POV FEDERICK
—¿a? —su rostro tan inocente me hizo contener una sonrisa, esa expresión en su cara la había extrañado.
—en ese otro lugar… nunca supe tu nombre, duendecillo —la vi quedarse completamente quieta pestañeando varias veces seguidas sin mirarme, mi confesión es honesta, allí nunca nos dijimos nuestros nombres, justo el día que iba a hacerlo… todo dejo de tener sentido.
—¿Cómo es que- —me incline sobre la mesa mientras ella instintivamente se echaba hacia atrás.
—siempre pensé que habías sido producto de mi imaginación, pero… aquí estas
Ahora que estaba aquí, no voy a dejarla ir, no hasta que sepa exactamente cómo es que ella apareció allí.
*2 años atrás*
El sonido de su risa en toda la cabaña es lo único que me mantiene cuerdo, en este mundo, si no fuera por ella y sus constantes visitas estaría perdido, solo mi pequeño duendecillo aparece de la nada un día y está conmigo.
A veces simplemente llega y su semblante es serio, perdido, sin saber cómo llego allí, esos días son los difíciles para mí, es como una persona completamente diferente.
“lo siento, hoy no” solía decir esas veces en las que venía solo a observarme, manteníamos solo una taza de té mirando el atardecer infinito.
En este lugar no hay un sol o una luna, simplemente oscurece y luego vuelve a salir la luz, intente preguntarle muchas veces a las versiones de mi duendecillo sobre este lugar y su respuesta siempre era “es un lugar seguro para ti. Es mejor que cualquier otro allá afuera” dijo ese día la versión seria de ella, fue la primera vez que la vi sonreír.
Al menos ahora no estoy solo aquí, nunca imagine que un día seria yo el que desaparecería.
—¿duendecillo? —me desperté sobresaltado escaneando la habitación mientras mi asistente, por primera vez en un largo tiempo entra completamente asombrado de verme ¿Por qué? —¿dónde está mi duendecillo? —si él está aquí, ella debe estar aquí.
—lo siento señor, no sé de qué habla —vi su mirada confundido mientras me ayudaba a sentarme y ponerme de pie, pero mis piernas apenas cedieron.
—buscala… buscala… —hable apenas con fuerza, no reconozco el lugar donde estoy no es igual a aquel… aquel… ¿Dónde estaba? No, no puedo olvidarlo.
—pero… señor… lleva en cama más de cuatro años, nadie pensó que despertaría —sus palabras me dejan aturdido mientras las miradas curiosas de las personas fuera de la habitación se posan en mí.
¿cuatro años?
*presente*
Según las palabras de Donatello y mi terapeuta, el lugar que “imagino” mi mente para no sentirme solo fue mantuvo vivo, pero sé que ese lugar existe o existió al igual que ella.
Y la prueba irrefutable de eso es ella. Esta justo frente a mi devorando panecillos como solía hacerlo en aquel lugar.
—mi asistente me llamo loco. —la vi tragar grueso mirándose las manos, todo en ella es nerviosismo.
Aunque cuando esta seria, puedo ver un rastro de aquella mujer impasible con la que compartía una taza de té.
—no lo dudo —ella intento no reírse, pero esas cejas elevadas me dicen que está de acuerdo.
—aun no entiendo… —toco la comida con el tenedor, realmente no sé cómo es que ella pudo estar allí y ahora… aquí.
—¿no tienes dudas? —su duda es la misma que yo tengo desde hace varios años.
—puedo recordar absolutamente todo de ese lugar —dije abriendo el tema y sus ojos llenos de curiosidad se abren mirándome sorprendida.
—¿Cómo? ¿es real? —intenta levantarse de la silla, pero esta apenas sede bajo su peso.
—mmm no exactamente —y la verdad es que agote mis recursos buscando ese lugar durante todo este tiempo. Donde estuviera ese lugar, no iba a encontrarlo, no sin ella.
—¿Cómo qué no exactamente? —su exasperación me recordó a la mía cuando Donatello llevaba sin información día tras día.
—¿para ti que fue ese lugar? —la curiosidad me gano y la expresión en el rostro de ella lo dice todo, hay cosas que no está diciéndome.
—un… un mundo que visitaba en sueños —respondió evitando la mirada y comenzando a comer. —esta… bueno… —hablo con la boca llena, será mejor ignorarlo, ella siempre dijo que no era persona cuando comía.
—según algunas culturas, podía ser alguna especie de más allá. —respondí a lo que la vi quedarse de nuevo completamente quita, como si hubiera un botón de pausa en ella. He investigado sobre todo ello, tanto científicamente como espiritual y esta última fue la única que me ayudo.
—sí, tambien. —su manera de asentir y calma me dicen que voy por el camino correcto.
—entonces moriste —afirmé a lo que vi cómo se atraganto con el jugo frente a ella comenzando a golpearse el pecho.
—no exactamente —su risa nerviosa me pone más ansioso, hace que olvide por completo la comida, esto es mas importante.
—¿Cómo llegaste allí? —entrecerré los ojos cuando ella comenzó a moverse incomoda en la silla.