—¿Qué paso? —dije frotándome los ojos.
¿me quede dormida aquí? ¿Cómo?
Carajo… en serio necesitaba hablar con él.
Unos leves golpes en la puerta me pusieron en máxima alerta, con el pijama gigante aun puesta me asome a la entrada del pasillo que iba a la puerta, lo único bueno de todo esto es que no había pasado la noche en la misma habitación que Federick.
Dormí tan cómodamente que ni siquiera puedo recordar que fue lo último que hablamos luego del pequeño acuerdo sobre mantenerme alejada de peleas y mirar antes de cruzar la calle iba a abrir el tema y su celular sonó tan insistente que después de eso se fue y no regreso, estuve esperando y jamás volvió.
—Señorita Martínez ¿esta despierta? —la voz masculina detrás de la puerta me sobresalto, la reconocí, me acerqué con cautela y abrí la puerta.
—¿si? —apenas asome mi cabeza y allí estaba el mismo hombre que puedo deducir es el asistente de Federick.
—tenga, el señor quiere que esté lista para que baje a desayunar. —me extendió dos bolsas, una tenía una marca reconocida y la otra más discreta en negro, las tome solo para ver que en una estaba la ropa y una caja de zapatos y en la otra productos de aseo personal.
—espera yo no… —el hombre no espero y tomo la iniciativa de cerrarme la puerta y dejarme allí dentro de la habitación con más preguntas que respuestas.
Saque las cosas de la bolsa dándome cuenta de la ropa, un vestido precioso en color lila y unas zapatillas blancas, todo parecía caro por las marcas y los productos…
—este olor —me senté en la cama oliendo profundamente el aroma a dulce y toque lejano a lavanda que tenía. Justo el mismo olor que una vez tuve en el sueño.
Los sueños, solo algunos, tenían olores, tal vez olores del mundo real, pero ¿Cómo ese olor estuvo en mi habitación? No tenía nada similar y ahora estaba allí.
Esto lo confirma.
Él sabe cosas.
Tome una ducha larga y me aliste rápido frenándome en la puerta al ver el pasillo con algunos hombres igual que anoche, pero estoy son diferentes ¿cambian turnos?
—oye… disculpa… puedes tomar mi celular de allá arriba, tu jefe lo puso allí —abrí por completo la puerta mirando que mi celular seguía allí.
El hombre solo me miro y luego miro en dirección donde señalaba.
—lo siento, pero el señor Fitzroy dijo que se quedara allí —lo mire incrédula más cuando comenzó a hablar en un idioma extraño con su muñeca, al prestar más atención, tenía un comunicador. —por favor, el señor la espera. —su tono es profesional, apenas y me mira con ese rostro serio.
Miro por última vez mi celular allá arriba resignada, mi estómago ruge y me voy directamente a paso firme al elevador, encontrando que este estaba detenido por otro de los tipos del pasillo.
Me hizo sentir completamente fuera de lugar, aun así, acepte y no esperaba que uno de ellos entrara conmigo al ascensor.
—¿van a escoltar? No soy una criminal —pensé que el tipo discutiría conmigo, mas no emitió ningún sonido, su mirada esta fija en las paredes cerradas del ascensor.
Le doy la espalda mirando el espejo detrás de mí, este vestido es muy casual y mi peinado, dioses, apenas supe que hacerle con el secador de cabello del baño.
Cuando las puertas volvieron a abrirse el ruido de las personas yendo de un lugar a otro me trajeron a la realidad, estoy en un hotel, la fiesta tal vez siga funcionando por todo el lugar.
Entramos a la zona del restaurante y solo sigo la espalda del tipo del ascensor con pasos apresurados, algunos me quedan mirando demasiado; trato de mantener la dignidad hasta que logro ver a lo lejos a mi jefe que me mira sorprendido, se levanta e intenta hablar conmigo, pero el brazo de mi escolta se interpone con brusquedad.
—¡oye! —lo regaña mi jefe confundido, iba a empujar a mi escolta y por la postura de este estaba por atacarlo, así que coloque mi mano en el brazo que estaba usando como escudo.
—tranquilo vaquero, es mi jefe —el hombre quita su brazo aun con desconfianza, se mantuvo callado unos momentos para luego hablar con ese comunicador en la manga de su camisa.
—¿Qué te paso? Te escribí y… no respondiste —el Sr. Sabatini mira con desconfianza al hombre delante de mí.
—bueno…mi celular murió, Señor, y… lo siento por la chica —me disculpe sintiendo la ansiedad subir por mi garganta, esa mujer seguro que armo un escándalo después que me fui, vi a mi jefe negar varias veces.
—no te preocupes, se cómo es tu temperamento, y lo que paso fue mi culpa —realmente si lo fue, eso lo vio en mi expresión, no voy a quitarle el crédito.
—esa mujer…
—no te preocupes ella no tomara represalias contigo —solté un suspiro, un peso menos.
—¿en serio? —aun así, necesito confirmar.
—sí, no te preocupes, pero ¿A dónde te llevan? ¿estás bien? —volvió a mirar con desconfianza al hombre a nuestro lado.
—sí, es… iré a comer con un amigo —el me miro aun así con desconfianza y luego al tipo.