Arlin.
Lo había perdido todo, no me quedaba nada. Perdí mi trabajo, algo por lo que tanto había luchado, al amor de mi vida, quién siempre fue una obsesión para mí, ¿cómo pude por un momento de debilidad dejarme llevar por mis emociones y tirármele encima en la misma empresa?.
Muchos socios a quienes tenía amenazados con fotos por haber estado conmigo y enviárselas a sus esposas, no les quedó otra alternativa más que despedirme, él era el jefe mayor, eso no indicaba que no sacaría tajada de eso, aquí no era la única que se quedaría sin nada.
Eduardo también había tenido la desfachatez de congelar el dinero que me daba, el muy maldito no me lo comentó, lo descubrí porque su esposa apareció en mi casa furiosa, apenas me vio, me propinó varios golpes, gritando y maldiciendo que como pude hacerle eso, si yo era como una hija para ella, que la había traicionado de la peor manera, había confiado en mí y yo abusé de su confianza.
Yo no tenía la culpa, él era su esposo, el que le debía fidelidad.
Resultó que todo el dinero que tenía Eduardo era de la familia de su esposa, ella era la que había heredado las empresas y el dinero cuando quedó huérfana y, él había malgastado todo, eso lo había descubierto recientemente y no solo eso, también la traición de su esposo con la amiga de su hija. Negando que él siga operando su patrimonio. No sé qué pasaría con él, pero lo que sí sabía es que sus hijas habían presentado una demanda por violencia, estaba hasta las de abajo atrapado, sin dinero ni poder, no saldría mal librado de esto.
Fueron meses planeando cada movimiento, no podía fallar como veces anteriores, por eso fue que esperé, esperé y esperé con paciencia para mí último golpe. Jamás pensé que eran tan paranoicos, habían puesto seguridad y ella no salía sola, su bastardo crecía cada vez más, y a él se lo veía más enamorado y feliz que nunca, algo que me daba repulsión. Eso debía acabar. Era yo quien debería llevar a su hijo, era yo a la que le debería dedicar esas miradas, era a mí a quien le debía prometerle amor eterno.
No a ella.
Por eso, no sería ella solamente quien sufriría, Gael también lo haría. Me humilló de la peor manera, la eligió a ella, una mujer sin personalidad y sin gracia, y no estaba dispuesta a dejarlo así esta vez, lo disculpé cuando la eligió a ella en vez de a mi la primera vez, lo disculpé cuando la dejó embarazada y hasta le di una última oportunidad y él la rechazó dejándome en la calle sin importar cuánto tiempo lo había amado y esperado. A mi me iba a ir mal, pero a ellos peor cuando él pague perdiendo todo, sentiría el dolor al igual que yo, me desharía del bastardo y de ella.
Así que después de saber todos sus movimientos y averiguar las fechas de sus consultas y que él hoy llegaría tarde, nada me impediría llevar acabo mi venganza, moriría en el proceso, por supuesto que lo haría, mas no le daría la satisfacción de verme entre rejas, muerta antes de darles esa satisfacción, no después de todo lo que me han hecho pasar.
Cuando llegué al hospital y esperé entre las sombras pacientemente, sabía sus movimientos y solo debía aguantar, y todas las piezas del rompecabezas empezaron a encajar a la perfección, la vi descender sola del vehículo, a él al otro lado se la calle esperando, los vi sonreír de manera estúpida como si todo estuviera bien, como si el mundo no tuviera suficientes problemas, entonces arranqué el auto a gran velocidad, llevaría a cabo mi plan, lo repasé mientras pisaba el acelerador dirigiéndome a ella, impactaría contra ella y la inercia me estamparía contra una pared, ambas perderíamos la vida, pero no conté con que ella correría unos pasos y que y el auto se incrustara en un poste primero y luego la golpear a Leyla.
Gael
—¡Leyla , Layla! —Grito casi desgarrándose mi garganta corriendo con todas mis fuerzas viendo el peligro inminente, cruzo la calle sintiendo que mis piernas arden por el esfuerzo, veo su cara de horror mirar al coche y luego a mí, en un instante reacciona gira y da unos pasos intentando correr, pero el auto choca la trompa contra un poste, la inercia hace que gire hacia el costado, golpeando la espalda de Leyla con el costado, cuando estoy apunto de llegar a su lado me tiró de rodillas deslizándome por el suelo, llego a ella quién yace en el piso de costado inconsciente, sale sangre de ella pero no sé de dónde, no sé que hacer, mi respiración se entrecorta, mis oídos pitan y me hormiguean las manos, trato de tomarla pero una voz pide que no lo haga, mí visión se nubla por las lágrimas que no paran de salir —. !Leyla! —repito desesperado pero ella no responde, cuando intento agacharme más para saber si respira una mano me echa para atrás y cuando quiero protestar me percató que es una persona con bata blanca que viene a ayudarnos, me había olvidado dónde nos encontramos, todo parece suceder en cámara lenta, el doctor le revisa los signos vitales, llama con urgencia a otro con uniforme quien viene con la camilla y con cuidado la suben y la ingresan y corren, cuando me aseguro que está en buenas manos, desde mi lugar, observo hacia donde se encuentra el coche, veo que la policía retiene a alguien acostado sobre el suelo, no sé en qué momento sucedió eso, está acorralado y le ponen las esposas, no puedo verle bien, quiero golpear al sujeto y matarlo con mis propias manos, me levanto y me dirijo hacia ellos, camino furioso y mi ira aumenta a niveles inimaginable, cuando quiero tirarme sobre el sujeto, me quedo paralisado, no puedo hacer nada, me siento frustrado cuando veo que es Arlin quien hizo esto, maldita, no entiendo como pasó esto, tomé todos los recaudos necesarios. Ella había desaparecido.
Ella se encuentra sangrando e inconsciente, los policía llaman a los doctores, la dejó ahí y camino para ingresar al hospital, pero el guardaespaldas me detiene.
—Señor —llama el guardaespaldas conmocionado —, lo- lo siento —se lamenta, está desesperado no entiende nada. Quiero decirle que es su culpa que era su deber cuidarlos que no hizo su trabajo, pero no tengo tiempo ahora para eso.