NARRADOR
Alcides llega a la hora de salida y a pesar que el vigilante no quería dejarlo pasar lo logró, en el aula encontró a Dana junto a sus amigas y a Luis quien quería saber de primera mano cómo fue la humillación de Rogelio.
-. Hola – él saluda en general y ve a Dana con los ojos hinchados - ¿Lista? – ella asiente y él carga la mochila en su hombro izquierdo y el brazo derecho lo pasa por su cintura
-. Nos vemos chicos – Dana se despide con cierta tristeza en su voz y se abraza a Alcides quien la baja con cuidado, ella se da cuenta que pasan por el lado de Rogelio y esconde su cabeza en el cuello de Alcides lo que genera que él se ponga un poco nervioso.
La ayuda a subir en la moto y la lleva a casa, en donde encuentra a sus hermanos llorando, Alcides que la había ayudado también se preocupa.
-. ¿Qué sucede? – ellos señalan la habitación de su mamá y escuchan demasiado ruido
-. Chicos a mi cuarto y pónganse llave – grita Dana y mira a Alcides - ¿Puedes abrir la puerta o derribarla? – él siente y la abre, ella ve a la pareja de su madre golpeándola; ella lo detiene y le tira una patada en el estomago
-. ¿Qué te metes niñata? – ella detuvo su brazo y lo doblo a su espalda, por lo que él grito de dolor
-. Vuelve a golpear o dañar a alguien de mi familia y me aseguraré de que tu brazo lleve un yeso por buen tiempo - patea sus rodillas y lo hace caer – mira bien donde estas porque es la última vez vuelves a entrar acá y la policía es quien se encargará de ti – lo lleva hasta la puerta y lo tira por las escaleras, Alcides la sigue y se asegura que el tipo se quede en la calle.
Dana regresa y ve a su madre limpiándose la sangre.
-. No estaba pasando nada – ella levanta la mano para que su madre se callara
-. Solo me queda un mes para cumplir la mayoría de edad, te decides o te largas porque puedo hacerme cargo de mis hermanos, no me interesa si no puedo estudiar; pero tú no vuelves a lastimar a nadie – se queda parada mirándola y esperando una respuesta
-. Soy tu madre- ella ríe sin ganas
-. Solo porque me pariste, después de eso lo dudo – su madre se pone a llorar
-. No puedes dejarme en la calle – sigue llorando
-. Que te lleva uno de tus tantos maridos si es que es verdad que tanto te quieren a ti y no al dinero de mi padre – su madre deja de llorar y la mira mal
-. No puedes hacer eso – la reta
-. Te recuerdo que tengo pruebas en mi correo y que la justicia me apoyara porque tú nos has abandonado, prefiriendo ser mujer en lugar de ser madre – Dana intenta que su voz no se quiebre
-. Eres una mala hija – porque no le sorprendía escuchar eso
-. Lo soy – la mira muy dolida y con los ojos cristalizados – espero que reflexiones porque solo te quedan 30 días - sale del cuarto sin más y escucha como su madre rompe todo lo que puede entra a su habitación y Alcides les ha colocado audífonos a sus tres hermanos y están entretenidos
-. ¿Quieren comer pollo? – todos gritan sí y van a cambiarse y él abraza a Dana sin decir nada por lo que ella se derrumba en sus brazos y llora por todo el dolor que tiene en su corazón
-. No puedo creer que ella se olvide de nosotros – decía entre sollozos sintiendo como el acariciaba su cabello
-. Hablamos después ellos deben estar por venir y no deben verte mal – ella respira muchas veces tratando de serenarse y se coloca algo de maquillaje para ocultar su aspecto destrozado.
Alcides los lleva a una pollería y todos pasan un buen momento en el tiempo que Dana se levanta al baño, Eliseo su hermano que le sigue se atreve a hablar con Alcides
-. Ella no te recuerda ¿verdad? – Alcides niega
-. Su mente ha borrado todo lo que la hicieron pasar en ese mes – Eliseo podía ver el dolor en los ojos de Alcides
-. Espero que cuando ella recuerde estés a su lado porque eso la va a dañar mucho – él intenta no llorar
-. Prometí que no la dejaría y no lo haré – Eliseo le sonríe
-. Puedo ver lo mucho que la amas y espero que ella también se enamore de ti porque eres el mejor hombre para ella – Alcides le agradece sus palabras y se dan la mano
-. Ustedes también cuentan conmigo – le reafirma
-. Lo sé – Eliseo va a ver a sus hermanos en los toboganes para despejarse y evitar llorar
-. ¿Qué tanto te decía mi hermano? – Alcides se sorprende al verla detrás de él
-. Me agradecía por haberlos sacado de casa – Dana se sentó muy pensativa y más callada de lo normal
-. ¿Qué piensas tanto? – Dana suspira
-. Serías capaz de casarte conmigo y ayudarme a hacerme cargo de mis hermanos - Alcides parpadea muchas veces intentando descifrar si ha escuchado bien o no lo que ella le ha dicho
-. ¿Estás segura? – Dana está sorprendida de que él no la haya tachado de loca o al menos decirle como sería recompensado
-. Sería un favor que me harías porque no puedo permitir que mis hermanos sigan creciendo en ese ambiente tan tóxico y ella no va a cambiar – baja la cabeza porque ni ella misma puede creer lo que ha dicho – en un mes cumpliré la mayoría de edad y podré tomar mis propias decisiones haciéndome cargo de todo lo que dejo mi padre
-. Piénsalo bien en ese mes y si estás segura de eso – toma su mano – te apoyaré – ella le da una mini sonrisa cargada de tristeza y con tantas emociones que ella no sabe cómo controlar
Regresan a casa y su madre no está ella con la ayuda de Alcides acuesta a sus hermanos y van a la sala.
-. No comiste mucho – dice él preocupado
-. La verdad no tengo apetito – ella habla con los ojos cerrados
-. Eso a larga te va a perjudicar – ella sonríe
-. Lo dicho tú te preocupas más por mí que mi madre - Alcides se acerca y ve las lágrimas que corren por sus mejillas
-. Te prepare algo – Dana no hablo y se quedó llorando en la sala con los recuerdos tan dolorosos que su mente guardaba desde la muerte de su padre y la ausencia de su madre; unos minutos después Alcides apareció con un poco de sopa de verduras