Recuerdo de Verano

Capítulo 07 .. ¡REALMENTE ERES TÚ!

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Transcurrieron dos días desde aquella salida con sus amigas, pero Sakura no lograba apartar de su mente esa sensación extraña. Algo se había removido dentro de ella: un estremecimiento, un sobresalto en el pecho. No podía explicarlo del todo, pero ahí seguía, latente.

—¡Sakura! ¿Puedes bajar un momento, por favor? —llamó su madre desde la planta baja.

—¡Ya voy! —respondió mientras se levantaba del escritorio y bajaba las escaleras.

—Cómo vas a salir hoy, ¿podrías comprar un yogurt? Sabes que a tu padre le gusta mucho —pidió con amabilidad.

—¿Salir hoy…? —murmuró algo confundida.

—¿No me dijiste que esta tarde ibas a ir a la librería a buscar un libro?

—¡Ah, es cierto! Lo olvidé completamente —rió, un poco avergonzada.

Su madre la observó con atención.

—Sakura, ¿te pasa algo? Estás muy distraída desde que saliste con tus amigas. Te he notado pensativa…

—No, no pasa nada, de verdad. Estoy bien —dijo, sonriendo con ternura.

La mujer se acercó a tomarle las manos.

—Me alegra verte sonreír, hija. Hace meses que estabas apagada, apenas hablabas de la universidad… solo subías a tu habitación y te encerrabas. Me preocupaba, pero quise darte tu espacio. Y ahora, desde hace dos días, luces más animada. Eso me alegra mucho. Tu padre y yo siempre estaremos para ti.

Sakura bajó la mirada. Sus ojos se llenaron de lágrimas al sentir ese respaldo tan cálido.

—Gracias, mamá… y lo siento por haberte preocupado. Estoy bien, de verdad. Solo... necesitaba tiempo —murmuró, limpiándose las lágrimas.

—Está bien, hija. Ve tranquila, compra tu libro y date un respiro —le acarició la mejilla con suavidad.

Sakura subió a su habitación, se arregló con entusiasmo y bajó lista para salir.

—Ya me voy —anunció con una sonrisa.

—Cuídate, y no te olvides del yogurt.

—¡No me olvido! —levantó la mano y salió animada.

El aire de la tarde estaba fresco y, por primera vez en mucho tiempo, sentía el corazón más liviano. Caminó primero a una tienda, compró el yogurt y luego se dirigió a la librería. Estuvo un rato buscando entre los estantes hasta que por fin encontró el título que tanto ansiaba.

—¡Por fin te encontré! —susurró mientras lo sostenía con cariño.

Pagó en la caja y, al salir, abrazó con suavidad la bolsa del libro. Mientras caminaba por la vereda, un movimiento repentino captó su atención.

—¿Un gatito? —se detuvo sorprendida.

Vio al pequeño animal cruzar entre los arbustos y lo siguió con cuidado.

—¿Qué haces tú por aquí? ¿Dónde está tu casa? —le hablaba mientras se agachaba para acariciarlo.

En ese momento, sintió una presencia a su espalda. Al girarse, su mirada se cruzó con la de un joven de cabello negro azabache. Por un instante, el tiempo pareció detenerse.

Ambos se observaron en silencio. Aquel cruce de miradas fue tan intenso como repentino. Ninguno de los dos dijo palabra alguna al principio.

Sakura entrecerró los ojos, tratando de distinguir aquel rostro. Su corazón comenzó a latir con fuerza.

“Ese rostro... esos ojos”

—¿Sasuke...? —susurró, sin moverse.

El joven dio un paso al frente, con la mirada clavada en ella.

—Cabello rosa... ojos jade... —murmuró para sí mismo—. Sakura, ¿eres tú?

Ella se incorporó lentamente, aún sin creérselo.

—Realmente eres tú... —una lágrima rodó por su mejilla—. Sasuke...

Él sonrió, casi imperceptiblemente.

—Parece que no has cambiado… sigues persiguiendo gatos —afirmo con suavidad.

La risa de Sakura se quebró entre sollozos.

—No puedo creerlo… pensé que nunca más te volvería a ver. Te fuiste hace tantos años, cuando nos conocimos fuera del hospital. Es increíble… —dijo mientras lo abrazaba con fuerza.

Sasuke no dudó en corresponder el abrazo.

—Sí, ha pasado mucho tiempo... —murmuró junto a su oído.

Para Sakura, ese reencuentro era como un respiro profundo después de años bajo el agua. Las tristezas y la soledad que había soportado durante la universidad, los acosos, los silencios… todo se desvanecía al tenerlo de nuevo frente a ella.

Y para Sasuke, que había regresado al país por trabajo, aquel encuentro era igual de inesperado. Apenas la había visto dos veces en su infancia, pero no había olvidado su rostro. No esperaba encontrarla, y mucho menos de esa forma. Pero ahí estaba, como si el tiempo no hubiese pasado.

El destino los había vuelto a cruzar. Qué harían con ese encuentro, aún estaba por verse…




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