Leyla.
Había dormido terriblemente mal, la cabeza no paraba de dolerme, el malestar y las náuseas eran insoportables, y no pude parar de llorar todo la noche, todo era un caos, el diagnóstico del médico me preocupaba pero sabía que estar así podría afectar al bebé. Debía calmarme, es mi prioridad ahora. Me sentía sola y por extraño que parezca extrañaba mucho a Gael, la cama, aunque era solo de una plaza parecía extremadamente grande, no me había dado cuenta que su aroma y calor eran tan necesario para dormir, para estar en paz. Se supone que debería odiarlo por haberme mentido, pero mi cuerpo no deja de extrañarlo y mi mente no deja de pensarlo, no entiendo como dormí tanto tiempo sin él. Cuando supe del embarazo imagínate un escenario completamente diferente, imaginé compartirlo con él, los días felices juntos, lo feliz que él se sentiría, no esto.
Arlin tiene razón, no puedo perdonarlo así como así, tuvo mucho tiempo para contarme la verdad, ¿por qué ocultó algo tan importante para mí?. Él guardó muchos secretos, este, el que es dueño de la empresa, el que es rico, el que conocía a mi padre hace mucho tiempo y hacía negocios con él… son muchos, y no me hubiese importado si fuera él quien me lo hubiera dicho, pero me enteré de todo de la peor manera, y no solo una, sino dos veces. Me pregunto si alguna vez se le pasó por la cabeza decírmelo. Por otro lado pienso que no dejé que Gael me explicase nada.
Cuando se lo referí a Arlin me hizo prometer que no lo haría, que si lo perdonaba tan rápido seguramente seguiría mintiéndome como la veces anteriores. Preguntó si Jimena lo sabía y cuando respondí que desde el accidente también se molestó con ella por no exigirle que me lo contara.
—Te ves horrible —soltó apenas entró a la cocina, ya era de mañana y debía ir a trabajar, sabía que me veía fatal, el espejo no mintió para nada.
—Así me siento —reconocí tratando de tragar el té que me había preparado.
—Nada que unas tostadas y un poco de dulce de leche no solucionen —sonrió comenzando a poner el pan en la tostadora, el pan se empezó a tostar y el olor se esparció en cuestión de segundos por toda la cocina, hizo que mi estómago se revuelva y unas náuseas terribles me invadan.
—Ya regreso —trate de mantener la compostura porque las palabras de Jimena no paraban de repetise en mi cabeza, no le mencioné nada a Arlin del embarazo, pero sería imposible ocultar los síntomas.
Vomité, no entendía que había expulsado si no tenía nada en el estómago.
—¿Te encuentras bien? —preguntó del otro lado de la puerta
—Masomenos —articule como pude.
—¿Todavía no te recuperas?, desde ayer que estás así. ¿Se lo referiste al doctor?.
—Dijo que es por lo de la cabeza —dije lavándome la boca.
—¿Te dio algo? —preguntó detrás de la puerta.
—Sí, pero no debo tomarlo con el estómago vacío —debía ir con el ginecólogo por el malestar estomacal.
—¿Necesitas algo? —la sentí preocupada, su actitud no concordaba con lo que Jimena me había dicho, estoy confundida —, hay analgésico para el malestar estomacal en la heladera —señaló.
—Está bien gracias —menciono abriendo la puerta —, no te preocupes estaré bien, creo que la noticia me alteró —aspiro aire mientras desvío la mirada para no llorar.
—Está bien, yo debo irme —miró la hora —, debo encontrarme con alguien antes de ir a trabajar —asentí, no quería preguntar con quién pero se la notaba levemente feliz—, te veo en la oficina —toma el bolso y camina hacia la salida.
Espero poder ir, digo para mis adentro cuando unas náuseas aparecen de nuevo haciéndome correr al baño.
.
Traté de tapar mis ojeras con corrector de ojeras, los ojos rojos con unas gotas y mi rostro demacrada con maquillaje, me coloqué ropa de Arlin y agradezco ser de la misma talla, no sabía de dónde sacaba tanta ropa de marca, su vestidor estaba lleno y con ropa carísima, no sabía cuál era su sueldo pero se lo gastaba todo en ropa. No podía seguir faltando al trabajo, aunque sea la esposa del dueño, y aunque es muy probable que Gael aparezca en él.
Inhalo profundo antes de entrar intentando relajarme aunque es imposible, las náuseas son insoportables y el presentimiento que Gael aparezca en cualquier momento me tensa completamente. Finjo una sonrisa e ingreso saludando a todos hasta llegar a mi oficina encontrándome con Jimena como siempre en su puesto de trabajo.
—Buenos días, perdón por la tardanza —me disculpo cuando entro —, no me sentía bien —toco mi vientre señalando el porqué de mi malestar. Ella me observa desconectada.
—¿Estás bien? —se levantó del asiento para inspeccionarme, su mirada estaba fija en mi rostro como buscando algo, se le nota preocupada —. Pensé que hoy faltarías.
—No puedo seguir haciendo eso, debo trabajar ahora más que nunca —hice unos pasos hacia la oficina.
—Me alegro verte tranquila después de lo que te dijo el médico ayer, anoche estuve muy preocupada —expresó con sinceridad.
—Creo que hay algo más importante por lo que preocuparme —bajo la voz por si alguien más escucha —, además el malestar no me deja pensar en otra cosa, no quiero preocuparme y afectar al bebé —reconozco.
—Si te sentías mal solo me lo hubieras informado y yo te cubría.
—Lo sé y te lo agradezco, pero estoy abusando de ti.
—No lo veas así, no me molesta para nada, es mi sobrino —hace una pequeña pausa —. Y cómo lo tomó…
—No se lo comenté —le corto, su cara es de alivio —, por ahora —giro y camino para ingresar a mi cubículo.
—Y a Gael… se lo dijiste —me detengo.
—Jimena, no me presiones, me parece que tengo un millón de cosas en la cabeza para que lo hagas —espeto.
—Tienes razón, lo siento —levanta ambas manos.
—Agradecería que por la amistad que una vez tuvimos, estés de mi parte.
—Lo estoy —asegura sin dudar.
—Pues no parece —continúo caminando a mi oficina.
Me siento intentando hacer mi trabajo, pero un dolor punzante en mi cabeza me atraviesa nuevamente. Busco el número del hospital para sacar turno, necesito saber cómo se encuentra el bebé, además me siento débil, cansada y el sueño me invade haciendo imposible la tarea de mantener los ojos abiertos.
Los golpes en la puerta me despiertan y trato de concentrarme en mi trabajo.