Recuerdos de una mente fragil

A veces

A veces olvido que puedo ser feliz. La tenía a lado mío y me sentí cómodo. Cómo si nada malo hubiera pasado, tranquilo, sin dudas. Al principio no sabía si bajar o no por esas escaleras. Había dos caminos, ser feliz con ella o seguir esperando. No sabría decirte que mismo escogí pero para ese momento escogí bajar. 


Mí cuerpo aún no da para caminar largas distancias, el efecto de haber trabajado en exceso y luego el sobreesfuerzo que llevaba por la presentación anterior me sigue pasando factura. No problem, casi estoy recuperado al 100. La acompañe hasta su hogar, ojalá y pueda seguir así con ella. Es poco probable que funcione, me da miedo que al final del túnel tenga una pesadilla y la dejé como lo hice con Wanda.


Pero ella es otra historia que se debería de contar en otra ocasión.  




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