiendo que estés enojado al hallarme así en el club, pero no te la agarres con ella, todo es mi culpa.
—No estoy enojado, solo preocupado —aclaro.
—Entiendo que no se lleven bien, pero Arlin es mi amiga y jamás me haría algo malo, ella me cuidó todo el tiempo, y no dejó que nadie se me acerque. Ella jamás me drogaría —explica tan convencida como si realmente la conociera. Camina hacia la habitación.
—¿Y por qué cuando llegué estabas con Jeremías? —cuestiono muy molesto.
—¡Qué! —por su expresión de confusión de verdad no lo sabía.
—Sí, cuando llegue estaba Jeremías contigo y no había rastros de Arlin —le recuerdo
—En cuanto a Jeremías no lo sé, pero estoy segura que Arlin tiene una buena explicación para eso —se acerca a mi y me abraza por la cintura —. Si estás molesto porque Jeremías estaba conmigo de verdad lo siento, no sé qué hacía allí, pero te juro que yo no lo planee, ni lo cité en ese lugar, confía en mí por favor —explica con honestidad.
—Confío en tí, no confío en Arlin ni en ese tipejo —le acaricia el cabello.
—Seguro coincidimos en el mismo lugar, me vio borracha y se acercó para ver qué me pasaba —le resta importancia, se acerca a mi —, no hizo ningún movimiento desde la última vez, tomó distancia y casi ni me habla en la empresa —trata de tranquilizarme.
— Vamos amor, los síntomas no son de una simple borrachera.
—Gael, solo quedé inconcieniente, tengo el estómago revuelto y dolor de cabeza, son todos los síntomas de una resaca —quiere convencerme —. Además no sé la última vez que bebí de esa manera…
—Hace un año en nuestro último aniversario —le recuerdo.
—¿De verdad? —pregunta incrédula —. Wau, ves, mi cuerpo se desacostumbró —mi expresión de duda no cambia, ella rueda los ojos y resopla —, hagamos un análisis de sangre para que te quedes tranquilo —accedió por fin sintiéndome complacido.
Nos cambiamos y fuimos al hospital, allí una enfermera le extrajo sangre y dijo que nos avisará cuando estén los resultados.
Pronto todo saldrá a la luz y se le caería la careta a Arlin, solo debía esperar las pruebas, la quiero lejos de mi esposa. Pronto todos sus secretos caerían. Todos incluído el mío -pensé-, debía hablar con Leyla. Y con respecto a esos dos, no me iba a quedar con los brazos cruzados, los enfrentaría.
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Leyla.
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Un fin de semana espantoso había pasado, la resaca de la salida me duró todo el finde, lo peor era que no podía entender como Gael pudiera pensar que Arlin pudiera ser capaz de poner droga en mi bebida.
¡Era mi mejor amiga por Dios!
En cuanto a Jeremías no entendía que hacía en el club, pero si era una estrategia de Arlin me enfadaría con ella, le había sido clara, iba a continuar con mi matrimonio. Y todo empeoró cuando mi teléfono dejó de funcionar así porque sí.
Entro a mi oficina para dejar mis cosas, allí ya se encuentra Jimena trabajando, siempre tan puntual, la saludo con amabilidad aunque no seamos amigas es una excelente secretaria.
—Oh, me olvidaba —me detengo antes de entrar a mi cubículo giro para mirarla —. ¡Feliz aniversario! —la observo levantando una ceja. Gael no me había hecho mención.
—¿Qué? —pregunto.
—Claro, no lo recuerdas —clarifica —. Hoy es tu aniversario.
—Gracias. No lo sabía —le doy una sonrisa y entro. Es extraño que Gael no lo haya recordado, y pensándolo bien seguro no quiso presionarme. Decido llamarlo.
—Hola, ¿sucede algo? —pregunta preocupado apresuradamente.
—No, nada pasó. Solo quería decirte, ¡feliz aniversario!.
—¿Cómo lo supiste? —escucho ruido de teclado, ya está trabajando.
—Jimena me lo recordó.
—Lo siento, lo olvidé —me decepciona —. No te enojes —suplicó, habían pasado muchas cosas, no podía culparlo.
—Sí me molestó, pero está bien —mi voz suena decepcionada, me encojo de hombros aunque no podía verme.
—De verdad lo siento —se disculpa largando un resoplo de arrepentimiento —. Quizás podamos salir el próximo fin de semana —pensé que saldríamos a cenar aunque sea.
—Tendrás que hacer grandes sacrificios para que te perdone —lo digo con doble sentido provocando su risa.
—Prometo compensarte muy bien —promete.
—Más te vale Gael Hidalgo —lo amenazo, nos despedimos y comienzo a trabajar un poco triste, preguntándome cómo habían sido nuestros anteriores aniversarios.
Pasan como media hora y escucho que golpean la puerta, doy el pase e ingresa Arlin.
—Donde te metiste, estuve todo el maldito finde intentando comunicarme contigo —espeta molesta sentándose frente mío.
—No te enojaste —la calmo —, tuve un problema con la línea —era cierto cuando llegamos del hospital no funcionaba, la compañía de teléfono nos pidió que por el momento usara un nuevo número hasta que se pueda arreglar el asunto.
—Que conveniente —articula irónica.
—Es la verdad, no tengo porque mentirte.
—¿Y porque no me avisaste? —insistió desconfiada. Resoplo.
—No lo hice porque nadie en mi casa tiene tú número —sigo un poco cansada de su desconfianza —. Pero si quieres dámelo y te llamo para que compruebes que no miento y de paso agendas el nuevo número —explico, me lo dicta y lo agendo.
—¿Qué sucedió contigo en el club? Te dejo cinco minutos y me abandonas, te busque como loca pensando que te pudo haber pasado algo, menos mal que de casualidad encontré a Jeremías y me dijo que Gael te había llevado. ¿Sabías que él estaba allí también?
—No, no lo sabía, Gael pensó que tú lo habías planeado —ella rueda los ojos con fastidio.
—Juro que no lo hice
—Y piensa que alguien puso algo en mi bebida —por supuesto que no le voy a decir que la acusó directamente, ya existe demasiada tensión odian entre ellos, no quiero generar más tirantez.
—Amiga, tomaste como camello viniendo de un desierto, temía que te agarre un coma etílico, obvio que tú cuerpo lo sentiría al día siguiente.
—Lo mismo le dije. Deberías haberme detenido —la acuso.
—Te recuerdo que en nuestra época de soltería bebíamos más —eso era cierto, pero el cuerpo perdió esa costumbre.
—Fue vergonzoso despertar al lado de mi esposo con resaca —me lamento.
—Bueno, ya veo que estás bien —se incorpora —. Toma —me extiende una tarjeta.
—¿Y esto qué es? —me estiro para tomarla.
—Mi tarjeta personal, allí se encuentra mi número telefónico y mi dirección, ya no tienes más excusas. Nos vemos en el almuerzo —sale de mi oficina, si que es intensa, guardo la tarjeta en la cartera.
Llega la hora de salida, Gael no vendría a buscarme porque se le presentó trabajo que no pudo posponer.
Justo en nuestro aniversario.
Estoy un poco molesta pero decido no darle demasiada importancia, decido recorrer las tiendas para comprarle un regalo de aniversario. Se me hace tarea difícil. ¿Qué se le puede comprar a un hombre que prácticamente lo tiene todo?.
Después de varias horas de caminata me decido por un reloj muy elegante y costoso. Tomo un taxi y me dirijo a casa, cuando llego, el día está oscuro. Desciendo del taxi y camino hasta la casa, por la hora Carlota ya se había ido, y lo confirmo cuando entro, porque todas las luces se encuentran apagadas. Me dirijo hacia la cocina y cuando abro la puerta me encuentro con Gael con un ramo de orquídeas, la cena y la mesa prolijamente puesta en el centro velas encendidas. Por supuesto el se ve muy guapo, con una camisa blanca con pequeñas gotas negras y pantalón azul, se ve realmente hermoso.
—Feliz aniversario —dice dando pasos hacia mi, me quedo muda —. Jamás me olvidaría del día más feliz de mi vida —con la mano vacía toma mi barbilla y me besa como solo él sabe, alborotando todas mis hormonas —. Te amo —articula cuando se separa y me entiende las flores . Me encantan.
—Yo también te amo —susurro sin aliento ya, este hombre me enamora cada día más.
Me ayuda a sentarme y sirve la cena es filete mignon en su jugo con reducción de oporto.
—Está delicioso —expreso sincera —. No sabia que cocinabas tan bien.
—Bueno —se renueve en su asiento — tuve un poquito de ayuda. La mesa la preparé yo, compré las flores…
—Todo es perfecto, gracias —él sonríe con tanta sinceridad que me llena el corazón de alegría.
—No, esto no acaba —busca su teléfono y reproduce una melodía, Aerosmith I Don't Want to Miss a Thing, se levanta extiende su mano y yo la tomo, hace unos pasos, me pega a él y nos movemos muy lento al ritmo de la canción —. Está canción bailamos el día que nos conocimos —me recuerda entre pasos, me susurra al oído la canción, mis brazos rodean su cuello y cierro los ojos dejándome llevar, entendiendo el significado de esa letra, entre palabra y palabra, sus cálidos labios descienden por mi mejilla, bajando a mi cuello, busca mis labios dándome un apasionado beso, me levanta y rodeo las piernas en su cadera, así subimos a la habitación, dónde nos entregamos con tanta pasión que duele, disfrutando el uno del otro, cuando terminamos me quedo dormida entre sus brazos, me susurra algo del día del accidente, pero del cansancio no puedo entender lo que me dice.




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