Recuerdos de una pandemia

Capitulo 17

—solo miraremos —murmuro muy bajo mientras caminamos con lentitud hacia la puerta con una sensación familiar subiendo por mi espalda.

—¿y si hay una oportunidad? —pregunte con duda sujetándome de su brazo.

—solo hablaría con él. —el cuerpo de mi jefe está completamente tenso mientras subimos los pequeños escalones de la casa.

Asentí suspirando.

¿el plan?

Entrar a la fiesta y esperar un milagro. Fácil.

Pues no lo es.

Cada paso dentro de esta enorme edificación victoriano, las paredes de piedras y puerta enorme de madera me hace sentir una sensación que pensaba muerta hacía más de diez años.

Ahora es mi turno de sentir pánico mientras el pasillo inicial nos recibe lleno de cuadros enormes con pinturas un poco extrañas, todas mostrando imágenes sangrientas.

Omitiendo las pinturas, el lugar se sentía familiar, lo recordaba menos iluminado, pero sin duda está siendo muy familiar, iba a ir donde mis pies me guiaban, pero la mano fría de mi jefe sobre mi mano en su brazo me hizo detenerme.

—es por aquí. —asentí y me dejé llevar por él. —sé que es un lugar grande, no tienes que alejarte demasiado —mordí mi labio inferior asintiendo.

Lo que él no entiende es que el temor que siento ya no es por la fiesta, es por esta casa.

Con el pánico creciendo dentro voy tomada de su brazo mientras saludamos a algunas personas que el Sr. Sabatini conoce.

—Tiene una novia muy bonita. —intento disimular el tic en mi ojo, se supone que aquí estamos disimulando que somos pareja solo para conseguir una oportunidad de salvar la empresa y esto es incómodo.

—¿Por qué no hablamos un momento? Que nuestras mujeres se conozcan —otro hombre ofreció mientras señalaba con su copa a un grupo de mujeres muy elegantes; ambos intercambiamos miradas y con cuidado me solté de su brazo, sintiendo una brisa fría.

No dijimos nada a parte de mirarnos y caminar en sentidos opuestos, a pesar de iniciar mi caminata hacia el grupo de mujeres, no me sentí para nada en confianza y llegué hasta la mesa detrás de ellas tomando un bocadillo y llevándolo de lleno a mi boca.

Cualquier cosa que contenga chocolate es buena.

Solté un suspiro disfrutando del sabor, el chocolate se derrite rápidamente en mi boca haciéndome gemir de gusto.

—qué bueno esta —dije en un susurro tomando una servilleta y meter varios en ella.

—señorita, tenga —uno de los meseros me entrego un plato y como tonta solo asentí.

Mi momento más humilde.

Quiero llorar, es tan vergonzoso. Mis ojos se posan en las mujeres que parecían absortas a su propia burbuja, todas se ven como mujeres muy mayores, me quedo al borde de las mujeres escuchando la conversación para nada casual.

—esta es la estructura original de hace más de trecientos años —murmuro una de las mujeres dándole un toque de misterio, eso me hizo levantas mis orejas.

—me encantaría vivir en una casa así. —vía una de ellas mirar hacia el techo con admiración, por instinto tambien mire arriba y las lámparas de telarañas con sus luces amarillas brillan tan hermoso que hace que el lugar se vea mucho más mágico.

Todos teníamos que vestir de gala y una máscara, es lo único que me agrado de esto, aun así, me siento completamente mal. Siento que no debimos venir.

—no está para uso de vivienda —la regaño otra de las mujeres golpeándole el brazo con suavidad,

—¿Por qué no? —se quejó ella riendo.

—al parecer dicen que los dueños prefieren —volvieron a cuchichear entre ellas, soltando algunas risas.

¿los dueños no quieren vender?

Bueno, con una casa así…

Alquilarlo para eventos genera mucho más dinero que una venta.

—¿Dónde queda el baño? —pregunto una de ellas y todas comenzaron a moverse.

Solo las seguí porque necesitaba moverme, estar con estos tacones y sin moverme me hará doler más los pies.

El Sr. Sabatini fue generoso al darme este vestido para esta noche, no creo que mi ropa hubiera sido apropiada para un lugar así.

Camine detrás de este grupo de mujeres hasta llegar al baño, parecía un gran salón, todo lleno de mármol, casi irreconocible con el resto del ambiente del lugar. Me mire al espejo por unos momentos acomodando algunos rizos de mi cabello.

—¿son reales? —me sobresalte con la voz femenina a mis espaldas.

La miré por el reflejo del espejo y le sonreí.

—no —ella se vio sorprendida sobre su máscara mirando mis tatuajes. Es mejor que sepan.

El vestido es muy descubierto y más en mi espalda. Mis tatuajes de enredaderas contrastan bien con el color del vestido y la máscara.

—se ven muy bien

—gracias —me reí de manera casual como si nos conociéramos de toda la vida.

El grupo de mujeres que seguí ya se habían ido cuando por sin termine de hacer del uno; el pasillo vacío y en total calma me recibió y de nuevo la realidad me golpeo.




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