NARRADOR
Dana intentaba actuar normal, a pesar que Alcides nota un ligero cambio de actitud decidió que no presionaría porque estaba seguro de que esto tiene que ver con el tiempo que ella salió de la habitación en la noche anterior.
-. Debemos ir a la empresa – Dana asintió y tomó su bolso subió en la moto y no dijo nada ni siquiera cuando llegaron.
Cerca de las 5 de la tarde pudieron tener todo en orden y comenzar a revisar papeles, para las 9 de la noche habían notad el desfalco que había estado cometiendo el gerente y en esto si no había participación de su madre.
-. Esto está feo – exclamó Manuel
-. Trataremos de salir a flote – Dana intentaba mantener la calma
-. Debemos hacer un plan y tratar de reducir el personal no indispensable – propuso Manuel
-. Podrías chequear eso mañana – Dana le suplicaba con la mirada porque estaba a punto de desbordarse y no deseaba hacerlo justo ahora
-. Yo me encargo mañana – Manuel se despidió y Dana intentaba no llorar, Alcides la abrazó por atrás ya que no sabía cómo actuar si ella seguía ocultándole cosas.
-. Saldrás de esto – le susurraba para consolarla – estar ordenando y tomando el control de tu vida es difícil, pero te aseguro que lo lograrás – Dana se volteo y escondió su rostro en su pecho… sabía que él era su lugar seguro, aunque tenía dudas fue en este momento que decidió confiar en él.
-. Tú y yo ya nos conocíamos – le dijo y eso no era una pregunta
-. No es el lugar para hablarlo – ella asintió – necesito que recuerdes más cosas aun
-. Lo intentó – ella aspiró su perfume – pero solo sé que el ex gerente tiene algo que ver – Alcides asintió y la siguió abrazando ya habría tiempo de arreglar cuentas con ese sujeto.
Llegaron a casa y Alcides cocinó para que Dana pudiera ducharse tranquila. Aprovecho en enviar un mensaje a ese socio que siempre estaba en las sombras respecto a que ya había logrado identificar a uno de los perpetradores.
Sabía que esa persona era alguien muy poderosa con dinero y muchas influencias en distintos estratos del poder, él haría que ellos pagaran por lo que hicieron. Él tenía sus sospechas, pero no podía hablar porque no estaba seguro de que Dana pudiera resistir todo lo que eso conlleva.
Cenaron entre risas y contando anécdotas, hasta que fue hora de descansar, Dana se acostó dándole la espalda a Alcides y este miraba al techo
-. Podrías abrazarme – a pesar de que fue un susurro Dana sintió la mano de Alcides rodeando su cintura y el sueño llegó a ella como por arte de magia.
Ahora quien estaba en un problema era Alcides porque no podía negar que estaba feliz, pero también lo estaba cierta parte de su cuerpo que se iba despertando y que si lo hacía más rozaría las nalgas de Dana, si bien es cierto habían tenido una relación; pero aún no habían llegado a esa parte.
En cuanto sintió que ella se durmió quito su brazo, se cambió y salió ya que había recibido un mensaje de su socio sombrío con una dirección algo alejada.
Lo recibieron en el garaje y lo llevaron por un corredor que parecía no tener fin, llego a una habitación en donde supuso estaba su socio ya que había unos guardaespaldas.
-. Toma asiento está próximo a iniciar el pequeño espectáculo privado - dijo con la voz distorsionada, se abrió la cortina de una ventana de tamaño considerable se veía una habitación sombría, húmeda y hasta cierto punto escalofriante; en donde se encontraba el ex gerente.
-. ¿Qué quieres de mí? – gritaba a decir verdad se veía bien salvo por un golpe en la mejilla - ¿Por qué me haces esto? Yo no he hecho nada
-. Tranquilo muñeco – entro en escena un personaje bastante enigmático que se comportaba de manera muy delicada a pesar de ser varón
-. ¿Quién eres tu cabrón? – él se hizo el ofendido y el ex gerente se veía nervioso
-. Yo pensaba hacer esto de una manera no tan abrupta – se acercó lentamente al gerente e intentó besarlo, pero él volteó el rostro para tratar de evitarlo – no te hagas el difícil porque eso es más excitante, para mí – río de manera muy femenina y a la vez tenebrosa.
-. ¿Qué es que quieres? – al parecer le habían dado algún tipo de droga ya que parecía no tener fuerza
-. Mi jefe quiere que te haga sentir lo que probablemente sintió la mujer que estuvo en tus garras – Alcides pudo ver como los ojos del ex gerente se abrieron demasiado y el horror invadió su rostro
-. No por favor – empezó a suplicar – yo no quería, solo era darle un susto, por favor NOOOOOO – Alcides tuvo que cerrar los ojos porque no soporto ver cómo era forzado de una manera antinatural, solo podía escuchar sus gritos y suplicas.
-. Mañana lo dejaremos en la policía – hablo de nuevo el socio sombrío – eres demasiado débil para esta vida, ahora sabes que estoy cumpliendo mi palabra.
Alcides salió casi corriendo y con nauseas, sabía que ese hombre era demasiado malévolo; pero en parte eso le hubieran hecho a su Dana y…
“Es mejor ni siquiera pensar en ello”
Llegó a casa y abrazo a Dana quien seguía dormida, ella se acomodó en sus brazos y él pudo descansar a su lado con más tranquilidad.
A la mañana siguiente ambos fueron a la empresa en donde todos volteaban a verlos y murmuraban, sin embargo, nadie se atrevía a decirles que era lo que sucedía.
-. Buenos días Manuel – él le dio una media sonrisa
-. Buenos días – fue algo seco y se notaba extraño
-. ¿Qué sucede? – Dana fue directo al punto porque sentía que la estaban acusando de algo
-. No ha visto el periódico – eso sonó a un reproche
-. No – él se lo entrega y ella se tapa la boca ante la sorpresa, Alcides toma el periódico y ve una noticia que él tampoco esperaba, sabía que el ex gerente sufriría; peor dejarlo al borde de la muerte y casi irreconocible le parecía exagerado; pero de solo pensar que él pudo forzar a su Dana rechaza la compasión que empezaba a sentir por él.