Recuérdame.

Capitulo 45

Leyla.

Siento como si mi cabeza se partiera en dos, pero también siento un dolor terrible atravesando en el pecho, duele saber toda la verdad.

Ella me traicionó, no una sino mil veces, como pudo ser tan cruel, ella a quien creí una hermana, por la que sin dudas hubiese dado la vida. Como pude ser tan ciega, y equivocarme tanto.

Ahora al recordar todo, una ira indescriptible que emerge de lo más profundo de mi ser recorre todo mi cuerpo, un coraje que recuerdo perfectamente haber sentido ya por ella.

Estoy de rodillas en el suelo, con ambas manos tomándome fuertemente la cabeza como si eso evitará el dolor que siento, las lágrimas salen sin control, siento que queman mis mejillas.

No entiendo como pude ser tan tonta.

Unas manos me rodean pero cuando levanto la vista para saber de quién se trata veo Gael mirándome con un gesto de dolor y a mi supuesta amiga con una expresión de dolor, por supuesto que fingida, lo sé perfectamente, pero ya no puede engañarme más, su máscara ya calló.

Ahora que sé que Gael es uno de los dueño de esta empresa, no la quiero cerca, no la quiero cerca de mi esposo, no después de lo regalada que se que puede a llegar hacer, y saber lo descarada que es.

—¡No me toques! —grito sacudiéndome de su agarre, me da asco su contacto

—Leila nena… —maldita hipocrita. La empujo porque todavía me tenía sujetada fingiendo preocupación, fingiendo que le importo, ella siempre me utilizó, fue mi amiga por conveniencia, por interés, y ya no la quiero cerca.

—Nunca más —advierto levantándome —, me vuelvas a tocar —digo con odió limpiando mis lágrimas con una mano —, y nunca más quiero verte cerca de mi esposo —le propino una bofetada que hace que su rostro gire violentamente, ella se aleja tomándose la mejilla con una mano —. Recordé todo Arlin —sentencio —, no quiero verte nunca más y estás despedida.

—Tu no puedes hacer eso, no eres la jefa —me reta, ya no finge preocupación, es más ya no finge nada, su expresión es de odio hacia mí.

—Por supuesto que puede —interrumpe Gael —, es mi esposa, todo lo mío le pertenece.

—Y si no quieres que te saque a patadas vete ahora mismo de aquí —ordeno.

—Veamos qué dicen la policía y los socios sobre esto —dice con una sonrisa sarcástica saliendo del lugar con la frente en alto. Gael camina hasta mí con preocupación.

—¿Estás bien? —interroga preocupado. Lloro, porque su traición se siente reciente.

—No —logro decir, me abraza fuerte contra él quedándome quieta —. Recordé todo Gael —articulo después de un rato.

—Lo sé —dijo acariciando mi cabello con ternura —. ¿Qué es eso? —interrogó señalando los estudios que se encontraban en el piso, se agachó y los levantó mirándolo fijo.

—Son los estudios que enviaste a qué me realizará el día que salí con Arlin —mencioné mirándolo fijo, su expresión se endureció cuando entendió de qué se trataba.

—¡Esa maldita bruja te drogó! —espeto apretando la mandíbula —. Planeó todo. Sabía que iría a buscarte y quería que te viera con él. Agradezco que Jeremías no sea esa clase de hombres, que se aprovecha de mujeres indefensas —es cierto.

—¿Crees que me drogo con esa intención? —sabía que podía ser capaz —. Sí lo es —contesté mi propia pregunta.

—Pagará por todo —dijo entre dientes.

A pesar de la insistencia de Gael de primero llevarme al doctor, lo persuadí a que primero hablara con los socios, conocía a Arlin y podía torcer todo a su favor, y aunque sabía que no se quedaría con los brazos cruzados, había que prevenir. Nos habíamos asegurado que saliera de la empresa, no quería a Arlin en las instalaciones. No la quería cerca de mi esposo, y no era porque dudará de él, esa mujer era capaz de cualquier cosa.

Mientras Gael tenía la reunión con los socios Jimena me consolaba, había recordado porque había decidido ser su amiga.

—Todo este tiempo intenté decírtelo pero jamás me lo permitiste —le había contado todo a Jimena, y me encontraba en su oficina hablando.

—Ahora lo sé, y entiendo porque siempre apoyabas a Gael.

—Por eso te pido que si en algún momento pide hablar contigo, no lo hagas, ella es capaz de hacer cualquier cosa —suplicó.

—No lo hará —asegure.

—Prometelo.

—Ahora lo recuerdo. Quédate tranquila,no lo haré —suspiró aliviada.

—¿Cómo te sientes?.

—Me duele mucho la cabeza —digo.

—Leyla, deben ir urgente al médico —ordenó.

—Si tranquila ahora iremos, es una reunión rápida, sabes de las cosas que puede inventar Arlin. También haremos la denuncia por acoso y por los resultados de los estudios.

—Está bien —dijo dudosa.

—Gracias —articulé con vergüenza, ahora entendía que todo lo que ella había hecho era por mí bienestar. Recordaba todo lo que habíamos vivido con Jimena, toda su relación con el él idiota de Jeremías. Ella solo había querido cuidar de mí.

—¿Por qué?.

—Porque ahora sé, que realmente eres mi amiga —me abrazo fuerte dando un suspiro de alivio.

—Que bueno que lo recordaste, me había sentido muy sola todo este tiempo —dijo en medio del abrazo, me sentí culpable pero solo la estreché entre mis brazos.

Después de la reunión fuimos al médico, nos atendió de inmediato, le contamos todo, y nuevamente me hizo una resonancia magnética. Estaba en una habitación esperando los resultados, solo esperaba no quedarme un día aquí.

Me habían dado algo para que él dolor de cabeza cesara.

—Perdón —escuché lo que decía mi esposo y giré la cabeza para mirarlo, había estado muy pensativo y casi no hablaba —. Él accidente fue mi culpa —dijo culpable —. Ese día… del accidente… —las lágrimas empezaron a salir, se lo notaba culpable —. Por mi culpa estás así —dijo con la voz entrecortada —, si solo te lo hubiera dicho antes

—Amor —tomo su mano —, no te culpes, como ibas a imaginar que me enteraría de esa manera.

—Fui tan egoísta —dijo limpiándose las lágrimas de su mejilla con la manga de su camisa.




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