—¿Cómo que mío? —me quede quieta viendo como el parecía querer contener las ganas de reírse tal vez por mi expresión. —pero… esas son… demasiadas cosas —el closet donde tome la ropa tiene demasiada ropa, con tantos tonos de colores, zapatillas, tacones y demás accesorios que desde mi pobre ojo se notan que son costosas además de que todas las etiquetas son de marcas reconocidas.
—eso no es ningún problema para mí, Grecia. ¿viste el-
—¿el collar? —vi esos ojos azules mirarme con completa atención. —sí, pero- —casi por instinto lleve mi mano a mi cuello donde llegaba la piedra del collar.
—puedo explicarlo. —intento sentarse y me acerca empujando sus hombros con un poco de fuerza por la resistencia que estaba dando, subí mi rodilla algo adolorida a la cama y él está vez sí cedió volviendo a recostarse.
Tiene ya una intravenosa en su mano izquierda, no debería estar haciendo desarreglo y aquí está.
—por eso vine… como dije aquel día, no te deseo esta clase de mal —eche una mirada hacia su herida y acomode las sabanas sentándome en la orilla de la cama.
—es bueno saberlo —suspiro tan largo y pesado que me preocupo la expresión relajada en su rostro, me recordó a cuando estábamos metidos en los pasadizos.
—¿te sientes mal? Yo me encargare de cuidarte —le sonreí y el tomo mis manos llevando mis nudillos a sus labios dejando un beso cálido en ellos.
—voy a estar bien, solo si estás conmigo aquí —mi corazón tuvo un pequeña punzaba cuando las imágenes de aquella noche volvieron a mí y aparte las manos enseguida de Federick. —sé que te debo una explicación, no quería que vieras eso aquella noche —intento tomar mis manos de nuevo y dejé que lo hiciera. creo que me mal interpretó, aunque si quiero que me explique.
—¿porque desapareciste? —pregunte escuchando un suspiro de su parte, ambos nos quedamos en silencio a la espera de que comenzara a contarme lo que había pasado.
—creo que... deber saber que mis negocios, en su mayoría no son nada limpios, Grecia —mire esos profundos ojos azules que me observaban con atención. —antes de conocerte, ya estaba involucrado en ello, pero luego que desperté...
—me dijiste que estuviste en coma ¿qué sucedió? —
—fue otro atentado, esa vez fue tan crítico que me quedé en coma aquí —mi mirada recorrió la habitación. Él estuvo en coma antes de la pandemia y.. de alguna manera acabé visitándolo en sueños hasta que... no pude seguir haciendolo. —cuando desperté no dejé de llamarte y buscarte, no entendía nada de lo que estaba sucediendo y.… después de varias terapias y volver a la cima apareciste —mordi mi labio inferior con incomodidad. ¿él me busco?
—entonces... el jefe mafioso del que habló mi jefe ¿eres tú? —él sonrió intentando no reírse al ver la expresión en mi rostro.
¿cómo es posible?
Federick no tiene cara de mafioso, creo que los libros nos están mintiendo un poco. Aunque tampoco esperaba que fuera guapo, me imaginé a algún anciano o hombre horrible, pero en su lugar, un hombre digno de ser llamado ángel bajado del cielo es el hombre más peligroso y poderoso de la ciudad.
—sé que tal vez no se la puse fácil a tu jefe, pero fueron con buenas intenciones —elevé una ceja con incredulidad.
Este hombre guapo y moribundo en la cama me hizo trabajar horas extras para conseguir mejores opciones para recuperar el capital de la empresa, quiero golpearlo por todo el estrés que me causó, pero verlo todo herido ya creo que es suficiente.
—entonces ... ¿porque estabas con esa mujer? ¿trabajo? —el asintió apretando los labios en una línea recta sin soltar mi mano.
—lo que menos quiero es que alguien te haga daño, Grecia. nadie sabe que estás en mi vida y solo quería volver esta ciudad un lugar seguro para ti —quería hablar, pero el recuerdo con Vincenzo volvió y cubrí mi boca con ambas manos levantándome de la cama y dándole la espalda.
Le dije que no me buscara más y... acabe en una situación de la cual ahora me avergüenza un poco, jamás había hecho algo como eso antes y ahora ...
—¿Duendecillo? ¿qué pasa? —El intento levantarse de la cama y limpié rápidamente mis lágrimas girándome y volviendo a hacer que se recostara.
—estoy... estoy bien solo...—lo mire a los ojos sin ser capaz de confesar lo que sucedió.
¿porque tendría que decirlo?
no éramos nada ¿el collar? el collar significaba algo y él me dijo que lo esperara y yo... yo
—¿qué sucede? ¿porque lloras? —negué varias veces bajando la mirada.
—¿porque... por qué no fuiste detrás de mi esa noche? —lo miré a los ojos lo mejor que pude, mis lágrimas nublaban mi vista.
—yo... yo no podía... si lo hacía ellos irían detrás de ti —tomo mis mejillas acercándome a él con miedo en sus ojos. como si me fuera a romper.
—no sabes lo que hubieras impedido si hubieras ido detrás —sollocé aún más fuerte inhalando los mocos acuosos de mi nariz.
—¿hablas de Matteo y Vincenzo? —por un momento mi piel se tornó fría por el pánico.
—¿como... como los-
—Duendecillo... no hay cosas que yo no sepa —un escalofrío subió por mi espalda por un momento.