Recuérdame.

Capitulo 36 Un paso más.

Leyla.
Estaba en el hospital esperando mi turno para ser atendida, Jimena se halla a mi lado, no volvimos a hablar del tema de Arlin, aunque la noté bastante decepcionada cuando regresé con ella, lo único que emití del tema era que la verdad siempre salía a la luz, y ella solo pidió que me cuidara. No entendía porque cada vez más sentía que debía confiar en Jimena, pero no podía dejar a Arlin así como así, era mi amiga de todo la vida, ¿y quien más que yo para conocerla a la perfección?. Entendía completamente porque Jimena no confiaba en ella, y lo respetaba, pero en mí caso quizás fui yo quien le había fallado primero, aunque mis alarmas se habían encendido después de ver sus reacciones, que no entendía porque nunca me había dado cuenta de sus acciones o simplemente las ignoré en el pasado. Igualmente no podía dejar de ser su amiga por algo que no me correspondía, además todavía no había podido hablar con Jeremías y saber la verdad, no dudaba de Jimena pero necesitaba saber el periodo de la traición puesto que no lo recuerdo.

—¿Estás bien? —preguntó con preocupación después de unos largos minutos sin hablar, no sabía qué cara tendría, pero me sentía triste por no compartir esto con Gael ni con Arlin, especialmente con él.

—Sí —fruncí los labios —, es solo que… me gustaría que estuviera él aquí —dije con notable tristeza, me encogí de hombros dando un suspiro sonoro.

—Quieres decir que mi compañía es aburrida —fingió estar ofendida tocándose el pecho —. Te recuerdo que aquí somos pareja y te prohíbo que pienses en otro —bromeó, no pude contener la risa haciendo que se escuchará por todo el pasillo, las personas a nuestro alrededor nos miraron, apreté mis labios para no seguir haciéndolo.

—Señorita Leyla Clark —llamó el ecógrafo asomándose por la puerta.

—No puede ser —rodó los ojos Jimena fastidiada, no entendí su reacción. Pero segundos después descubrí a lo que se refería, era el mismo médico que nos atendió la primera vez.

Al ingresar al consultorio saludamos dándole la mano, el especialista alternaba miradas entre ambas quedándose unos segundos más en mi acompañante, su semblante es entre una mezcla de admiración y desconcierto y es obvio recordando la declaración de Jimena.

—Acuéstese por favor en la camilla y levántese la camisa —ordenó e hice caso.

—No sabía que también lo encontraría aquí —dije con una sonrisa divertida, él por fin realizó una pequeña sonrisa más por compromiso que por otra cosa. Colocó el gel frío en mi barriga y empezó con la ayuda de un aparato a deslizarlo, se concentró en la pantalla y escribía lo que veía, su silencio me asustaba, quizás lo que tenía afectó al bebé de alguna manera —. ¿El bebé se encuentra bien doctor? —interrogué con un hilo de voz manifestando mi preocupación, las hormonas alteradas hacían que ría y lloré en cuestión de segundos.

—Sí, tranquila está bien —me aseguró y se escuchó una exhalación fuerte de alivio, no era la única preocupada —. Cómo ven —deslizó un poco la pantalla para que Jimena también viera —, aquí el bebé se encuentra bien, solo es pequeño para su gestación, ¿Se está cuidando bien señora Clark? —cómo explicarle que no, solo hacía dos semanas exactamente que estabas tranquila.

—Está pasando por algunas cosas —respondió por mi Jimena por mi.

—Pues debería cuidar mejor a su mujer —atacó molesto el doctor a Jimena —, su embarazo es de alto riesgo y ella debe descansar, estar tranquila y comer correctamente, a no ser que no sean pareja como dicen —de verdad está muy molesto—. No debe bajar más de peso, es más debe aumentar, señorita Clark, su gestación es de tres meses usted debería engordar o mantenerse en su peso, no adelgazar —volvió a enfatizar —, si sigue así quién corre peligro es usted, el bebé se nutrirá de todas sus reservas, él estará bien, pero usted no, sobre todo teniendo en cuenta que después del parto hay que hacer una cirugía —quedé muda —. Igualmente cuando sepa los resultados de los análisis podré darle un informe completo, por el momento, alimentese bien —explicó con autoridad, no se parecía al médico simpático y agradable de la primera vez, no me atreví a articular palabra.

—¿Pero se encuentra bien? —preguntó preocupada Jimena.

—Sí, procuré que haga lo que le pedí —me entregó una servilleta para que me limpie, luego extiende la mano y la tomé para levantarme —. Todavía no se puede ver el sexo del bebé, es pequeño, pero dentro de dos semanas regrese para una nueva ecografía —lo miré asustado, tenía entendido que a las embarazadas se le hacían control una vez por mes, al parecer entendió mi gesto porque continúa —. Al ser su embarazo de riego necesita controles más seguidos —explicó para tranquilizarme.

—Gracias —articulo con alivio esbozando una sonrisa, hace una mueca con los labios, mira fijo a Jimena para decirle algo pero no lo hace, en cambio camina hasta su escritorio y escribe.

—Cuando tenga los correspondientes estudios realizados, las espero —le sonreí en agradecimiento y dimos unos pasos hacia la salida —. Señorita —nos detuvimos y volteamos a la vez —. Aquí tiene mi número por si algo sucede —no me lo da a mi sino a Jimena, ella frunce la boca duda y tarda unos segundos mirando fijamente el papel que el doctor tiene entre sus dedos.

—Gracias —digo tomando el papel sonrío con incomodidad.

—Lo tendremos en cuenta —dice Jimena de manera cortante entrelaza sus dedos con los míos tomándome por sorpresa, me da un pequeño empujón para salir del consultorio cerrando la puerta.

—Definitivamente no es alguien fácil de darse por vencido —señalé a mis espaldas dónde hace segundos estuvimos, guardé el papel con el número telefónico, quizás algún día lo necesite.

—Me debes un desayuno después de ser reprendida de esa manera —señaló.

—Me parece un trato justo mi amor —le guiño un ojo siguiendo nuestro juego.

Nuestros planes se truncaron cuando una llamada llegó al teléfono de Jimena pidiendo que regresemos al trabajo, optamos por pedir el desayuno a la oficina. Teníamos que terminar un trabajo urgente así que decidimos que lo haríamos juntas en mi oficina para realizarlo lo más rápido posible. No lograba concentrarme, la foto del bebé quemaba en mi cartera, la saqué para verla de nuevo, no podía creer cómo algo tan pequeño se estaba formando dentro de mí, algo mío y de él, jamás pensé sentirme tan feliz y tan triste al mismo tiempo, pensé que Gael debía saberlo, él era el padre, y me estaba comportando de manera muy egoísta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.