Recuerdos de una pandemia

Capitulo 5

—no lo entiende… necesito cancelar el tramite —no sé cómo sonar más desesperada.

—pero… usted insistió señorita —las palabras del hombre frente a mí me hacen asentir varias veces mientras muerdo mi labio inferior.

—sé que lo hice, pero… —ya no sabía cómo decir, así que solté un fuerte suspiro —¿quiere la verdad? —el hombre me echo una mirada de “que vas a inventar” —ese hijo de perra me fue infiel y no pienso gastar ni un centavo en un auto que claramente no es mi tipo —después de soltar esa bomba lo vi cambiar su expresión, ahora si parecía creerme.

—quisiera ayudar… pero no es posible, al menos que —él se quedó a mitad de una idea mientras buscaba entre los papeles en su escritorio.

—al menos que…? —estaba impaciente y el dolor en mi tobillo no ayuda.

—recuerdo que un hombre llego poco después que usted a preguntar por el auto y se decepciono al saber que ya tenía comprador —vi el nombre del hombre en la planilla y asentí y al levantar la mirada vi como la mirada del vendedor se iba fuera de la oficina y trato de mirar, pero afuera hay muchas personas yendo de un lado a otro ya que es día de exhibición.

—es él —por más que lo diga realmente no sé quién es de todos los hombres de traje allí afuera. —iré por él. —salió apresurado acomodándose el cabello y la corbata.

Me quede mirando mi inmovilizador un momento y luego los papeles en la mesa. Todo este lio en el que me metí por un maldito auto para Matteo, y no cualquier auto, es deportivo en color rojo, no diré especificaciones porque solo sé que a él le había gustado tanto que me plantee la locura de ayudar a comprárselo, gracias a los dioses que no sabía de esto, sino jamás me hubiera enterado de su infidelidad hasta después de que le hubiera entregado el auto, estoy casi segura de este pensamiento.

Los hombres son así.

Me levante con dificultad de la silla solo para volver a sentarme bastante rápido por el dolor.

—así que… tú fuiste la chica que me gano —su manera despectiva y sonrisa arrogante me dijo exactamente qué clase de hombre es.

—un gusto señor, soy Grecia Martínez —estire mi mano y él la estrecho con una sonrisa coqueta.

Grecia… lindo nombre —vi como sus ojos fueron a mis piernas. —¿puedo saber? —señalo con su dedo índice a mi tobillo lesionado.

—me golpeo un auto —respondí con labios apretados imitando una sonrisa

—oh, pero… no puedes renunciar a uno por ello —metió sus manos en sus bolsillos con todo el aire de prepotencia.

—no lo hago por eso, son… motivos más personales —no iba a contarle a un hombre que claramente mete lo que le cuelga entre las piernas a cuanta mujer pasa frente suyo. Debo hacer una nota mental de comprarme un anillo de matrimonio para que no hagan tantas preguntas y debe ser bonito, así no habrá dudas.

—¿Cómo puedo ayudarte yo? —él puso una cara de cachorro muy exagerada mientras miraba mi pierna pareciera que quiere meterse debajo de mi falta o tal vez sea mis dedos de los pies.

No, me hice pedicura para poder sacar a mis deditos a la calle.

—el señor Russo dijo que usted estaba interesado en el auto ¿aún lo hace? —él miro hacia afuera como si alguien lo estuviera esperando y luego a mí.

—¿vas a vendérmelo? —sus cejas gruesas se arrugaron en confusión exagerada, para tener un acento prepotente es un hombre que quiere presumir sus riquezas con urgencia.

—realmente no sería justo, solo sería…—él me interrumpió sabiendo por donde iba. Le estoy poniendo este traspaso muy fácil, solo quiero mi dinero de vuelta.

—devolverte lo invertido y me darías el auto por el mismo precio ¿no? —asentí sintiendo mi pulso acelerarse, es obvio que esta clase de autos son difíciles de conseguir y más de revender.

—solo es una transferencia de propietario, el auto solo tiene un deposito —él parecía comprensivo, pero el ambiente seguía siendo tenso para mí.

—está bien, admito que amo ese auto, pero… tendrás que perdonarme —miro su reloj de manera descuidada. —ten mi tarjeta, cuando tengas los papeles listos me llamas y firmare a gusto —suspire aliviada ¿eso es todo? ¿me desharé de ese maldito auto así de facil?

—se lo agradezco señor… —intente hacerme un poco la tonta.

—Maxwell —sonrió de nuevo y sin decir nada más se fue dejándome allí con un sabor dulce en la boca.

Podría tener mi dinero de vuelta y con él terminar de pagar los arreglos de mi casa.

Como extranjera, en la ciudad donde vivía dijeron que comprando una propiedad podría tener mi pasaporte con más seguridad, apenas inicie el trámite de compra de una casa y me dijeron que mientras más rápido comenzara los arreglos era mejor, aunque tenía un año para terminarlo.

Pensaba hablarle a Matteo sobre la casa, sabía que el tal vez pensaba que yo quería irme a mudar a su casa, pero ¿Cómo hacerlo? No podía, no si él no quería.

—Gracias Señor Russo —el hombre amablemente me indico que esperara hasta que hiciera el formato de traspaso y así lo hice.

Una vez lo termine con toda la poca elegancia que podía camine hasta la salida donde me esperaba ya mi Uber. Le escribí al Sr. Maxwell por un mensaje y la respuesta llego casi de inmediato




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