Recuerdo... Nuestro amor

4 VERDADES A MEDIAS

LUIS

Fue realmente agotador tener que acompañar a Dana, y más ver donde vivía; pero era la única forma de asegurarme de arruinar la vida de Rogelio.

-. Él cree que es mejor, pero le voy a demostrar que es un gran Don Nadie – susurraba para mí mismo

-. ¿Qué tanto hablas solito? – Raquel me abrazó por el cuello y me beso muy cerca de los labios

-. Te dije que debíamos ser discretos – le reclamó porque no puede echar a perder mis planes, no ahora que ya estoy cerca de mi cometido

-. Esta situación me está cansando – debía evitar un berrinche a toda costa

-. No puedes decir nada porque siempre estoy contigo y te consiento – ella se rio y de nuevo me besó a lo que la deje ya que la había llevado a un rincón bastante discreto

-. Esa Dana no puede ser tu prioridad – me advirtió y mordió juguetonamente mi labio superior

-. Sabes que ella simplemente es un medio que me servirá para llegar a un fin – nos metimos al baño para poder sacarnos la calentura que traíamos,

DANA

Llegue a casa y me baje algo mareada sin razón aparente.

-. ¿Te sientes bien? – Alcides me tomó de la mano y supongo que debía verme realmente mal

-. Si solo que me maree – hable con los ojos cerrados ya que la luz lastimaba mis ojos

-. Debes estar débil – me dijo con un tono de reclamo que en ese momento no podía importarme menos

-. Estaré bien – me solté y caminé a mi casa, con un terrible dolor de cabeza

En cuanto llegue vi que había comida servida en la mesa y mi madre sentada en un costado de la mesa.

-. ¿Qué sucede? – la mire fijamente y seria porque esto no era normal

-. Siéntate y come mientras te explico – camine con cierta desconfianza

-. Debes cambiar el chip de tu teléfono y cuidar a quien le das tú nuevo número – puso sobre la mesa otra tarjeta SIM

-. Debes darme una razón convincente – apenas y podía tocar la comida

-. Digamos que ha habido ciertas amenazas que te involucran – supuse que esto ya había pasado, después de ese bendito intento de secuestro

-. Y esta vez de quien es la culpa – sabía perfectamente que era por culpa de su nueva pareja – ese bocón del demonio de nuevo a abierto la boca de más

-. Eso es lo de menos – ella como siempre intentando tapar el sol con un dedo

-. Mira esta la última que le pasó y al menos agradecería que solo corra peligro yo y no mis hermanos – la mire seria y ella simplemente asintió pareciera que ni siquiera le importa – y dile que no se aparezca de nuevo por acá porque ahí si lo boto por las escaleras que al fin y al cabo él es más pequeño que yo, no pienso seguirle pasando sus descuidos – hice signos de comillas

-. No te importa que yo sea feliz – aquí vamos de nuevo con su chantaje emocional

-. Me interesa un pepino – le grité – a ti no te levanto la mano porque eres mi madre por buena o mala suerte; pero a ese pedazo de hombre puedo hacer lo que quiera – mi madre al darse cuenta que no caería en su juego se fue y me dejo sola, aguante las lágrimas y me concentre en otra cosa

-. ¿Qué sucede? – mi hermano un año menor que yo sale de su habitación

-. Otra vez debo cambiar mi número de celular – no quería atormentarlo – y por culpa de ese perro desgraciado, hijo de…

-. Hermana – me calló porque no debería haber dicho todo eso delante de él

-. Lo siento – respiro profundo un par de veces – pero no entiendo cómo es que ella lo prefiere a él después de saber que mi vida corre peligro

-. Yo sé que nuestro padre te protegerá – lo miró con ternura y lo abrazó, se me escapan un par de lágrimas e intento comer para evitar pensar.

Cambié mi chip y solo le di mi nuevo número a Lucero haciéndola jurar que no se lo daría a nadie por nada del mundo para el resto de amigos y conocidos mi celular se malogró, de nuevo debía vivir con la zozobra y mirando por el rabillo del ojo.

El domingo hice limpieza mi habitación, lavé mi ropa y traté de pasar tiempo de calidad con mis hermanos; mi madre como siempre tan solo se la paso en la calle y es por eso que yo tuve que aprender a cocinar para que mis hermanos no pasen hambre ni nada. En resumen, yo hacía de la madre de ellos y por eso es que a veces sentía que el día que murió mi padre murió mi madre también.

Llegó el lunes me levanté temprano dejando el desayuno para todos preparado y me alisté para irme a estudiar, con el tiempo justo que llegaron a recogerme y la verdad no estoy de humor para nada.

-. Buenos días – saludo fríamente me subo sin siquiera saber si me respondió el saludo o no, llegamos a la academia y me despido con la mano

-. Espera – él toma mi mano y abre la pequeña luna de su casco que apenas me deja ver sus ojos, ese color que me encanta

-. ¿Qué se te ofrece? – hablo sin animo

-. Supongo que ya te enteraste de la situación – asiento, intentando no perderme en sus ojos – lamento que pases por esto de nuevo

-. Al parecer conoces la historia – él asiente – bien ¿Te parece que esto es vida?

-. No lo creo – muevo la cabeza afirmando repetitivamente

-. Y por culpa de un poco hombre – digo entre dientes con la ira a flor de piel

-. Si quieres en la tarde puedo llevarte a entrenar algo de defensa personal – no niego que eso me sorprendió un poco, pero es lo más razonable en esta situación.

-. Sería mejor mañana – tenía que asimilar bien esta situación.

-. Claro – me despedí un poco más animada

En todo el día no preste lo más mínimo de atención a las clases y menos a hablar con mis amigas, quienes tuvieron que aguantar mi mal humor y es que ni yo misma me aguantaba quería romper algo para sacar todo lo que estoy reprimiendo dentro de mí.

Alcides me recogió y yo solo me movía en automático, llegue a casa y en realidad deseaba darme una ducha e ir a la cama; pero mi hermano deseaba habar conmigo así que después de la ducha él entró en mi habitación.



#6768 en Novela romántica

En el texto hay: secuestro, guardaespaldas

Editado: 20.05.2024

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