.
.
.
La mañana siguiente transcurrió como cualquier otra. Sakura se levantó temprano, se dio una ducha rápida, se cambió para ir a la universidad. Al salir de su habitación, el sonido de un mensaje la hizo girarse hacia su velador. Sonrió sin poder evitarlo: era casi una costumbre recibir un saludo de Sasuke a esa hora.
Sin embargo, esta vez el mensaje tenía un tono ligeramente distinto. Después del clásico “Buenos días”, él le explicaba que durante los próximos días estaría muy ocupado por trabajo, así que probablemente no podrían verse.
Sakura bajó el teléfono, con la sonrisa algo disminuida. Aun así, entendía perfectamente. Desde el principio, él le había comentado que su estadía en Japón era por cuestiones laborales. No tenía sentido molestarse por algo así. Le respondió con un "¡Mucho ánimo! Estoy segura de que te irá bien.", y fue a desayunar con sus padres.
Al llegar a la universidad, buscó con la mirada a sus amigas en el aula.
—¡Ino, Hinata! —saludó con un gesto de la mano.
—¡Buenos días, Sakura! —respondió Hinata con dulzura.
—¡Buenos días! —añadió Ino, con una sonrisa que parecía ocultar algo—. ¿Y? ¿Cómo te fue ayer? Supongo que muy bien…
—¿Eh? —Sakura parpadeó, confundida.
—Te vimos ayer en el campus —dijo Ino, con tono insinuante—. Estabas con un hombre.
Sakura se sonrojó de inmediato.
—A-ah… bueno, sí. Un amigo vino a recogerme. Solo eso —murmuró, bajando la mirada—. Pero... ¿cómo me vieron? Pensé que ya se habían ido.
—Yo olvidé un libro y regresamos —explicó Hinata, con voz tranquila—. Justo te vimos cuando hablabas con Ayame, y luego apareció ese chico. ¿Ella te dijo algo incómodo?
—Sí, yo estuve a punto de intervenir —añadió Ino—, pero Hinata me detuvo porque ya se estaba yendo.
Sakura dudó por un momento.
—Me habló, pero no fue nada importante —dijo al final, con una pequeña sonrisa—. No se preocupen.
Ino entrecerró los ojos, no del todo convencida.
—Está bien… si tú lo dices. Pero dejando a Ayame de lado… quiero saber quién era ese chico misterioso. Me cayó bien, sin siquiera hablarle.
—¿Eh? ¿Por qué?
Hinata intervino:
—Parece que Ayame creyó que se acercaría a ella. Pero él pasó de largo y fue directo contigo. Se notaba que le molestó.
—Mucho —añadió Ino, divertida—. Su cara fue todo un poema. La ignoró por completo. Fue… gratificante, la verdad.
—Ino… no deberías reírte así —dijo Hinata, con una pequeña risa, a pesar de sus palabras.
Sakura las escuchaba entre divertida y confundida. Ahora todo encajaba. Sasuke le había dicho que creyó que esa chica intentó hablarle, pero en ese momento no lo había relacionado con Ayame.
—Ahora entiendo lo que quiso decirme Sasuke —murmuró pensativa.
—¡Ajá! Así que se llama Sasuke —dijo Ino, alzando una ceja con picardía—. Sakura, ¿seguro que es solo un amigo?
—¡N-no es lo que piensan! —dijo apresuradamente, agitando las manos—. Es un amigo de la infancia. Solo eso…
En ese instante, el profesor ingreso al aula, la conversación tuvo que detenerse.
—Esto no se queda aquí —murmuró Ino, mientras tomaban asiento.
Las clases de la mañana pasaron con normalidad. Se acercaba el fin de curso, los horarios eran más variables. Ese día solo tendrían clases por la mañana, así que, al sonar el timbre, las tres chicas salieron juntas rumbo a un pequeño restaurante cercano.
Mientras almorzaban, Sakura les contó todo. Cómo había conocido a Sasuke de niña, frente a un hospital. Cómo, por casualidad, se reencontraron años después. Al terminar, notó que ambas la miraban con sorpresa.
—Sakura, eso parece sacado de un drama romántico —comentó Ino, aun procesando lo que escuchó.
—Es difícil de creer —añadió Hinata, con una sonrisa—. Es una historia muy bonita…
—Yo misma a veces lo pienso —reconoció Sakura, bajando la mirada con una leve sonrisa—. Aún me parece un sueño.
—¿Y tú sientes algo por él? —preguntó Ino, sin rodeos.
—¿Eh? ¡No, no! —se apresuró a decir Sakura—. Ya les dije, somos amigos. Además, él solo estará un mes aquí. Luego volverá a Nueva York…
Ino se cruzó de brazos.
—Aun así, deberías presentárnoslo. Ya viste cómo se pone Ayame. No quiero que termines envuelta en algo desagradable —dijo con sinceridad.
—Lo sé, y gracias por preocuparse —respondió Sakura—. Me gustaría presentárselos, pero él está muy ocupado esta semana. Apenas tenga tiempo, se los presentaré. Lo prometo.
—Nos avisas en cuanto puedas —dijo Hinata con una leve risa.
—Sí, tenemos que conocerlo y asegurarnos de que sea digno de ti —añadió Ino, guiñándole un ojo.
Rieron juntas y, tras el almuerzo, cada una se dirigió a su casa. Ya por la tarde, Sakura recibió un nuevo mensaje: