Dana dejo escapar algunas lágrimas, pero de felicidad se sentía tranquila y de cierta manera feliz, ahora solo esperaba poder recuperar la confianza pena que debe tener en Alcides n recuerda casi nada de su relación solo como la salvo cuando estuvo secuestrada.
-. ¿Te encuentras bien, cariño? – Alcides se acercó a ella
-. Mas tranquila porque me libere de una persona toxica – él noto sus lágrimas, sin embargo, notaba su voz radiante sin rastro de dolor o tristeza
-. Estas encontrando el equilibrio en tu vida – él parecía un padre orgulloso por el crecimiento de su hija
-. Pareciera que todo va mejorando – cerró los ojos para seguir disfrutando esa paz que le daba el mar
-. No todo – Dana entendía
-. Te escuchó – lo que menos necesitaba era poner demasiada tensión en un tema que no era tan grave
-. No dije nada porque temía que me rechazarás – suspiro - no voy a negar que también estaba dolido porque me olvidaste, sin intención, pero dolió igual
-. Una disculpa por eso – Dana sabía que ella en su ligar también estaría igual o peor
-. Moría cada día por al menos un beso tuyo, me enamore como un adolescente hormonal de ti, te perdí, te encontré; pero no sabías ni siquiera quien era – Alcides lloraba sacando lo que tanto había guardado en su corazón – me conforme con estar cerca de ti siendo un simple guardaespaldas, chofer o incluso tu esposo por contrato – Dana no se sentía capaz de mirarlo porque su corazón estaba en una maratón
-. No quería obligarte a eso, solo sentí en ese momento que podía confiar en ti y me he sentido culpable desde que…
-. Ese fue el mejor momento para mí – interrumpió porque podría estar junto a ti y tan cerca que, aunque doliera me sentía feliz – él estaba en zozobra no sabía que es lo que ella pensaba – y sigo siendo feliz por estar a tu lado, pero cuando recordaste de verdad que me aterró la idea de perderte
-. Necesito recordar nuestra historia – pidió ella – porque mi corazón, mi cuerpo te responden es como si ellos si recordaran; pero mi mente es la que se niega a confiar al cien por ciento en ti
-. Entonces yo…
-. Sigamos como hasta ahora solo dame tiempo – Dana tuvo miedo por un momento que él le dijera que se iba a ir de su lado
-. De acuerdo – estaban uno al lado del otro muriendo por un beso, un roce; pero solo se quedaron ahí hasta que sus estómagos les recordaron que debían comer
Fueron a un restaurante y se sentaron como mejores amigos, hablando de cosas triviales y olvidando los problemas en ese momento solo importaban ellos.
Llegaron a casa casi al anocheces y sus abuelos estaban en la sala junto a sus hermanos mirando una película
-. Que linda sala de cine improvisada – todos la miraron y le dieron una sonrisa, algunos estaban en el piso con una manta y muy concentrados, ella fue a la cocina para hacerles algunas palomitas para que siguieran disfrutando.
-. Iré a ducharme y descansar que sigan disfrutando – se fue al cuarto y de inmediato se metió en la ducha, salió para colocarse su crema y desenredar su cabello, de la nada su arete se enredó en su cabello y el botón del pijama que estaba sacando
-. Genial – renegó
-. Déjame te ayudo – Alcides había contado el tiempo para entrar esperando que estuviera vestida, no dijo nada porque era más que evidente que ella no podría salir de ese problema sola.
Ella estaba muy nerviosa ante su cercanía y no ayudaba que su rostro estaba muy cerca de su cadera, su polo dejaba ver algo de piel ya que tenía las manos levantadas, unos pensamientos nada decentes se le vinieron a la cabeza y ella se movió jalando un poco su cabello
-. Ouch – se sujetó de Alcides porque casi se cae
-. No te muevas por favor – él intentaba concentrarse, pero ella estaba casi desnuda a su lado – te vas a hacer daño y en realidad lo intento, aunque parece que lo estoy empeorando – Dana bufó
-. Necesito cambiar de poción ya me estoy cansando y estoy teniendo frío – en realidad solo quería cambiarse porque se sentía expuesta.
-. Un poco de paciencia – Alcides le saco el arete de su oreja para que se acomodara mejor y ella logró enderezarse un poco - ¿Mejor? – ella sintió porque su rostro está en su hombro y le llegaba el calor de su cuerpo que la ponía más nerviosa
Estaban así hasta que por un milagro Alcides logro desatorar todo y le dio el arete a Dana.
-. Gracias – ella caminaba hacia su cómoda para dejar el arete cuando sus pies se enredaron entre sí y cerró los ojos para esperar el golpe, pero cayó en algo suave.
-. Debes tener un poco más de cuidado – Alcides e quejo un poco porque un codo de Dana se le había encajado en su costado
-. No quería lastimarte – dijo, pero ninguno de los dos se movía de esa posición y se iban acercando poco a poco
-. Hija – su abuela abrió la puerta y al ver esa escena sonrió – lo siento no quería interrumpir – y cerró de nuevo por lo que ambos se levantaron
-. Tomaré una ducha - Alcides fue al baño y Dana solo asintió tratando de calmar a su corazón desbocado. Dana se vistió y fue a la cama aun impactada, pero feliz y el cansancio la venció antes que Alcides saliera del baño, él al observó con adoración.
EN LA MADRUGADA
Alcides se sobresaltó porque escucho como si una maceta se hubiera roto, Salió a revisar y no encontró nada; estaba alerta porque sabía que algo estaba sucediendo, tocó el botón de alarma silenciosa para pedir refuerzos porque sabía que estaba toda la familia en peligro.
Vio una sombra pasar por su lado y se concentró para enfocar lo que estaba sucediendo, vio a cuatro hombres todo de negro con pasamontañas; intentaría resistir todo el tiempo que le fuese posible porque de seguro habían más.
Tomo del cuello al que estaba más cerca y fue fácil hacer que se desmaye, siguió buscando al resto intentando hacer el menor ruido posible; porque si la familia se despertaba eso no iba a poner las cosas muy fáciles.