Leyla.
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Otra vez en el hospital, ya habían pasado los quince días, había traído todos los estudios que el médico me envió a realizar, otra vez Jimena me acompañaba, agradecía no venir sola, me aterraba estarlo y recibir una mala noticia.
No había recibido noticias ni de Gael ni de Arlin, tampoco me preguntaron nada sobre el bebé, como si no les importara, había sido mi culpa no de él. Me duele la actitud de Gael, él mismo fue el que había dicho que esto sobrepasaba a lo nuestro, que era lo que anhelaba. No quería pensar demasiado en todo lo que estaba pasando porque tambaleaba mi estabilidad mental y física, no quería decir con eso que no tenía parte de culpa, porque por supuesto la tenía. Solo que pensé que cuando se enteraran del embarazo las dos personas más importantes para mí, reaccionarían de otra manera, no por mi, sino por el niño en mi vientre.
—¿Estás bien? —interrogó Jimena, una pregunta que hizo mucho los últimos días, ella sabía perfectamente cómo me sentía, había sido mi pañuelo.
—Sí —respondí haciendo una mueca con la boca.
—Yo estoy aquí —me tomó fuerte de la mano y la apretó consolándome, la apreté de vuelta.
—Señorita Leyla Clark —se asomó el médico por la puerta y cuando vio nuestras manos entrelazadas hizo una mueca con la boca y negó varias veces con la cabeza.
Nos levantamos y entramos al consultorio, al sentarnos me pidió los estudios y los examinó detenidamente.
—¿Cómo se encuentra? —interrogó mirándome a la cara, sin mencionar como habían salido los estudios.
—Regresaron los dolores de cabeza —y no era para menos con todo el estrés que pasé.
—Señorita —la miró a Jimena —, le di mi número para estos casos.
—No me menciono nada —me miró desconcertada Jimena.
—Para la próxima llámeme, recuerde que es un embarazo de riesgo —advirtió con firmeza, solo atinamos a mover la cabeza, si le decíamos algo podíamos ser regañadas —. La pesaré primero —me guío a la balanza y observé su mirada de aprobación cuando vio que aumenté algo de peso —. Cómo… —alguien lo interrumpió golpeando la puerta, soltó una pequeña exhalación por la interrupción pero dio el pasé, mi boca se abrió grande cuando vi a Gael entrar, estaba muy serio —. ¿Sí? —cuestionó el médico apenas entró, no entendía quién era y qué hacía aquí.
—Soy el padre del bebé —mencionó, el profesional lo miró confundido.
—No sabía que se había enterado, por favor pasé —pude ver a Jimena ponerse rígida mientras yo sentía satisfacción de que haya querido venir. Él ginecólogo anotó mi peso, y luego me hizo recostar en la camilla —. Primero haré toda la rutina y luego le diré el informe —asenti, levanté la camisa y él puso el gel en mi abdomen, Gael se aproximó para mirar más de cerca y noté como su semblante se relajaba y la comisura de sus labios se elevaba. El doctor vio su interés y giró la pantalla para que viera mejor, mientras le explicaba todas las partes, a mí esposo se le llenaron los ojos de lágrimas.
—Es hermoso —dijo en un susurro —. ¿Podremos saber el sexo del bebé? —preguntó muy interesado.
—No todavía —explicó con una sonrisa, me dio una servilleta para que me limpiara y luego extendió la mano para que pudiera incorporarme —. Bueno —dijo luego que se acomodó en su silla —. Es bueno que hayas subido un poco de peso, los estudios salieron bien, y también la ecografía anterior, en cuanto al dolor de cabeza y la cirugía…
—¿Qué cirugía? —cuestionó, no sabía que hablaría de eso, no quería que Gael se enterara de eso y que me tuviera lástima.
—La señorita Clark tiene una lesión cerebral que sufrió en un accidente hace algunos meses a… —Gael me miró pero no pude distinguir su expresión.
—Doctor —interrumpí —, no creo que sea necesario hablar de eso—no quería que le explicará nada más.
—¿Esa lesión afecta al bebé? —preguntó preocupado, el bebé era lo más importante, pero lo dijo de un modo como si yo ya no le importará, haciéndome sentir realmente triste, me lo merecía.
Él doctor le explicó que mi embarazo era de riesgo, y necesitaba cuidados especiales, que el bebé estará bien si me cuidaba bien, y también le explicó todo lo correspondiente a la cirugía después del parto, en todo momento podía sentir la mirada poderosa de Gael sobre mí que no apartó en ningún momento desde que el doctor empezó a hablar.
—¡Ahora me ocultas cosas! —soltó confundido luego que el hombre en bata blanca le explicara todo—. Por qué no me dijiste nada —indagó pasando con frustración la mano por el cabello.
—Me parece que sabes por qué no te lo referí —le recordé, no lo decía precisamente por los secretos que me guardó, más bien a todo lo ocurrido últimamente.
—Eso no tiene nada que ver Leyla, soy tu esposo —se señaló.
—¿Esposo? —cuestionó confundido el médico —. ¿Ustedes no eran pareja? —preguntó confundido señalando con el dedo y miradas entre ambas.
—Explíqueme por favor doctor, que más necesito saber de mi esposa —el doctor le dijo los cuidados que necesitaba y también le recordó la consulta con el neurólogo, quien le informaría más sobre la lesión. No quería que supiera.
—Puedo trabajar verdad doctor —ya había hecho esa pregunta en mi anterior consulta, pero sabía lo que se avecinaba y necesitaba que Gael lo escuchará de él.
—Ya le había dicho que sí, si no se cansa pero con su actual dolor de cabeza…
—¡Te duele la cabeza! —interrumpió molesto Gael.
—Todo es por el estrés —lo miré, al parecer no recordaba nuestros desacuerdo de los últimos días —. Lo empecé a sentir desde la última discusión.
—Entonces necesita descanso y tranquilidad —remarcó el hombre de bata blanca las últimas dos palabras, era un recordatorio para mí y una advertencia para él, el ambiente estaba pesado y muy tenso.
—Los veo dentro de dos semanas —nos entendió las órdenes para algunos estudios por realizar —, traigan todo en la próxima consulta, señorita Clark —estiró la mano.