Recuérdame.

Capitulo 44 Memorias.

Arlin.

Su pecho sube y baja rápidamente, los ojos grandes desorbitados con lágrimas enormes luchando para no salir, la boca grande mostrando asombro y decepción.

—DÉJAME —grito empujando a Gael de encima —, él… él me llamó no sé porqué —suelto fingiendo desesperación, unas cuantas lágrimas permito que rueden por mis mejillas —, y me besó, se tiró sobre mí y no pude quitármelo de encima —por supuesto que ella me cree, me encargué de sembrar dudas en su mente.
El órden de los factores no altera el producto, iba a deshacerme primero del bastardo y luego de ella pero las cosas a veces no resultan como lo planeamos.

—Leyla, amor —levanta las manos —, juro que no es lo que parece —después de largas esas palabras cierra con fuerza los ojos al entender el significado de esas palabras, lo hacen ver culpable.

—No puedo creer lo que me hiciste —suelta ella llorando tomándose con ambas manos la cabeza, cae al suelo soltando un grito de dolor.
Me cree, Leyla me cree. No puedo describir la satisfacción que siento en estos momentos.

Leyla.
Minutos antes.

—Es increíble —señala mi vientre Jimena —, saltó de un día para el otro —acaricio mi vientre.

—Estamos muy felices —respondo sintiendo.

—Me alegra mucho que todo esté mejor entre tú y Gael.

—Gracias, yo también. Antes de irme pasaré por la oficina de Arlin a saludarla —hace un gesto de desaprobación que ignoro, aprovecho que Gael no está porque seguro inventario una excusa para que ni siquiera pase a saludarla, me dirijo a la oficina de mi amiga, en el camino saludo a algunos ex compañeros, cuando llego no se encuentra, seguro fue por fotocopia, así que decido ir hasta allí esperando encontrarla.
La puerta se encuentra cerrada así que ingreso al cubículo pero está vacío, veo una luz titilante y se escucha un pitido, es de una máquina, a simple vista es una hoja que quedó trabada. Me acerco, tiro un poco y puedo quitarla la máquina empieza a funcionar. En eso escucho la puerta abrirse y cuando giro me hallo con Jeremías parado en el umbral de la puerta con la mano agarrando el el picaporte.

—Hola —atino a decir quedándome dura en mi lugar, hace mucho que no me lo cruzo.

—Vaya, no lo sabía —frunce el ceño en confusión y señala con un dedo mi vientre.

—Sí, bueno —acaricio mi vientre.

Esto es realmente incómodo, un silencio se hace en el lugar y sin más que decir decido irme, doy unos pasos y cuando estoy apunto de salir su voz me detiene.

—Fue realmente cruel de tu parte jugar conmigo, darme esperanzas y luego dejarme, —espeta irritado.

—Yo jamás te di esperanzas, tú sabías que estaba casada. Te aprovechaste de mi perdida de memoria para confundirme —replico por su acusación.

—No sabía que eras una maldita perra, que te gusta calentar a los hombres solo por diversión. Te haces la mosca muerta solo porque te gusta provocar y calentarles la bragueta —mi mano golpea fuerte su mejilla haciendo un estruendo.

—¡Quien te Crees que eres para hablarne así, idiota! —digo entre dientes —. Tú me hablas de moral, que mientras salías conmigo te acostabas con Arlin —no lo sabía con certeza, pero era algo que había estado rondando en mi cabeza desde que Jimena me lo contó. Y sinceramente espero que lo niegue, que diga que me equivoco, y cuestione que estoy loca y pregunté de dónde saqué esa estupidez, pero su estado en shock me lo confirma, es verdad, todo es verdad.
No puedo creerlo, y sinceramente él no me interesa para nada, pero no puedo creer que Arlin me haya hecho algo así, mi amiga, si hizo esto no quiero saber cuánto más hizo.

—Desde cuándo lo sabes —cuestiona aterrado.

—Con mi mejor amiga, ¿de en serio?. Habiendo tantas personas justo con ella. Eres un hipócrita —intento salir pero me toma del codo para detenerme.

—Espera… —trata de decir , pero me remuevo con brusquedad y logro sacarme.

—Nunca más intentes tocarme, porque te juro que nunca más conseguirás trabajo en tu vida —amenazo con ferocidad.

—Acaso me estás amenazando —advierte.

—Tómalo como quieras, y si no quieres que mi esposo te eche a patadas de aquí, será mejor que nunca jamás me dirijas la palabra —salgo de allí apresurada, no puedo creer lo que me hizo Arlin.

La cabeza empieza a dolerme, pero necesito confrontarla.
¿Desde cuándo me miente?
¿Qué más me oculta?.
Regresó a su oficina con la intención de encontrarla, pero todavía está vacía. Me siento unos segundos a esperarla, mi cabeza da vuelta, y unas intensas ganas de vomitar me invaden. No quiero hacerlo, me levanto para tomar agua, me sirvo y le doy un buen trago, mi ojos me pican, me siento traicionado y dolida. No entiendo como pudo hacerme eso. Para evitar llorar parpadeo y paseó los ojos por su escritorio, veo un sobre con mi nombre, lo tomo entre mis manos. No entiendo de qué se trata, lo abro, y veo que es un análisis de sangre. ¿Por qué ella lo tiene?. Miró la fecha, y es de hace bastante tiempo, trato de hacer memoria, no recuerdo haberme hecho uno antes del embarazo, y de pronto lo recuerdo, el día que salí sola con Arlin a la discoteca, ese día había bebida mucho y Gael había ido por mí, según él me vio con Jeremías, no lo recordé ese día y no lo recuerdo aún, pero había decidido hacerme un análisis para dejarlo tranquilo, porque él había asegurado que ella puso algo en mi bebida. Me había olvidado completamente de eso, jamás recibí los resultados y ahora entiendo el porqué, ella lo tuvo todo este tiempo, solo no entendía cómo lo había conseguido.
Abro el sobre con manos temblorosas, con temor y lo leo… da positivo, me drogó, no entiendo que pretendió con eso, no puede ser, ¿cuántas cosas más no sé de ella?.
Salgo furiosa con los análisis en la mano para confrontarla, necesito explicaciones. En un pasillo me encuentro con alguien, pregunto por ella y me comunica que la vio en la oficina del jefe, camino hacía allí y cuando llego veo la puerta entreabierta, me asomó y escucho cada palabra, es como si con un palo me golpearan la cabeza, esta empieza a dolerme tremendamente, no puede estar pasando esto, siento que un cuchillo atraviesa mi cabeza y como si la abrieran de par en par, no sé cómo pudo hacerme esto, confíe ciegamente, creí cada maldita palabra que salía de su boca, y luego como si múltiples cuchillos arremetieran contra mi cabeza, las imágenes empiezan a atravesar mi cerebro, duele cada recuerdo.




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