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El sonido del despertador rompió el silencio de la habitación, anunciando el inicio del primer día de clases. Sakura se levantó con algo de pesadez, todavía sintiendo el efecto de una noche inquieta. Los nervios no le habían permitido dormir bien, pero eso no mermaba la emoción que sentía. Estaba a punto de comenzar una nueva etapa en la Universidad Konoha, una de las más prestigiosas del país.
Se alistó con rapidez: se duchó, desayunó a toda prisa y salió rumbo a la universidad. Al llegar, observó a su alrededor con cierta cautela. Aún había estudiantes entrando al campus, y aunque la mayoría parecían conocer el lugar, ella apenas estaba ubicándose. Se dirigió a la oficina de dirección para confirmar el aula que le correspondía.
Ya en el salón, se sentó discretamente en uno de los asientos del fondo. Notó cómo algunos compañeros ya se saludaban con confianza, riendo entre ellos. Esa familiaridad inmediata le resultaba ajena. No era buena para socializar rápido, y eso la hacía sentirse un poco fuera de lugar.
Poco después, una joven de apariencia arreglada se acercó a ella.
—¿Está libre este asiento? —preguntó con amabilidad.
—Sí, claro —respondió Sakura con una sonrisa leve.
La chica se sentó a su lado, y pronto sacó su celular, uno de esos modelos recientes y vistosos. Vestía con mucho estilo, cada detalle de su ropa y accesorios parecía perfectamente calculado. Sakura la observó de reojo, pensando en lo natural que se le veía todo eso… como si simplemente perteneciera a ese entorno.
—Hola, mucho gusto. Soy Ayame Mashiba —dijo de pronto la joven, con una sonrisa segura.
—Ah… h-hola. Soy Sakura Haruno —respondió ella, algo nerviosa.
—Sakura… bonito nombre.
—G-gracias…
La conversación fue breve, pero suficiente para romper un poco el hielo. Justo entonces, el profesor entró al salón. Se presentó como Hatake Kakashi y dio inicio a las clases. Uno a uno, los estudiantes comenzaron a presentarse. Cuando llegó su turno, Sakura habló con voz baja pero clara. A su lado, Ayame lo hizo con soltura, sin una pizca de nerviosismo.
Durante la hora del almuerzo, Ayame se acercó nuevamente a ella.
—Sakura, ¿vamos a comer?
—Sí, claro —respondió, gratamente sorprendida.
Al caminar juntas por el campus, Sakura notó cómo varias miradas se dirigían hacia su compañera. Ayame parecía acostumbrada a la atención; respondía con una sonrisa suave y un porte confiado. Sakura, en cambio, se sentía un poco fuera de lugar. Le costaba entender cómo alguien podía proyectar tanta seguridad.
—¿Estás bien? —le preguntó Ayame de pronto—. Te ves algo tensa.
—Ah… no, no es nada. Solo… no pensé que habría tantas miradas.
—Es normal —respondió Ayame con un encogimiento de hombros—. Siempre ha sido así, desde la escuela. Supongo que una se acostumbra.
Sakura asintió con una sonrisa educada. Agradecía su compañía, aunque no podía evitar sentirse algo opacada por su presencia. Aun así, el día transcurrió con normalidad, y al llegar a casa, Sakura se dejó caer en la cama con un suspiro.
—Fue un buen día… más de lo que esperaba —se dijo, cerrando los ojos.
Al día siguiente, mientras se preparaba para salir, sus ojos se detuvieron unos segundos en una pulsera con un adorno en forma de gato que descansaba sobre su escritorio. La tomó con delicadeza y la sostuvo entre sus dedos.
—Espero que tú también estés teniendo un buen día, Sasuke —susurró, antes de guardarla en su bolso y salir.
Ya en la universidad, mientras caminaba por los pasillos, tropezó ligeramente con otra chica que llevaba los brazos llenos de libros. Ambas cayeron al suelo.
—¡Lo siento! No te vi —dijo Sakura, agachándose a ayudarla.
—N-no, fue culpa mía… estaba distraída buscando el aula —respondió la joven con voz suave, evitando el contacto visual.
—¿Eres nueva? —preguntó Sakura mientras recogía los libros.
—Sí… no pude venir ayer porque estaba un poco enferma —contestó con cierta timidez.
Sakura asintió con comprensión.
—Sé cómo se siente eso. Me alegra que ya estés mejor.
—Gracias…
La conversación fue breve, interrumpida por la necesidad de llegar a clases. Sakura se despidió con una ligera sonrisa y siguió su camino. Minutos después, ya sentada en su aula, escuchó al profesor anunciar que una nueva compañera se integraría al curso.
—Puedes pasar —dijo Kakashi.
La puerta se abrió, y para sorpresa de Sakura, era la misma chica con la que había tropezado minutos antes.
—M-mi nombre es Hinata Hyuga… mucho gusto —dijo casi en un susurro, visiblemente nerviosa.
Sakura la observó con una mezcla de sorpresa y ternura.
—Qué coincidencia… —pensó.
Hinata se sentó cerca de una joven rubia que parecía tener una personalidad completamente opuesta: extrovertida, conversadora. A la hora del almuerzo, Sakura decidió acercarse.