Recuerdos de ti.

Capítulo 8: Sombras en la lluvia

La noche era tranquila, demasiado tranquila.
Lucía dormía profundamente, respirando con la serenidad de quien, por fin, cree haber hecho las paces con el pasado.
Pero Adrián no podía cerrar los ojos.

El diario de Tomás estaba sobre la mesa.
La frase final lo perseguía como un eco imposible de callar.

“Alguien nos siguió esa noche.”

Una frase que lo había cambiado todo.

A la mañana siguiente, mientras Lucía preparaba el desayuno, Adrián fingió normalidad.
Le sonrió, le besó la frente y salió con la excusa de comprar pintura.
Pero su destino era otro.

Condujo hasta la zona donde había ocurrido el accidente.
El asfalto estaba renovado, los árboles más altos… pero el lugar seguía cargado de silencio.

Se detuvo frente a la vieja curva.
Cerró los ojos, dejando que la memoria hiciera su trabajo.
El rugido del motor, la risa de Tomás, la lluvia cayendo con furia.
Y luego… una luz detrás.
Un segundo faro.

Adrián dio un paso atrás, el corazón acelerado.
No lo había imaginado.
Alguien más estuvo allí.

Esa tarde, fue a ver a Elías.
El joven lo recibió con gesto confundido.
—¿Todo bien? Pensé que… después de lo del diario, las cosas estarían mejor.
—Hay algo más —dijo Adrián, mostrándole la última página—. ¿Reconoces esa letra?

Elías la examinó, frunciendo el ceño.
—Sí. Es de Tomás. Pero esto… —miró a Adrián con preocupación—, esto no estaba en el cuaderno cuando te lo di.
—¿Cómo dices?
—Te juro que esa hoja no estaba.

El silencio cayó pesado entre los dos.

Adrián se pasó una mano por el cabello.
—Entonces alguien la agregó después.
—¿Quién podría hacerlo?
—No lo sé… pero quien haya querido que la leyera, sabía que no podía dejarlo en paz.

Esa noche, al volver a casa, encontró a Lucía en el balcón, mirando la lluvia.
Tenía el diario en las manos.
—Lo leí todo —dijo sin girarse—. También la última hoja.

Adrián se acercó lentamente.
—No quería preocuparte.
—No puedes protegerme de la verdad —respondió ella, mirándolo con los ojos brillantes—. Si alguien los siguió esa noche, significa que…
—Que el accidente no fue un accidente —terminó él.

Lucía apretó los labios, conteniendo las lágrimas.
—¿Y si esa persona aún está ahí afuera, Adrián?
—Entonces —dijo él, mirándola con una calma que no sentía—, es hora de descubrir quién es.

Cuando ella entró a la habitación para dormir, Adrián volvió al estudio.
Abrió el diario una vez más.
La hoja añadida tenía una pequeña mancha de aceite en la esquina, y algo que no había notado antes:
un número escrito al reverso.

“KM 17 – Gasolinera Azul.”

Adrián tomó las llaves.
La lluvia caía con fuerza cuando arrancó el motor.
El eco de aquella noche parecía llamarlo otra vez, mezclando el miedo con el deseo de saber.

Y mientras se alejaba por la carretera, una figura lo observaba desde un coche estacionado al otro lado de la calle.
Una silueta inmóvil, con los faros apagados.
Y en su mano, una foto vieja de tres personas riendo bajo la lluvia.

“El pasado siempre encuentra la forma de volver.”



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En el texto hay: romace, confuciones

Editado: 22.11.2025

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