Arlin.
La hora del almuerzo había llegado, ya no me agradaba hacerlo con Leyla, sobre todo después de que su matrimonio iba viento en popa, de lo único que hablaba era de Gael y lo bueno que era, que Gael ayudó a su hermana, que Gael la defendió de su padre convirtiéndose en héroe, que Gael era todo un detallista con ella. Estaba harta de escucharla, pero seguía haciéndolo porque era el único momento del día que podía saber más de ella. Al principio todo había vuelto a ser como antes, pero a medida que él tiempo pasaba Gael logró reconquistarla, y lo entendía, el hombre estaba como quería, es guapo, tiene un cuerpo que arde, es hermoso y sobre todo rico, era inevitable que lo que sentía por él terminaría resurgiendo.
Caminé esos pasillos haciendo ejercicio de meditación para no perder la paciencia, su voz con ese tono de felicidad ya me fastidiaba, estaba nada a vomitar, pero debía seguir, solo debía aguantar.
Cuando llegué a la cafetería de la empresa ella ya me estaba esperando con una sonrisa, agitó la mano para que pudiera notarla, rodé los ojos sin que pudiera verme, tomé la bandeja inhale y exhale mientras fingí una sonrisa y me dirigí hacia ella. Para mí sorpresa ella se encontraba callada y pensativa, al parecer hoy no escucharía hablar de su estupendo esposo.
Le comenté de un problema del trabajo y como Jeremías me había ayudado, demostrando que era un buen sujeto apesar de todo pronóstico, pero ella no me prestaba atención, estaba como ida, no entendía qué le pasaba.
—¡Leyla! —la llamé, odio cuando la gente me ignora —, quita esa maldita cara de boba —hacía gestos raros y las personas que pasaban no dejaban de mirarla.
—¿Qué cara de boba? —¿de verdad no lo sabía?.
—¿Cómo cuál? —me burlé —, estás sonrojada, te acaricias el labio, sonríes, te muerdes el labio inferior, estás en las nubes, es como si anoche hubieses tenido sex… —oh por Dios había atinado, el estómago de pronto se me revolvió. No me interesaba para nada lo que pasaba en su habitación. Era de lo único que ella no me había mencionado, su maravillosa vida sexual no me interesaba para nada.
—Sí, de hecho, tuve exelente sexo anoche —que asco.
—No quiero saber —pongo distancia apoyando la espalda en el respaldo de la silla. Su confesión me molesta.
—Desde cuando no quieres saber, antes pedías todos los detalles —es cierto, lo había hecho, pero ahora todo es diferente.
—Desde que dejamos de ser amigas, hace cuatro años —suelto mordaz tratando de hacerla sentir culpable recordándole que por su culpa dejamos de ser amigas, y surte efecto, porque su semblante cambia a uno de culpabilidad y tristeza —. Lo siento —pido falsas disculpas.
—No importa, después de todo es mi culpa —seguimos comiendo en silencio mientras pienso en como puedo hacerla pagar por alterar mi almuerzo.
—Que descaro lo de tus padres, ¿no? —suelto, ella mira confundida mientras bailo para mis adentros —. ¿Cómo, Gael no te dijo nada? —finjo inocencia que por supuesto ella se traga —. Tus padres presentaron una denuncia contra él, por daños y por unos contratos incumplidos. ¿Acaso no te lo dijo? —niega apenas moviendo la cabeza —. Hablé con tus padres hace unos días y me comentaron eso, les supliqué que no lo hagan, traté de convencerlos de que no podían hacer eso a ustedes, pero no me escucharon —mientras le cuento lo que escuché de Eduardo veo como poco a poco se va poniendo pálida, sus ojos se enrojecen su respiración se entre corta y empieza a temblar, que satisfacción verla como un gusanito al que le pusieron sal. Y cuando la veo taparse la boca y correr hasta el sanitario es cuando sé que la comida no me va a caer mal, y cuando pensé que mi día no podía estar mejor me equivoqué, porque horas después cuando escucho a Leyla detrás de la línea destrozada, triste, y dolida pidiéndome asilo, no voy a mentir me sentí tan bien, pensé que todos mis intentos por destruir su vida habían sido en vano pero la vida es justa y da recompensas.
Porque tanto odio hacia ella me preguntarán. Porque ella se empeñaba en quitarme todo lo que era mío. Ella había nacido con beneficios, en el seno de una familia, con padre y madre, con una vida acomodada con lujos y todo se le había dado fácil, en cambio yo debía luchar por obtener un simple plato de comida, por eso cuando se me ofreció dinero para realizar algunos favores no lo dudé, aun a costa de traicionar a mi supuesta mejor amiga.
Ella tenía todo lo que yo quería.
¿Qué clases de favores realicé? De todo tipo y a cualquiera costo.
Traicionar a mi amiga por ejemplo, ella se quejaba solo porque la querían obligar a casarse con alguien rico, qué interesaba si era viejo, gordo o feo, que interesaba si no era por amor, podía obtener la ganancia que quisiera, podía obtener más dinero solo por aguantarlo un par de años. Pero solo una niña rica podría despreciar el poder y el dinero. ¿Ese era su problema? Yo tenía verdaderos problemas. Una madre que trabajaba como burra como empleada doméstica para darme un plato comida, una rancho como casa, y dinero a cuenta gotas para gastar, usando ropa usada de esa supuesta amiga, debía quemarme las pestañas para estudiar y sacar una buena nota con muchísimo esfuerzo y trabajo, que tenía que trabajar y estudiar a la vez para poder graduarme, no como ella que tenía todo fácil.
La odio, juro que odio a ese pobre gusanito, con falta de cariño, baja autoestima y manipulable.
Al principio de verdad la sentí mi amiga, pero al pasar el tiempo me percaté que ella tenía todo y yo no tenía nada. Su padre la golpeaba, sí, pero era por su propio bien. Su rebeldía hacía que él actuara así, si tenía el dinero que gustase, ¿qué le costaba obedecer a todos los caprichos de su padre?. Yo no tenía nada y ella tenía todo, por eso me alié con Eduardo para mantenerla vigilada y controlada, ella era muy manipulable y yo abusé de ello.
Primero la acepté cuando huyó de su casa, Eduardo me lo había pedido, no me agradó mucho la idea al principio, ella sin dinero no me servía, pero como la suma que su padre me ofreció era jugosa a cambio del informe, acepté, con las facturas exorbitantes que pagar, estudiando para poder recibirse, sin trabajo y sin un centavo la idea era hacerle entender que lo mejor era regresar a su hogar, y estuvo a punto, pero encontró empleo en H&L, dónde las influencias de su padre no alcanzaban, solucionando todos sus problemas. Y luego me introdujo allí.
Luego para tener su sentimiento a raya hice que Jeremías la enamorara y jugará con ella mientras se acostaba conmigo. Había sido fácil engañarla, ella con sus inseguridades, al no tener cariño de nadie cayó fácil a sus encantos, pero el muy imbécil con su porte de conquistador y mujeriego con miedo a perder su preciosa libertad desaprovechó la oportunidad.
Me divertía cuando llegaba triste después de verlo porque él no se decidía, jugaba con ella y ella lloraba mientras yo fingía consolarla mientras a sus espaldas nos revolcábamos, la veía triste y con él corazón roto.