Nota: el capitulo es un poco picante.
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POV VINCENZO
—suéltame —escuchar la voz arrastrada de Grecia me hizo acercarme aún más rápido antes de que cayera al suelo.
—¿Qué pasa? —Matteo la sostenía de la cintura mientras Grecia entre pucheros intenta liberarse.
—nada, ya sabes cómo es, no quiere admitir que quiere estar conmigo a solas —la manera en la que Matteo la mira me pone los nervios de punta.
Grecia por más que tome unas cuantas copas no estaría en este estado, y si así fuera no estaría luchando tan débilmente contra el agarre de Matteo.
—Grecia, Grecia —palmeé sus mejillas intentando que abriera los ojos y no lo conseguí.
Tome un hielo de uno de los vasos comenzando a pasarlo por su mejilla esperando que el frio la hiciera reaccionar, lo que paso a los pocos segundos, sus ojos miraron con terror a Matteo y luego a mí, me tomo de la camisa con tanta fuerza que temí que la rompiera.
—no, no me dejes, no con él —sus mejillas rosas y ojos rojos me pusieron en alerta, algo está mal.
—Matteo, suéltala —mi tono de voz en advertencia lo hizo gruñir, pero no la soltó.
Grecia no me soltaba de la camisa y su otra mano se enrollo en mi cuello, su voz se volvió un ronroneo en mi cuello.
—¿Qué le diste? —había confiado tanto en Matteo desde hace años y ahora lo desconocía por completo, es obvio que algo le dieron a Grecia.
—yo no me di nada —apreté mis dientes y rodeé con mis brazos el cuerpo de Grecia escuchándola como ahora en mi cuerpo estaba moviéndose de manera sugestiva.
—¿sabes que si le haces algo ella te asesinara de todas las maneras posibles? —mi tono de advertencia parecía no importarle.
—¿Qué va a hacerme? ¿pegarme? ¿denunciarme? —su tono de burla me llena de decepción ¿en serio no le importa? Miro a Grecia en mis brazos, esta hermosa mujer
—eres un hijo de puta. Grecia te hundirá —la escuche lloriquear y murmurar negaciones, mientras su corazón latía con fuerza. —te lo vuelvo a preguntar ¿Qué le diste? —él se quedó en silencio.
—si tanto te gusta, puedo compartirla, igual si esto llega a mayores te hundirás conmigo —lo mire con incredulidad, el hombre frente a mi lo desconozco por completo.
Hice caminar a Grecia un poco antes de dejarla sobre uno de los sofás individuales.
—¿es en serio? —grite sabiendo que estamos completamente solos, él tiene esa sonrisa confiada que estoy empezando a odiar. —eso era una responsabilidad, este trabajo y tú lo has estado usando así? —señale hacia Grecia quien se había echo bolita en el asiento.
—ella se lo busco, vino aquí y- —no me contuve y le di un golpe en la cara.
—ella jamás vendría aquí por ti —gruñí viéndolo tambalearse sujetándose la cara con una mano.
—¿en serio? ¿por ella? —su mirada de odio y confusión no me conmovió, esto no es una pelea por una mujer, es por él, por él y su subida de fama.
—en realidad es por tu actitud de mierda, Matteo —me aleje escuchando a Grecia grita por ayuda entre balbuceos, la tome en brazos susurrándole al oído esperando que ella me escuchara. —no eres un playboy, Matteo, recuerda eso. —le grite desde la distancia llevando a Grecia afuera.
Intente buscar con la mirada a Enzo quien no había dejado a la amiga de Grecia en ningún momento, pero es imposible entre el mar de gente. Con Grecia en brazos la llevo hasta la habitación, su llave estaba en su pequeña cartera, la trato de hacer reaccionar y no lo consigo.
Al llegar a la habitación la llevo directo al baño metiéndola en la tina del hotel metiéndole el dedo hasta la garganta esperando que así pueda sacar algo de lo que sea que Matteo le dio.
Abro la llave apenas ella comienza a tener arcadas y con el cuerpo empapado de agua helada ella grita y vomita en pánico.
—estoy aquí, estoy aquí —le sujeto el cabello mientras ella vomita todo lo que tomo y comió en la noche.
Es imposible no mojarse, le quito las zapatillas y me quito las mías ya completamente empapado de pies a cabeza gracias a ella, esta alterada mirando a todos lados y luego a mí. Su rostro lleno de pánico me dice que no sabe lo que está pasando o como llegamos allí.
—¿Qué? ¿Qué paso? —susurra al borde de las lágrimas, su rostro esta pálido y apenas sus mejillas vuelven a teñirse de rojo.
—tienes que despertar bien cariño —la sujetó de las mejillas viendo como sus pupilas están dilatadas, demasiado.
—hazlo, por favor —susurro agarrándome de la camisa.
—¿Qué? no, Grecia, estarás bien —ella negó repetidas veces tomando una de mis manos llevándola directo a su entrepierna; me solté de su agarre rápidamente.
—no, no puedo… en serio no puedo, por favor —su voz se volvió un gemido, su rostro se acercó peligrosamente al mío y con la misma mano libre empuje su cabeza directo bajo la regadera.
La escuche gritar maldiciones y tuve que contener una risa, sea lo que sea que le dieron aún sigue en su sistema, la puedo notar más alerta en cuanto a su movilidad, intente tomar su pulso y este sigue demasiado rápido.