Recuerdos de ti.

Capítulo 3 : Lo que ella no dijo.

Han pasado tres días desde que Adrián volvió a casa.
Tres días en los que cada rincón del departamento le hablaba en susurros de un pasado que no logra atrapar.

La pintura a medio terminar, el aroma a café en las mañanas, las flores secas en un florero junto a la ventana.
Todo parecía esperarlo.
Todo,Lucía, que a veces se perdía en la nada, como si ocultara un recuerdo que no debía salir a la luz.

Esa tarde, mientras Lucía salía a trabajar, Adrián comenzó a revisar el estudio.
Había una caja llena de papeles, dibujos, y notas sueltas. En una de ellas leyó su propia letra, firme y rápida:

“Si las cosas salen mal, prométeme que no llorarás. No después de todo lo que pasó.”

La frase le heló la sangre.
¿Después de qué?
¿Qué había pasado?

Siguió revisando. Entre los papeles encontró una fotografía arrugada.
Era él… abrazando a Lucía.
Pero había otra persona también. Un chico, de cabello oscuro y sonrisa confiada.
Y en el reverso, solo tres palabras:
“Los tres, para siempre.”

El nombre en la parte inferior estaba tachado.

Cuando Lucía regresó, lo encontró sentado en el suelo, sosteniendo la foto.
—¿Quién es él? —preguntó Adrián sin rodeos.

Ella se quedó quieta.
La taza de café que llevaba en la mano tembló levemente.

—Era… Tomás —susurró—. Tu mejor amigo.

-"Era"?

Lucía apartó la mirada.
—Murió… la noche del accidente.

El silencio fue absoluto.
Solo el tic-tac del reloj se escuchaba, marcando cada segundo como una aguja que se clavaba en el pecho de Adrián.

Esa noche, no pudo dormir.
Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de aquel chico.
Una carretera, luces, lluvia, un grito.
Y su propio reflejo en el espejo retrovisor.

A la mañana siguiente, mientras el sol apenas rozaba las cortinas, Lucía entró al cuarto.
Tenía los ojos rojos, como si no hubiera dormido.

—No fue tu culpa —dijo ella, antes de que él preguntara nada.

Adrián levantó la mirada.
—¿Entonces… tú lo sabías?

—Sí —susurró ella—. Estuve allí.

Él se quedó helado.
Lucía lo miró con una mezcla de dolor y ternura.
—Yo también iba en esa moto, Adrián.

El corazón de él se detuvo por un segundo.
—¿Qué… qué dijiste?

Lucía se acercó, temblando.
—Tú perdiste la memoria… y yo perdí algo peor.
—¿Qué cosa?

Ella lo miró, con lágrimas cayendo sin permiso.
—A los dos. A Tomás… y a ti.

Adrián la observó, sin poder pronunciar palabra.
Por primera vez desde que despertó, sintió que el amor y el dolor eran la misma cosa.

Y mientras la abrazaba en silencio, supo que su memoria estaba regresando.
Pero también entendió que, a veces, recordar duele más que olvidar.



#5064 en Novela romántica
#1904 en Otros

En el texto hay: romace, confuciones

Editado: 09.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.