Recuerdos de una pandemia

Capitulo 21

POV GRECIA

—¿Dónde estoy? —me senté demasiado rápido en la camilla ganándome un fuerte mareo que me hizo caer de nuevo a la cama.

Toda la habitación da vueltas y la habitación puedo verla como se vuelve grande y luego pequeña, me sostengo con fuerza de la sabana como si eso impidiera o calmara lo que siento.

No me fije que mi pulso se aceleró hasta que la puerta se abrió y tome el valor de inclinarme hacia un lado y todo el dulce que había ingerido la noche anterior lo esparcí en el suelo y los zapatos de la enfermera.

Quería disculparme, pero no pude hablar, solo tengo otra arcada votando todo a chorros. Intente detenerme, pero el mismo asco de vomitar solo me dan más ganas de vomitar.

Me detengo apenar logrando respirar, la mujer que había entrado solo me intenta consolar y que regrese a la cama cuando casi estoy por caerme directamente en mi propio vomito.

—¿ya se encuentra mejor? —me pregunta con voz suave.

—lo…lo siento tanto. —apenas logre decir sintiendo una acides anormal apoderarse de mí.

—¿ceno anoche? —avergonzada negué varias veces. —¿¡y así dono sangre!? Ahora entiendo, iré a avisarle a limpieza y a cocina, no se mueva —su regaño me hizo hacer una mueca, ella tenía razón, pero no pensé en eso en ese preciso momento.

No tardó mucho en salir y menos en llegar una mujer de aseo completamente en silencio limpiando mi desastre, la habitación dejo de oler horrible para oler a desinfectante, tosí un poco hasta que ella salió y cuando se abrió de nuevo la puerta pensé que sería la comida, abrí los ojos encontrando la figura alta del asistente de Federick.

—¿vomitaste? —su pregunta parece más un regaño que cualquier cosa.

—sí, creo que no cene —solté un suspiro recordando que la fiesta ni llegamos a cenar y ya había un tiroteo. —la enfermera dijo que iría “hablar con la cocina”, no sé qué signifique eso exactamente —lleve la mano a mi estómago escuchándolo irritable.

—¿Cómo se siente? —sé que su pregunta es más por cortesía, su expresión seria lo hace ver como una piedra, sin ninguna micro expresión, es increíble.

—mejor… ¿Federick? —lo mire esperando que mostrara alguna señal, pero solo se acomodó la camisa y camino hasta quedarse a la altura de mis pies, una distancia muy prudente si me pregunta.

—el señor Fitzroy despertó hace un rato —asentí despacio y con unos segundos de silencio, supe que con este hombre no iba a ser fácil una conversación fluida.

—¿Por qué… vino? —se notó que cuando me dejaron en la camilla luego de sacarme sangre el seguía mirándome con las cejas fruncidas.

Solo anoche se podía ver lo frustrado que estaba por tener a su jefe todo malherido y casi al borde de la muerte.

—quiero saber ¿Cómo sabias de los pasadizos? —intente mirar a otro lado ¿realmente no me cree? Es comprensible, yo aún sigo pensando que es irreal todo esto. —¿Qué hacías anoche en la fiesta? Y más importante aún ¿Cómo sabias la historia de la familia Budrioli?

—disculpa ¿Quién? —parpadee varias veces incrédula ¿Quién es esa familia?

Como si algo tirara dentro de mi cabeza; flashes vinieron a mi mente tan rápido que apenas podía mirarlos al pestañear, contuve el aliento un momento hasta que lo comprendí.

Esa fue la familia a la que pertenecí en otra época.

*4 meses antes del aviso de pandemia*

—¿Qué esperas? Sopla la vela —me reí intentando ocultar el nerviosismo en mis acciones.

Me incline hacia delante y con los ojos cerrados sople la pequeña vela frente a mí y todos comenzaron a aplaudir. Vi a uno de mis amigos acercarse a la torta y pasar un dedo por la crema y luego esparcirla en mi mejilla, me quede quieta para que no manchara mi cabello o mi ropa y solo los escuche reír a todos.

—para no arruinar el pastel —yo solo asentí y esperé a terminar de cortar los pedazos de cada uno y me acerqué a mi amigo colocando un poco de crema en la punta de su nariz.

—lo siento, es mi venganza Spancky! —todos nos reímos por el pequeño guiño al programa de tv y él se quedó completamente tranquilo comiendo su pastel.

La noche había sido tan tranquila que sentía la necesidad de arruinarla, pero una de mis amigas coloco una lista de música a todo volumen y todos comenzaron a bailar. Tuve que aceptarlo y comenzar a beber y bailar sin control como si estuviéramos en un antro, aunque solo era la casa de uno de mis amigos que se ofreció a hacer la fiesta realidad, el mismo que me lleno la mejilla de crema. Amigos que solo nos reuníamos una vez al año.

La música cambio por una clásica y vi la mano estirada de mi amigo hacia mí.

—vamos hermana, hay que bailar el vals —tome su mano y caminamos hasta el centro de la habitación comenzando a movernos como si estuviéramos en una especie de vals.

Cada paso de un lado a otro me hizo reír, mi acompañante dejo que otro de mis amigos bailara conmigo y fue así hasta que baile con mis amigas quienes muertas de vergüenza y las orejas rojas quizás por el alcohol siguieron los pasos sincronizados y con manos sudorosas.

—no te enamores de mi —dijo dramática mi mejor amiga y yo le seguí el juego.




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