— Tú eres mi todo, me has cuidado desde que nací, me has protegido, me enseñaste todo lo que sé, eres mi mundo — se declaró nerviosa Reina.
— Mi niña, si quieres ahora te enseñare esto — la miro fijamente a los ojos — veo que eso deseas. Si luego lo practicas con otra u otro, sabes que no me molestaré, solo deseo que seas feliz.
— Mi amor, nunca podría desear a alguien que no seas tú.
Su relación fue bien visto por todos, Reina se había convertido en una mujer, y que llevara una vida perfecta, sin tristezas, era la meta de todos.
Cuando decidió unirse oficialmente con su mentora, los pobladores del lugar hicieron una gran fiesta, entre los niños que bailaban contentos estaban Jaciel y su hermano.
— Me alegro que eligieras a Anek, ella es quien más se preocupa por ti.
— Lo sé amigos — se agachó a darle un beso a cada uno en su frente — vayan a jugar, yo ya tengo 20, eso no es para mí.
— No hay edad para ser feliz, ven — los tres se divirtieron como cuando todos eran niños.
Con los años la pareja vivió una vida plena, contentas, ya cuando Reina cumplió 80 años, sintió que pronto se reuniría con sus padres, solo le dolía que nunca más podría ver a su amada, ni en el más allá, eso la angustiaba, pero no había nada que hacer al respecto.
— No quiero irme, te echaré de menos mi amor.
— Yo igual Reina, eres nuestro tesoro, ahora que no estés no sé qué haremos.
— Tranquila, todo irá bien para ustedes, te amo.
Murió tranquila. Kobieta, como siempre, fue la encargada de avisar a todos lo que estaban fuera de la casa, durante un día todos los aldeanos, incluido los niños y los bebés se quedaron quietos, silenciosos, como signo de respeto hacia la fallecida, a la siguiente tarde, la llevaron a donde estaban las flores que siempre le gustaron.
Según se retiraban a sus casas, le dieron el pésame a Anek, quien se quedó hasta que el anochecer la hizo volver a su casa.
Al otro día se levantó normal, la tristeza se había ido. Aunque Reina no estaba, la mujer siguió arreglando la ropa de la fallecida, preparaba exquisitas comidas, la servía y se sentaba en el otro extremo de la mesa, sola, ya cuando pasaba la hora de comer, tomaba todo y lo botaba. Todos seguían con sus trabajos, como estaba en sus programaciones, se reparaban uno a otro cuando se echaban a perder, por suerte era muy raro que eso pasará, siguieron agrandando su espacio vital, mantenían las casas de la villa, cultivaban, aunque ahora no había ningún humano a quien servir y proteger.
"Diez años antes que naciera Reina, la humanidad lanzó por equivocación un virus que acababa, no solo con las personas, sino con cada ser vivo de la tierra, al morir las abejas, avispas, etc., las flores empezaron a extinguirse, y el oxígeno empezó a desaparecer.
Hubo un matrimonio de científicos que trabajaban en inteligencia artificial, habían construido una aldea medieval para demostrar que los robots podrían ayudar a los humanos en todo. Viendo lo que pasaba, cerraron el lugar, pusieron un campos de fuerza alrededor de la villa, dentro del cual lograron justo a tiempo habilitar un sistema que pudo salvar a los vegetales que pudieron salvar, y varios insectos, hicieron un pequeño hábitat sustentable, además instalaron un sistema que oxigenaba el ambiente, pero lo máximo que podría funcionar era de 40 o 50, lo que le daría ese lapso de vida a la pareja.
La mujer tomaba pastillas para no embarazarse, la comida y lo demás solo alcanzaría para sustentar a dos personas, con otro los años que vivirían todos disminuiría mucho. Pero a pensar de sus cuidados, luego de una década, ella quedó esperando. Ambos sabían que solo había dos caminos, o abortaba, o uno de los dos debía suicidarse, el varón fue quien quiso sacrificarse por el bien de su amada y su futuro hijo.
— Amor, no quiero perderte — sollozaba la mujer.
— Entonces prefieres que nuestro bebé...
— No, pero pensando fríamente tal vez tampoco yo sobreviva al parto.
— Si es así es mejor mi plan, si tú mueres, yo lo haré contigo — sonreía triste para animarla, para una situación extrema, una solución extrema pensó.
— Cariño, yo tampoco puedo vivir sin ti.
— Tendrás que hacerlo, por nuestro pequeño — la quiso convencer que era lo mejor para todos, no quería ni por casualidad pensar que ambas pudieran morir en el parto, ya no había médicos, por eso hizo lo que pudo para asegurarse que su esposa tuviera al menos la mínimo posibilidad de sobrevivir al parto — sé que todo irá bien, le deje a Anek todos los conocimientos necesario para que te ayude.
Esa tarde él tomó un veneno, al otro día todos lo acompañaron al entierro, que fue fuera del lugar, su esposa lo veía desde adentro de la villa.
— Mi señora...
— Estoy bien Anek.
— Debe descansar — ya el vientre de la mujer delataban sus 8 meses de embarazo.
Cuando la bebé nació todos estaban contentos, menos la madre, adoraba a su bebé, por eso tomó una decisión muy fuerte, también se suicidaría, así le daría a su hija al menos 40 años más de vida, sabía que Reina, su pequeñita, pudiera odiarla por eso, pero su prioridad era que la bebé tuviera más años de vida".
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Desde que quedaron solos los autómatas siguieron con las actividades que tenían programadas, poco a poco, siglo tras siglo, y ya sin nadie que gastará el oxígeno, empezaron a expandir el muro, así el aire respirable y las plantas empezaron a retomar la Tierra.
La única que recordaba todos los días a Reina era Anek, se sentaba en la noche a mirar las estrellas, sabía que la humana ya no estaba, pero no podía ir contra sus comandos, debía seguía teniendo todo listo como si estuviera con vida la última humana del planeta.