Recuerdos de Luna

Prólogo: Bajo la piel del destino

Tiempo futuro narrado por Kaelith

Mañana lo veré por primera vez, en aquel momento no lo sabré pero a partir de allí mi vida entera se dividirá en un antes y un después de ese momento, no lo sabré entonces, pero ese encuentro marcará el inicio del fin de todo lo que creo conocer.

El mundo no cambiará de golpe, no habrá señales divinas como si se tratase de un maldito milagro, ni presagios visibles en el cielo como si fuera algo extraordinario.

Lo veré en un aeropuerto cualquiera uno de esos lugares donde los rostros pasan y se olvidan en un instante, donde no se crean recuerdos más bien corren fugases.

Yo llevaré un hermoso vestido blanco divino “como lo detesto” algo absurdo para alguien como yo, una asesina entrenada para matar caminando en medio de almas comunes e inocentes.

Eldric mi tutor insistirá en que debo de pasar desapercibida entre la multitud, el blanco será mi camuflaje perfecto, nadie mira dos veces a un ángel o al menos eso creía pues, nadie sospecha nunca que debajo de la seda también puede haber acero indomable.

El aire olerá a queroseno, a lluvia reciente y a despedidas, yo esperaré mi vuelo con la calma de quien no teme morir pero sentiré algo extraño como si alguien pronunciara mi verdadero nombre desde muy lejos uno que no recuerdo, una palabra que parece no haber existido jamás.

No sabré que la luna estará en una fase importante esa noche acercándose a su punto más alto.

No sabré que su luz intentara alcanzarme a través de los techos de cristal como si buscara recordarme algo.

Entonces sucederá lo inevitable.

Él caminará por el pasillo principal, alto, sereno, imponente como si el mundo entero se apartara para dejarlo pasar con esa calma que no se aprende de la noche a la mañana, la calma de quien ha matado y ha sobrevivido en demasiadas batallas, su presencia será una corriente eléctrica que tensará el aire, la multitud parecerá más pequeña, más insignificante cuando lo descubra y justo cuando nuestras miradas se crucen, el tiempo decidirá detenerse no del todo solo lo suficiente como para que el destino inhale y empiece a jugar sus cartas.

Chocaremos.

Mi hombro golpeará su pecho, el perfume que lleva una mezcla de bosque húmedo, dominio, tormenta y se quedará suspendido entre nosotros robándome toda la atención por un momento.

Sus manos me sujetarán antes de que caiga y aunque apenas durará un momento nuestro encuentro, sentiré que su tacto me quemará y me sanará al mismo tiempo.

Sus ojos imposibles, penetrantes no los olvidaré jamás.

— Disculpa — diré con esa voz neutral que he entrenado para sonar más humana y menos fría.

Él no responderá de inmediato solo me observará como si intentara descifrar un enigma antiguo grabado en mi piel a fuego y luego en apenas un susurro su voz se elevara.

— No tranquila, soy yo quien lo siente.

Me apartaré de él, intentare no darle importancia y seguiré mi camino y él también seguirá el suyo pues solo somos dos desconocidos entre miles de personas y aun así, aun a pesar de que era algo probable de que nunca más lo volvería a ver cuando el altavoz anunció el abordaje de mi vuelo mi pulso aun latirá en sincronía con el ritmo de sus ojos.

Más tarde cuando el destino me pida que lo mate recordaré ese instante, recordaré cómo la luna se reflejaba en las ventanas del aeropuerto, pálida y expectante, como si también supiera que nuestras almas se reencontrarían en algún momento y entenderé demasiado tarde que ese encuentro no fue casualidad sino una advertencia de que todo jamás volvería a ser igual.




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